Sainz y su 'eterna' juventud: líder del Dakar a los 57 años

No parecen pasar los años para el madrileño. Como si hubiese hecho un pacto con el mismo diablo, Sainz ha llegado a Oriente Medio en óptimas condiciones, tanto físicamente como en el aspecto psicológico. Pero detrás de todo esto no hay ningún secreto, pues su preparación ha sido más que exhaustiva.

También lo ha sido en el apartado mecánico. No es ninguna temeridad afirmar que Carlos es uno de los mejores pilotos del panorama internacional a la hora de poner a punto un vehículo, y con este Mini había mucho trabajo que hacer tras el Dakar del año pasado, en el que quedaron al descubierto sus carencias, sobre todo en términos de fiabilidad.

No en vano, el paso adelante que ha dado el coche respecto a tiempos pasados ha sido más que evidente. Pero el coche no corre solo. Hacen falta manos, consistencia, inteligencia, una navegación –excelente trabajo de Lucas Cruz hasta ahora– que colinde con la perfección… un montón de cualidades que Sainz, por supuesto, reúne.

El madrileño ha comenzado este Dakar como un auténtico misil. Se lo tomó con un poco de calma en las dos primeras etapas, en las que aparecieron algunos 'outsiders' como Vaidotas Zala u Orlando Terranova, pero en la tercera sacó el martillo para amarrar su primera victoria de etapa y auparse hasta lo más alto de la clasificación general.

A partir de ahí, ha construido una fortaleza en las alturas. Cuando tocaba abrir pista –siempre es un quebradero de cabeza ser el primero que afronta el recorrido– ha minimizado daños, como en la cuarta y la sexta etapa; cuando ha tenido la oportunidad de atacar, lo ha hecho, y buena prueba de ello fue su segunda victoria en la quinta etapa, con la que igualó a Nasser Al-Attiyah en ese apartado.

Al español se le ve con mucha soltura, hilando fino en todas sus decisiones y siempre a una velocidad endiablada, como si hubiese vuelto a la década de los 90, en la que consiguió tantos éxitos en el WRC. Todo esto, en terreno desconocido. El de Arabia Saudí está siendo un Dakar durísimo, de muchos pinchazos y averías mecánicas –incluso varios incendios–, pero no ha supuesto ningún problema para un Sainz que parece estar inmerso en una eterna juventud.

Ya se han completado seis de las doce etapas que componen esta edición del rally más duro del mundo y la pelea por la victoria parece estar acotada a sólo tres posibilidades: Sainz lidera la contienda con 7'48'' sobre Al-Attiyah y 16'20'' sobre Peterhansel. El resto, en otro mundo completamente diferente.

Carlos confesaba ayer que la jornada de descanso le venía como agua de mayo, quizás porque el pacto con el diablo no ha llegado finalmente a buen puerto. Será un día para recargar pilas, pero también de planificación, porque en la segunda mitad de este Dakar, a buen seguro, van a ir a por todas. El tercer touareg está cerca, así que toca remar en la dirección correcta y, después, rematar la faena.

El caso es que, pese a sus 57 primaveras, parece haber cuerda para rato. Como dice Luis Moya, excopiloto y gran amigo del piloto madrileño, si Sainz quiere seguir corriendo hasta los 75 años, lo hará. Y no me cabe la menor duda de que llegaría 'como un toro' en todos los aspectos. Porque, parafraseando al propio Sainz, lo que a él le mueve en estos momentos es la ilusión… y en ese sentido va más que sobrado.