Porsche 964 Carrera 4: el último Porsche de Louise Piëch

El nombre de Porsche está muy ligado al mundo del automóvil. Y no sólo por ser la denominación de una compañía alemana de gran fama. La familia Porsche ha estado involucrada con estas máquinas desde antes incluso de fundarse la propia marca que lleva su nombre. Por ejemplo, Ferdinand Porsche diseñó su primer coche en 1899, uno totalmente eléctrico llamado Lohner-Porsche Electric Chaise, al que siguió el Lohner-Porsche Semper Vivus, el primer híbrido de la historia. Pero esto es sólo el principio, porque Porsche trabajó en el desarrollo del Mercedes SSK y fue responsable del primer Volkswagen de la historia, tras un encargo del mismísimo Adolf Hitler.

Con un pasado así, no es de extrañar que su nombre haya sido capaz de superar vientos y mareas hasta lograr, actualmente, ser una de las compañías más rentables del mundo y una de las más famosas y respetadas. Incluso fueron pioneros en algunas cosas ajenas al mercado, pues entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la década de los 70, Louise Piëch –apellido de soltera Porsche–, hija de Ferdinand y hermana del fundador de la compañía Porsche, Ferry, fue posiblemente la mujer más influyente dentro del Grupo Porsche. Incluso llegó a ser la considerada la tesorera no oficial, a pesar de su poco o casi nulo interés en escalar posiciones dentro de la empresa.

Louise era cinco años mayor que Ferry, aunque su pasión por cualquier cosa motorizada iba a la par. Aprendió a conducir junto a su hermano en el patio trasero de su casa con una caja de herramientas motorizada. Con 14 años ya tenía carnet de conducir y con 15 años ya se había comprado su primer coche. De hecho llegó a competir en carreras y ganó una a los mandos de un Mercedes diseñado por su padre, aunque tras la carrera le entregó el trofeo al segundo clasificado para evitar acusaciones de favoritismo. Era una auténtica Porsche, como se diría popularmente. Pero Louise también fue una parte muy importante para la marca que tanto seguidores tiene actualmente, pues gracias a ella, Porsche se libró de la nacionalización tras la guerra. Fue Louise quien se llevó los activos de la marca a Austria en 1943.

Una historia, o al menos parte de ella, que se hace necesario conocer para comprender la importancia y el peso histórico que tiene el Porsche 964 Carrera 4 que actualmente es propiedad de un dentista alemán llamado Clemens Frigge. Se trata del último Porsche propiedad de Louise Piëch, una pieza histórica casi única que ha pasado por varios propietarios sin que ninguno, hasta ahora, se diera cuenta de la importancia de esta unidad. Clemens afirma que el coche estuvo un año completo en un concesionario hasta que el lo compró. Además, también habla así del coche:

"No compro vehículos en función de su valor; la historia detrás de ellos es lo que me importa, y eso es algo que el dinero no puede comprar. Incluso con 103.000 kilómetros en el reloj, el automóvil es totalmente apto para circular y se encuentra en perfectas condiciones, sin daño visible alguno. La restauración nunca ha sido necesaria. Definitivamente es el original. Los documentos para el motor, la transmisión y la pintura tienen números coincidentes”.

El Porsche 964 fue entregado a Louise como regalo de cumpleaños. Era una unidad adaptada a sus necesidades. Con él realizó muchos y diversos viajes e incluso se paraba durante esos desplazamientos a dibujar los paisajes más bonitos que se encontraba. Apoyaba su cuaderno de bocetos en el volante y aprovechaba la inspiración. Unos dibujos, por cierto, muy cotizados entre los fanáticos de Porsche.

Las telas usadas en el habitáculo, los colores y ciertos detalles delatan que fue realizado en exclusiva según sus gustos. Los asientos no están tapizados en piel, sino en madreperla moteada. Diseño similar que el propio Porsche también solicitaba para sus coches personales. Dicha tapicería se acompaña de pequeños detalles en cuero blanco y una pintura exterior gris plateada.

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