Le Mans, entre Toyota y Ferrari, con el permiso de Porsche

Estás preguntas sobrevuelan sobre Le Mans, mientras los Cadillac están en emboscada, dispuestos a aprovechar el menor problema de los de cabeza.

Los Peugeot están un grado por detrás. No son tan rápidos y quizás son los menos fiables del lote. La marca del león tendrá su recompensa si consigue acabar la carrera. 

Glickenhaus y Vanwall son figurantes, encarnan el verdadero espíritu de Le Mans. Para ellos el objetivo es acabar y aprovechar los problemas de la cabeza para tener el mejor resultado posible.

Por ahora, Toyota es favorita por delante de Ferrari y los Porsche, quizás también los Cadillac, son outsiders, los ‘tapados’. Como se ve, los LMH, por delante de los LMDh.

Si el pronóstico de Le Mans siempre es complicado -el tráfico, la lluvia y la fiabilidad son claves tanto o más importantes que el ritmo de carrera- la presencia de lluvia lo complica todo.

A priori, los cronos han estado bastante igualados en la clasificación y en la Hyperpole. El nuevo BoP parece haber hecho más daño a Toyota que a Ferrari. Pero los rojos son muy rápidos a una vuelta y los Toyota parecen tener mejor ritmo.

Toyota tiene una ventaja nada despreciable en la experiencia en Le Mans de sus pilotos. Una ventaja que puede notarse en la gestión del tráfico, porque los errores de los ‘gentleman drivers’ pueden jugar más de una mala pasada.

En los años 70 y 80, cuando las marcas tenían varios equipos cliente aparte de tres o cuatro coches oficiales, era normal enviar un ‘coche liebre’, que corriese al máximo en las horas iniciales, para obligar a los rivales a aumentar el ritmo. Eran años en los que la fiabilidad brillaba por su ausencia… pero en ocasiones saltó la sorpresa y la liebre, contra pronóstico, aguantó.

En LMP2, pronóstico imposible. Aunque algún piloto ha volado en los ensayos, los ritmos parecen muy igualados. Los equipos Pro-Am están condicionados por el tercer piloto, el ‘gentleman driver’. Y lo mismo pasa en GTE, donde todos los equipos son Pro-Am. Los pronósticos aquí son imposibles.

La clave de las 24 horas es no pararse. Un pinchazo, un toque, una pequeña avería, pueden marcar la diferencia. Todo ello hace que cualquiera de los coches tenga una oportunidad.