Bien está lo que bien acaba, y Massa tiene las maletas en la puerta de Maranello. A ver cómo liquidan esto...
Felipe Massa abandona la disciplina roja y advierte que se va a marchar como los buenos toros, matando, pero sus pulmones dan más bien para poco. El de Sao Paulo, en un ataque de amorpropismo larga por las cadenas televisivas de su tierra que en lo que le queda de colorao piensa buscarse la vida para salir por la puerta grande y venderse mejor en un mercado de carreristas revuelto y algo desvirtuado. Al tiempo, Montezemolo le pega voces desde su ventana diciendo que de eso nada, que apechugue con lo pactado, que es ni más ni menos que ejercer de camarero de Alonso, líder natural del equipo y único participante con relativas posibilidades de llevar algo voluminoso a la sala de trofeos contigua a la pista de Fiorano, que por cierto, sus bisagras necesitan 3-en-1 porque de su poco uso... chirrían.