Ferrari, una hoja en blanco para dibujar el F1 de 2024

Una revolución necesaria para intentar alcanzar a Red Bull. Si en 2024 los rojos no consiguen al menos el título de constructores, igualarán una marca a la que no desean ni acercarse: 16 años sin un título de constructores.

Los aficionados recuerdan con horror aquellos 21 años, entre las coronas de Jody Scheckter en 1979 y Michael Schumacher en 2000, sin que un piloto del Cavallino fuera campeón.

Pero los ingenieros seguro que recuerdan los 16 años sin título de constructores… que importa mucho al equipo: no es el más mediático pero habla de la calidad del coche y, sobre todo, es el que reparte la ‘pasta’. Los 16 años, entre 1983 y 1999.

Aston Martin dio un gran salto a inicios de temporada. McLaren, a media temporada. Mercedes está en ello. El progreso de estos tres rivales, aspirantes a ganar ‘el campeonato de los otros’, es la idea conductora que Frédéric Vasseur impone a Ferrari de cara a 2024. "Si ellos han podido, nosotros también".

El ‘team principal’ del Cavallino ha decidido poner todos los recursos para el coche de 2024 porque los recursos son limitados a causa del techo presupuestario. Es un movimiento necesario porque estiman que no basta con una evolución del SF-23, sino que se precisa una ‘revolución’.

A principios de año, cuando se hablaba de que el SF-23 era potencialmente ganador, que había superado las deficiencias del F1-75, muchos dijeron que si Ferrari era campeón –o al menos batallaba abiertamente por las coronas– el mérito no sería de Vasseur, sino de Binotto. Pero Mattia lo negó: "No es mi coche, sino el de Ferrari". Es decir, que éxito o fracaso correspondía a todos los hombres de Ferrari.

En este contexto se explica mejor la decisión de Frédéric Vasseur. Durante este año hemos asistido a la marcha de buena parte de los hombres de Mattia Binotto. Ahora llega el momento de deshacerse de esa herencia que es el SF-23, un coche proyectado durante el mandato de Binotto.

Enrico Cardile y sus hombres partirán de una hoja en blanco. Un coche nuevo, un nuevo concepto que se inspirará en el Red Bull, obviamente, aunque descartan una copia o clon. Junto a Cardile deberán trabajar codo con codo los responsables de aerodinámica, de prestaciones y de motores.

Y es que inspirarse en el Red Bull no es hacerlo sólo en lo que a aerodinámica se refiere. Hay que replantear las suspensiones, especialmente la delantera, y mejorar la gestión de las gomas que por ahora no es precisamente un punto fuerte de los rojos.

Sólo un elemento se mantendrá: la unidad de potencia. Los propulsores están ‘congelados’, pero hay muchos detalles que influyen en la aerodinámica –por ejemplo la refrigeración– y hay que intentar aprovechar los pocos huecos que deja el reglamento para buscar el ‘empaquetado’ correcto con el fin de integrarlo mejor con la aerodinámica. Red Bull ha marcado también la vía, al estrenar unas tomas de aire de refrigeración extremadamente pequeñas, con buen resultado.

Pero en el campo de la unidad de potencia, el meollo de la cuestión es mejorar la eficiencia eléctrica, el poder disponer de la potencia eléctrica durante más tiempo.

El trabajo a realizar es grande. El objetivo, ambicioso. El tiempo, escaso. Y el presupuesto, limitado por la reglamentación. Y ese récord de 16 años sin título de constructores pesa como una losa, es una presión adicional.