Nissan GT-R: el árbol genealógico de 'Godzilla'

Era Otoño de 1968 en el Salón del Automóvil de Tokyo. Allí se presentaba un modelo especial del Nissan Skyline sedan, con la nomenclatura GT-R. Se trataba de una versión deportiva que montaba el motor de 6 cilindros en línea y 2 litros, capaz de generar una potencia de 160 caballos. Su llegada al mercado sería en 1969, y se fabricaron 1.945 unidades hasta 1972, algunas de ellas en la versión coupé, que llegó en 1971. Había nacido un mito.

La segunda generación apareció en 1973, y sólo con carrocería coupé. Nissan había entendido que el GT-R era y debía ser un deportivo. Equipaba el mismo motor que el anterior, pero el aspecto del coche había sufrido una importante renovación. Sin embargo, sólo se fabricaron 197 GT-R debido al estallido de la crisis del petróleo y de las emisiones, por lo que es seguramente el modelo más codiciado hoy en día.

El GT-R parecía haber desaparecido para siempre. Pasaron 16 largos años sin que hubiera un sucesor. Pero este llegó en el año 1989. El paso de los años había impedido seguir alguna traza del diseño de los originales, pero seguía siendo un coupe, ahora con aspecto moderno y una tecnología mucho más avanzada: cuatro ruedas motrices, las cuatro ruedas direccionales y suspensiones multibrazo delanteras y traseras. El motor seguía siendo el clásico 6 cilindros en línea, pero de 2.6 litros, turbo y 276 caballos. De 0 a 100 en 5’6 segundos. Se fabricó una unidad para el Grupo A de la FIA que venció en las 24 Horas de Spa-Francorchamps. Cesó su producción en 1994, tras haberse fabricado 43.394 unidades.

El relevo no tardó tanto y es posiblemente el Skyline GT-R clásico en la mente de muchos de nosotros. En 1995 aparecía una evolución del R32 anterior, el R33, más musculado en los pasos de rueda. Tenía el mismo motor, aunque con algo más de potencia, y que logró bajar de los ocho minutos en el Nürburgring. Eso sí, la versión especial R400, lanzada en 1997 y de sólo 44 unidades, llegaba a los 395 caballos con un motor aumentado a los 2.8 litros. En su versión deportiva, compitió en el Campeonato Australiano frente a los Ford y Holden V8. Y aquí nació el apodo de Godzilla. Llegó hasta 1998 en su producción.

Ya nadie paraba la secuencia genealógica del GT-R. Y en 1999 apareció la quinta generación, el R34. Mismo motor pero con el retraso del turbo reducido, aunque manteniendo los 276 caballos. Eso sí, estéticamente era un cambio muy notorio, además de introducir una caja de cambios de seis relaciones, difusor de fibra de carbono, y otras medidas de aligeramiento. Se hizo extremadamente popular por su aparición en la saga cinematográfica 'A Todo Gas', pero tuvo una vida breve de sólo tres años, cerrando su ciclo en 2002.

Pasaron otra vez los años, seis concretamente, hasta que Nissan hizo renacer a Godzilla en 2008 con el R35, que sigue todavía en producción, y que perdió la denominación Skyline. También se abandonó el 6 cilindros en línea por otro en V, esta vez de 3.8 litros y doble turbo con 480 caballos. Adiós, eso sí, a las ruedas direccionales. A cambio, rendimiento extremo, más aún en la versión NISMO que alcanza los 600 caballos y acelera de 0 a 100 en 3’2 segundos.

Es el último Godzilla. Y es soberbio. Pero algo nos dice que no puede pasar mucho tiempo antes de que la séptima generación vuelva a hacer temblar el asfalto.