Los SUV, en el punto de mira de la Agencia Internacional de la Energía

En su informe anual, la AIE remarca que los SUV serán un problema para acercarse a cumplir los objetivos de reducción de emisiones establecidos. Este año este tipo de coche alcanzará una cuota de mercado del 42%. Dado que su consumo es un 25% superior al de un automóvil medio -más peso, más resistencia aerodinámica-, el ente los 'responsabiliza' de que las emisiones no disminuyan.

La advertencia de la Agencia llega semanas después de que grupos ecologistas pidieran la prohibición de la publicidad de este tipo de vehículos, como ya se hizo en el pasado con la promoción del tabaco a instancias de la OMS.

Fatih Birol, director de la AIE, ha dicho que “la estrella de la transformación del automóvil no es la aparición de los eléctricos, sino de los SUV” y ha añadido que “los SUV son el segundo responsable del incremento de las emisiones globales, superando incluso al transporte aéreo y la suma de los sectores industrial y petroquímico”.

También ha afirmado que existe una divergencia entre la ciencia y el comercio: mientras los estudios científicos alertan sobre la gravedad del calentamiento global y el cambio climático, la realidad del mercado va en el sentido opuesto.

Para Birol, los SUV no sólo neutralizan los avances que en materia de consumo y energía reciben los motores, sino que incluso neutralizan el efecto positivo que supone la irrupción de la electromovilidad.

Pero lo cierto es que las marcas mantienen su apuesta por los SUV. No sólo porque existe una demanda de los conductores, sino porque estos vehículos proporcionan un margen de beneficio mayor dado que los propietarios están dispuestos a pagar un poco más por estos vehículos. Además de aumentar beneficios, esto los permite proveerse de fondos para la costosa e imprescindible transformación ecológica que tienen que afrontar.

El problema es grave. A partir del año que viene, las marcas que vendan sus modelos en Europa deberán asumir cuantiosas multas si sus coches emiten más de 95 gramos de dióxido de carbono por kilómetro. Y progresivamente se introducirán nuevos impuestos y tasas a los propietarios en función de las emisiones.