COCHES

CONCEPT CAR

Ferrari 266 Chinetti: objetivo, Le Mans

Concept car obra de ingeniero español Pol Santos
Un coche capaz de competir en las 24 Horas de Le Mans 2020
Rinde homenaje a uno de los nombres más destacados de la marca
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José Miguel Vinuesa
12
06 Dic 2018 - 11:56

Competición, historia, leyenda. Tres núcleos conceptuales que definen lo que es Ferrari. Y Ferrari, que cuida su pasado y lo desempolva con frecuencia, ha sabido rendir homenaje a lugares como Monza, la Mille Miglia, Maranello, Fiorano, Italia, y también a nombres como Enzo, Scaglietti, Sergio, para nutrir el tejido que conforma el mito de la marca de 'il cavallino rampante'. A esos nombres merece unirse alguien que contribuyó en la pista y fuera de ella a hacer crecer a Ferrari por el mundo: Luigi Chinetti. Y esa carencia es la que este concepto, obra de nuetro diseñador de cabecera, Pol Santos, sacia con la dignidad que merece.

Luigi Chinetti fue, primero de todo, un enorme piloto. El italiano, emigrado a Estados Unidos al comenzar la Segunda Guerra Mundial, ya tenía en su haber dos triunfos en las 24 Horas de Le Mans de 1932 y 1933. Pero lo que hizo en 1949 pasaría al nivel de los grandes días del automovilismo mundial. Seguramente Ferrari no quería participar en la carrera, dubitativo sobre la fiabilidad de sus recién creados productos. Sabía que Le Mans era la prueba más dura, y no quería ver cómo su marca, con sólo dos años de vida, recibía un duro revés. Así que los dos Ferrari inscritos lo eran de modo privado. En uno de ellos, el marcado con el número 22, un Ferrari 166MM, chasis 0008M, inscrito privadamente por Lord Selsdon –Peter Mitchell-Thompson, II Baron Selsdon–, pilotaría Chinetti, de 48 años, acompañado por el propio Lord Selsdon. Pero este tuvo una indisposición estomacal, lo que llevó a Chinetti a pilotar durante 23 horas y media, cediendo apenas por media hora el volante. Desde la novena hora de la carrera, fue líder. Venció, y dio a Ferrari la primera victoria en la gran carrera mundial. El nombre de la marca ganó mucha reputación.

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Vayamos un poco más adelante. Chinetti dejó el volante, pero se convirtió en el primer –y durante mucho tiempo único– importador oficial de Ferrari en Estados Unidos. Junto a ello, creó una división de carreras de su empresa, la North American Racing Team, conocida por sus iniciales: NART. Con ella competía en el continente americano, sobre todo con modelos Ferrari de primer nivel, y fue bajo este blasón que John Surtees logró su campeonato del mundo de F1 en 1964 en el Gran Premio de México, con aquellos famosos Ferrari azules y blancos. Pero también participaba en Le Mans. Y allí es donde, en el año 1965, se cerró el círculo de la marca, la prueba y Chinetti. Con un Ferrari 275LM, chasis 5893, número 21, pilotado por Jochen Rindt y Masten Gregory, el equipo de Luigi Chinetti entregaba a Ferrari la que, hasta hoy, es su última victoria absoluta en La Sarthe. ¿No es acaso Chinetti alguien digno de ser homenajeado por Ferrari?

Con ese elenco de méritos –y muchos más– es donde este concepto que nos ocupa cobra sentido. Porque lo que vemos no es un coche de calle, no es otra divagación conceptual sobre un Ferrari, sino un modelo de competición que adquiere dimensiones esculturales en su homenaje. Ferrari 266 Chinetti. Repítelo, siente la musicalidad del nombre, casi su intrínseca sonoridad competitiva. Este modelo es un prototipo de competición pensado para tomar parte en las 24 Horas de Le Mans a partir del año 2020, cuando entre en vigor la nueva normativa que rija la carrera, y en la que los prototipos basados en hipercoches deben sustituir a la categoría LMP1. Sí, hay muchas dudas sobre ello, pero se esperan grandes nombres del automovilismo mundial, que cuentan ya con modelos que podrían ser la base de esos prototipos: Mercedes-AMG One, Aston Martin Valkyrie. Ferrari debería estar ahí. Y este podría ser su coche.

Pero olvidemos las normas, porque siempre acaban marchitando la pasión. Obviemos todo, y miremos lo que este modelo ofrece. Para empezar, resulta delicioso que se recupere la denominación numérica derivada de la capacidad unitaria de cada cilindro: 266. Porque el Chinetti contaría con un motor híbrido de 1.6 litros V6, similar al que se usa en la actualidad en la F1, por lo que cada cilindro tiene ese cubicaje. Así se designaron muchos modelos de la marca, como a título de ejemplo el 250 GTO. Este 266 Chinetti mira por última vez al pasado en su nombre, porque a continuación nos ofrece futuro.

Desnudo, crudo, orgánico. Son tres palabras que podrían definir al modelo. Desnudo, porque muchos de sus elementos quedan a la vista, especialmente en la parte trasera, donde se muestran los triángulos de la suspensión 'push rod' y otros dispositivos estructurales. También se ven en la delantera –en este caso 'pull rod'-, y en general, deja a las claras que esto no es un Ferrari para pasear por Montecarlo: es un monoplaza con elementos carrozados para participar en pruebas de resistencia, pero poco más. De hecho, aunque en el habitáculo –desprovisto de todo lujo y con volante tipo F1 extraíble– hay hueco para dos asientos, el 266 Chinetti es un monoplaza. Para acceder a él, la superficie acristalada que hace las veces de parabrisas y techo se abre hacia adelante, como en un caza de aviación, dejando más claras aún sus intenciones.

Es crudo, porque cada ángulo está pensado para aprovechar al máximo las posibilidades del viento y generar apoyo, carga aerodinámica y la menor resistencia al aire posible. Comenzando por el frontal, con un afilado morro bajo el cual se integra un alerón de grandes dimensiones. Observamos un gran hueco central creado por dos pilares, a cuyos lados se disponen tres planos: el inferior, un splitter que sobresale por delante del frontal propiamente dicho, sobre el que aparece un ala en dos planos. Justo cuando acaban, dos túneles permiten la canalización del aire hacia los laterales inferiores del coche, ayudando a la refrigeración de los frenos en su camino. Precisamente en las ruedas encontramos tuercas sopladas y un diseño en la llanta que ayuda al calentamiento de los neumáticos. En la vista lateral, además de algunos derivadores de flujo, vemos que la cabina está como flotando en el aire: debajo hay un generoso hueco, y su disposición inclinada permite que su perfil mismo sirva de elemento aerodinámico, a través del cual el aire se canaliza. ¿Hacia dónde?

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Hacia la trasera, con un impresionante pilar delante de ambas ruedas traseras, desde las que nace el alerón trasero en forma de C y con dos planos provistos de aerodinámica activa, de modo que asciende o desciende según las necesidades de agarre o velocidad. Debajo, una obra casi de orfebrería en la implementación de un gran difusor sobre el que vemos una estructura casi rectangular, que en su parte inferior genera un nuevo plano que hace las veces de doble difusor. Incluso los faros, con múltiples planos, juegan un papel aerodinámico. La forma se ha fundido de manera indisoluble con la función que debe prestar, que no es otra que la de servir a la velocidad.

Y es orgánico, porque cada elemento se encuentra relacionado con los demás, dotando de vida al conjunto. Más aún, casi de dimensiones arquitectónicas. Observemos, por ejemplo, los afilados pasos de rueda que se reverberan delante y detrás como espejos. O los pilares que nacen de la cabina para atrapar a la parte trasera y generar el conjunto como un todo incapaz de diseccionarse en partes que no nazcan o mueran en la siguiente. La cabina, como decíamos, elevada, casi flotante, a punto de separarse de no ser por los múltiples puntos de apoyo que la sostienen. Es casi una obra de arte gótico pensada para las carreras. Y luego, la sutileza de los faros delanteros y el exquisito aire tradicional de los faros traseros, que conforman un círculo pero en diversos planos. Y para rematarlo, el color dorado de las llantas que nos traslada a tantos modelos de competición del pasado.

El pasado victorioso, tan en blanco y negro para Ferrari en Le Mans, florece en colores y formas en este prototipo futurista con claves del diseño de la marca que se ocultan ante la visión rotunda de este modelo, que atrapa en lo intrincado de su forma hasta comprender que no hay que mirar a un punto concreto: el Ferrari 266 Chinetti es un punto de fuga en constante movimiento incluso estando parado. Este es el homenaje más merecido para un hombre capital en la historia de Ferrari. No, no es por el nombre. Es por la victoria que se anuncia en cada milímetro del coche.

12 comentarios
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09 Dic 2018 - 06:19
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#2 Los pies están por delante del eje delantero. Muy bonito pero ilegal desde 1986. Ver comentario
tiene toda la razón. El papel, bueno en este caso el ordenador, aguanta todo.
09 Dic 2018 - 06:17
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Parece que todos les gusta. Yo lo encuentro horroroso. Parece un hot wheels más que una Ferrari. Lo siento pero no es de mi gusto.

07 Dic 2018 - 16:58
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Impresionante, un F1 carrozado, me encanta, ojala se le vea de verdad en las pistas

07 Dic 2018 - 02:46
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Y cuando parecía que lo habíamos visto todo, el sueño de un humano le gana a las reglas inquebrantables de la física y la matemática.

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06 Dic 2018 - 18:33
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#6 ¡JMV... soberbio, en estado puro! No hay redactor de ésta o ninguna otra página web, que pueda ig ... Ver comentario
me sumo a tu opinión. JMV un crack!!! El uno despegado.
06 Dic 2018 - 17:50
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¡JMV... soberbio, en estado puro! No hay redactor de ésta o ninguna otra página web, que pueda igualar a José Miguel Vinueza.
La nota no solo contiene la narrativa del prototipo y su detallada técnica, sino que parte de la justificación del nombre. Una historia digna de ser cantada. ¡Salut JMV!

06 Dic 2018 - 16:21
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#2 Los pies están por delante del eje delantero. Muy bonito pero ilegal desde 1986. Ver comentario
Buena observación. A mí me parece tan espectacular como fantasioso.
06 Dic 2018 - 16:13
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Que pasada de Diseño Pol!

06 Dic 2018 - 13:45
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Los pies están por delante del eje delantero. Muy bonito pero ilegal desde 1986.

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06 Dic 2018 - 13:22
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Que auto espectacular!

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