Covid-19, la matrícula belga de la discordia y el mal gusto

No. No es fruto de la casualidad, de una matricula de hace tiempo a la que el destino ha jugado una mala pasada. Se trata de una elección voluntaria de un ciudadano belga en plena pandemia. Éste interpuso una petición para obtener usar la placa de matrícula con este distintivo que tan amargos recuerdos trae a buena parte de los ciudadanos.

Una petición que fue depositada hace poco más o menos un mes en el servicio estatal belga que gestiona la concesión de las placas de matricula y aprobada el 11 de mayo.

En Bélgica, como en otros países, los ciudadanos pueden optar por la matricula que les toque o bien obtener una personalizada mediante petición y pago de los correspondientes derechos siempre que la denominación o clave elegida esté libre, no incumpla determinados requisitos y se pague la correspondiente tasa, 1.000 euros en Bélgica.

Gran Bretaña es el paraíso de estas placas personalizadas, que se conceden de por vida y son objeto de venta. En ocasiones algunas de ellas han conseguido elevados precios en subastas públicas.

Un portavoz de FPS Mobility and Transport, el organismo que gestiona las matriculas en Bélgica, ha dicho que no pudieron rechazar la petición "porque la placa no era difamatoria, racista u homófoba".

Legalmente ningún impedimento, pero desde luego una elección polémica, de poco gusto –por no decir pésimo– e irrespetuosa con todos aquellos que han sufrido el virus y lo han superado, y sobre todo con la memoria de los fallecidos y el pesar de sus amigos y familiares. También para todos aquellos que han sufrido los sinsabores de un confinamiento o se han visto afectados económicamente por la pérdida, aunque sea temporal, de empleo y salario.

En Bélgica se han dado más de 57.000 infectados y el número de fallecidos se acerca a los 9.400, un número muy elevado si tenemos en cuenta la población del país.