Lexus LBX

El parentesco que existe entre diferentes modelos que comparten grupo automovilístico y plataforma es ciertamente evidente en muchos casos. La mayoría, de hecho. De ahí que fuésemos con la idea preconcebida de que el Lexus LBX iba a ser una especie de Toyota Yaris Cross 'maquillado'. Pero no, el modelo premium hace honor a la posición de la marca que lo ha creado y se diferencia claramente de su pariente, además de por todo lo descrito en este artículo, por su comportamiento dinámico.

La respuesta de la suspensión es, seguramente, una de las cosas que más llama la atención del LBX. Aporta una pisada firme especialmente en las curvas, lo que permite que la carrocería no haga un solo intento de oscilación. La respuesta del B-SUV en este tipo de situaciones tiende a la que daría un deportivo. Sin embargo, cuando se trata de afrontar las ondulaciones que toda carretera tiene a alta velocidad, si se nota que la carrocería se mueve mientras el coche absorbe lo que podrían ser molestos rebotes. Desde luego que se ha logrado un muy interesante compendio entre dinamismo y confort, aunque habrá quién diga que prefiere una respuesta más suave en un vehículo de este tipo.

También nos ha dejado muy buen sabor de boca tanto el tacto de la dirección como el del freno. Del primero se puede decir que es firme y preciso, características que también se pueden aplicar sorprendentemente al segundo. Ya sabemos que los vehículos electrificados pecan de tener un pedal para frenar que provoca imprecisiones a la hora de llevar a cabo la maniobra debido a la acción de la recarga. Lexus ha conseguido evitarlo del todo con una respuesta uniforme a lo largo de todo el recorrido.

El motor del LBX es otro de sus puntos fuertes. Puede que haya quien piense que sus 136 caballos pueden parecer escasos para los tiempos que corren, pero nada más lejos de la realidad. Es potencia más que suficiente no sólo para el día a día, sino también para divertirse en un momento dado si se conduce a ritmo alegre –algo a lo que también ayuda la suspensión antes descrita–. Además la transmisión ha mejorado en el sentido de ofrecer una relación más directa entre la percepción de aceleración y la ganancia real de kilómetros/hora. Lo que no ha variado, eso sí, es el sonido del motor cuando se le exige el máximo. En todo caso el mejor aislamiento del habitáculo respecto al del Yaris Cross hace que no se perciba con tanta intensidad.

A pesar de su buen desempeño no es este conjunto híbrido uno pensado para ofrecer rendimiento por encima de eficiencia. Es precisamente en esto último en lo que destaca. Nuestra prueba del LBX se alargó durante poco más de 200 kilómetros en todo tipo de vías y, sin llevar a cabo una conducción especialmente cuidadosa, obtuvimos un consumo medio de 5,1 litros a los 100 kilómetros. Bajar de la barrera de los 4,5 litros es más que viable.

Es cierto que el Lexus LBX es un coche más caro que la competencia si se cuenta como tal la de las marcas generalistas, pero también que permite el acceso a un fabricante premium como el japonés de una forma más sencilla que hasta ahora. Nada tiene que ver que se trate de un B-SUV para que se haya escatimado en calidad. No ha sido así. Es, por tanto, un actor que debuta en el segmento para ofrecer un punto algo diferente y más lujoso del mismo.