Así surgió la magia sónica del V10 de Audi y Lamborghini

Cuando Audi dio a conocer sus intenciones de lanzar un modelo que rivalizara con lo más granado de Maranello, Stuttgart o Inglaterra, no fueron pocas las personas que pusieron en duda el éxito del proyecto. No por el resultado en sí, todo el mundo confiaba en la marca de los cuatro aros, además bajo el paraguas de la todopoderosa Volkswagen, sino más bien por el hecho de, ¿quién decidiría gastarse semejante cantidad de dinero en un Audi en lugar de un Porsche o un Ferrari?

El primer atisbo del mismo lo vimos en 2003, cuando la firma presentó el Audi Le Mans Quattro Concept, un prototipo que, increíblemente, llegó prácticamente igual a la producción cuatro años más tarde. Es posible que sea el vehículo que menos ha cambiado del papel a la serie. En una primera instancia, el motor que se eligió y con el que se comercializó fue un V8 FSI de 4.2 litros, nada que ver con la mecánica V10 de 5.0 litros con la que se vendía su hermano, el Lamborghini Gallardo, desde hacía cuatro años atrás.

No obstante, muchos periodistas y clientes afirmaban que el bienintencionado V8 quedaba por debajo de las posibilidades que ofrecía su gran chasis. Se hizo esperar dos años, pero en 2009 apareció la opción de un motor V10 de 5.2 litros con las bancadas a 90º. Sorprendentemente, no cogieron prestado el motor del Gallardo, sino que fue de fabricación propia, basado en el V8 existente, y en el que ayudó el programa de Le Mans del equipo Audi Sport.

Las ventajas de este tipo de motor obedecen a las que se obtienen del compromiso entre un V8 y un V12. Ofrece la posibilidad de girar con más brío que en los ocho cilindros gracias al uso necesario de elementos más ligeros –para contener el peso– y, por supuesto, erogar más potencia. En comparación con los V12 tiene menos partes móviles, que lo hacen menos complejo y barato. Por contra, los V10 son algo más complicados de diseñar y poner a punto, debido al número de cilindros y a la disposición de su bancada.

Los motores de los R8 –y de los Gallardo a partir de la llegada de este V10– se fabrican en Gyor, Hungría, donde la marca de los cuatro aros tiene su mayor planta de motores. En el pasado 2019, aproximadamente dos millones de mecánicas salieron por sus puertas, incluidas las 100% eléctricas.

¿Pero qué le da ese característico sonido? Cabe recalcar que una parte importante de la banda sonora depende del tramo que va desde el colector de los gases de escape hasta la salida del mismo, pero el verdadero origen se encuentra en el orden de encendido y cigüeñal, como explicamos en este artículo dedicado a los V8. El patrón que sigue la mecánica de Audi es 1–6–5–10–2–7–3–8–4–9. Destacable también que, a máximo régimen, los pistones cubren una distancia de 27 metros por segundo, cifras comparables a las de los Fórmula 1 contemporáneos.

En definitiva, se trata de un motor muy especial, que no tardará en categorizarse como leyenda. Para ilustrarlo, decir que los modelos de competición comparten directamente más de la mitad de las piezas con los de producción, entre ellas el motor. Según Audi Sport, la mecánica es capaz de aguantar 20.000 kilómetros en carrera antes de necesitar una reconstrucción. Esto es casi cuatro veces la distancia que completó el Audi R15 TDI en las 24 Horas de Le Mans de 2010, el cual ostenta el récord de mayor distancia recorrida en la prueba de resistencia. También ilustra el hecho de que, hasta la fecha, el modelo ha ganado 11 carreras de 24 horas.

En la última iteración del modelo, las potencias disponibles van desde los 540 hasta los 620 caballos de las versiones Performance, con opción a elegir entre un modelo coupé o descapotable. El futuro que le depara a la mecánica, no obstante, es algo incierto. Las normativas de emisiones se hacen cada vez más restrictivas y algunos rumores apuntan a que la próxima generación podría dejar de lado el V10 para convertirse en un superdeportivo 100% eléctrico.