Hubert no será el último, por desgracia

Es posible, porque está ocurriendo, que espaciaremos más el pago de ese peaje, pero, tarde o temprano, siempre ocurrirá. Puede ser un piloto en una carrera, como ha pasado ahora con Anthoine Hubert o como ocurrió con Jules Bianchi. Puede ser un piloto en unos test, como le ocurrió a María de Villota. O puede ser un comisario, un aficionado, un cámara... pero ocurrirá, podéis estar convencidos.

Es cierto que hemos mejorado muchísimo y los coches y circuitos son infinitamente más seguros que en el pasado, y la gestión de las situaciones de riesgo se ha optimizado. Esto es como los aviones, cada vez se caen menos, pero siguen cayendo. Cuando hay una concatenación de factores, habrá algo que ni siquiera las medidas de seguridad y las mejoras podrán con ello.

Es lo que ocurrió en el accidente de Hubert, donde la concatenación de accidente, su golpe, la posición en la que quedó, la velocidad, el lugar, el impacto y dónde lo recibe, se puede prever, pero no lo puedes evitar. Y a lo mejor se mejora en esa parte del monoplaza y se endurece y se busca alguna forma de proteger al piloto en esa zona, pero pasará otra cosa, otra alineación de planetas que acabará en desgracia.

Me gustaría ahora que todos nos miráramos al ombligo y que nos demos cuenta de que somos un poco hipócritas. En el fondo, todos los que sentimos esta pasión desmedida por el mundo del motor sabemos que ese riesgo inherente hace al deporte aún más épico. Si le quitamos el riesgo, las curvas imposibles que hacerlas a fondo suponen un riesgo físico para el piloto que las traza, le quitaremos un poco de esa épica y esa magia. Nos quejamos muchas veces de esos circuitos modernos con escapatorias enormes y preferimos los clásicos, los que son ratoneras sin apenas escapatorias hacia las protecciones, que tienen grava o curvas como las de Spa, que a veces piensa que están diseñadas por Maquiavelo.

Queremos curvas así, como Eau Rouge, que por muchas mejoras que viva, sabemos que es una curva que, si te pones a pensar, no debería existir. Estoy seguro de que todos los especialistas en seguridad de la FIA saben que es un lugar donde siempre ocurren cosas porque tiene muchas fuerzas en diferentes direcciones, muchas inercias, y además es muy rápida y ciega. Y cuando llegas arriba, un piloto de F1 va a más de 300 por hora y no sabe qué se va a encontrar. Si hay algo al otro lado del Radillon, te lo vas a comer, porque vas a 300 kilómetros por hora, como le pasó a Correa.

No debería existir, pero nos encanta y está. Es igual que Mónaco, es una aberración y está. En cambio, hablaba en el pasado con responsables del Circuit de Barcelona-Catalunya y me decían que, cada año, para conseguir el permiso, los empleados de la FIA les obligaban a mover alguna barrera... tres centímetros. ¿Y Eau Rouge qué?

En fin, que todos aceptamos este riesgo, y si queremos que este deporte siga así ha de mantenerse ese factor, pero tendremos que pagar un peaje. Lo que tenemos que hacer es respetar a los pilotos, a todos los que se suben a un monoplaza, incluso desde pequeñitos. Ellos eligen este camino porque es su sueño y lo persiguen con unas presiones increíbles para llegar hacia adelante, a sabiendas de que es muy complicado y tienen una presión increíble.

Respetémosles por lo que hacen y porque, en el fondo, siempre, el compañero que llevan a su lado es un compañero con una guadaña muy afilada. Ellos son los que más se la juegan, evidentemente; lo hacen conscientemente y no podemos olvidarnos de que en F1 y F2 se va tremendamente rápido.

Para buscar algo positivo y quitarle hierro a esta tragedia, puedo decir que los pilotos persiguen un sueño en el que a veces encuentran la muerte. Pero Anthoine Hubert murió viviendo ese sueño, porque ya había triunfado en GP3, había ganado en F2 y estaba llamado a llegar a la F1. Murió haciendo lo que le gustaba, igual que un montañero que fallece en la montaña o un torero que muere en la plaza y no en una cama por enfermedad.

No puedo negar que es una tragedia, pero en estos días hemos vivido el caso de la hija de Luís Enrique, y ella no pudo elegir, vino esta maldita enfermedad y se la llevó por delante. Eso sí que es un dolor extremo, pero al menos Hubert murió viviendo su sueño y es lo único que me reconforta dentro de que siempre es doloroso perder a un miembro de esta familia.

Y en lo estrictamente deportivo, porque la vida tiene que seguir, ganó Charles Leclerc. Fue una victoria amarga, porque seguro que nunca pensó que su primera victoria en F1 iba a estar rodeada de esta tristeza, pues además él era amigo de Anthoine. No lo celebró excesivamente, pero es la primera, Charles, y vendrán muchas más.

Victoria merecida, Ferrari por fin ganó una carrera después de dominar todo el fin de semana, aunque las pasó canutas, y creo que hay cosas interesantes de contar del GP de Bélgica de los de Maranello.

En primer lugar, Leclerc siempre fue superior a su compañero. El repaso en la vuelta de clasificación fue tremendo, siete décimas de diferencia y sexta clasificación consecutiva en la que Charles supera a su compañero. En ritmo de carrera el monegasco también fue superior y es quien ha firmado la primera victoria de Ferrari este año justo a las puertas del GP de Italia.

Aunque los 'tifosi' son más aficionados del equipo que de un piloto en particular, Leclerc se va a erigir como líder, creo que es una tendencia difícil de controlar. Ayer le dijeron a Vettel que lo dejara pasar. El alemán no dudó, no puso quejas como en el pasado. Hizo una gran labor de gregario y paró todo lo que pudo a Hamilton.

De hecho, de no haber sido así, de haber dudado lo más mínimo al aceptar las órdenes, Leclerc no hubiera ganado la carrera. Llegó a la última curva con Hamilton pegado a su alerón, de modo que de haberlo atrapado antes hubiera contado con DRS.

Ferrari por fin se ha podido quitar la espinita. Ahora miran a Italia con mucho optimismo, porque saben que será más de lo mismo. La velocidad punta del SF90 era brutal y su eficacia en configuración de poca carga aerodinámica es tremenda. Eso hace que su coche patine un poco más que el Mercedes y le genera más degradación. Eso en Austria les costó la victoria y en Bélgica ha estado muy cerca.

Mercedes tiene que estar tranquila, porque tiene un colchón suficiente. Su resultado en Spa-Francorchamps, un segundo con Hamilton y un tercero con Bottas, es una recompensa increíble. Apenas les han hecho daño y luego vendrán siete carreras en las que Mercedes será fuerte y Red Bull volverá a estar ahí.

Lo peor para Mercedes es la preocupación que debe tener por su último motor, que se rompió en los coches de Pérez y Kubica. Los enviaron a Brixworth para su análisis. Y digo lo mismo en el caso de Ferrari, porque la unidad de Giovinazzi se murió. En Maranello también estarán estudiando la causa.

McLaren ha tenido un fin de semana terrible. Malo desde el principio. El coche no tenía ritmo en los entrenamientos. Carlos acarreaba una penalización y en la clasificación tuvo mala suerte con la bandera roja de Giovinazzi, que le impidió hacer una vuelta buena en la Q1. Y luego apenas pudo empezar la carrera, porque el motor fallaba desde la vuelta de formación.

El caso de Lando Norris es aún más doloroso. Lando hizo una carrear fantástica. Estuvo muy listo en la salida y se colocó quinto, y luego aguantó ahí. Pero luego, en la última vuelta, se quedó tirado en la recta de meta con un problema en el motor. De terminar en un magnífico quinto puesto a quedarse en cero.