De piloto irregular a tricampeón del mundo

El día que conocí a Vettel

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26 Sep 2013 - 12:34

Tres veces campeón del mundo de Fórmula 1. Abucheado en los circuitos y odiado por medio paddock, que cuestiona permanentemente sus victorias dada la superioridad de su coche y diserta sobre si su talento llega o no a las suelas de los zapatos de tal o cual piloto. En todo caso, está a pocas semanas de ganar su cuarto mundial. Consecutivo.

Fue en Misano, en la costa adriática italiana, el viernes 14 de julio de 2006. Ese fin de semana hacía un calor de mil demonios, pero el paddock de las World Series hervía de actividad ante el aterrizaje de un niño rubio alemán. Sí, ese piloto que corría apadrinado por Red Bull y que debutaba como relevo del californiano Colin Fleming, expulsado del programa apenas siete días antes. 

No conocía el coche y llegaba de la F3 Euro Series, donde se jugaba el título con Paul di Resta. Sin embargo, aplastó a todos sus rivales desde la primera tanda libre. Las iniciales VET se situaban, pues, en la cima de la pantalla de tiempos por delante de Borja García, Andy Soucek, Ben Hanley, Pastor Maldonado, Davide Valsecchi o Alvaro Parente ante la incredulidad general. 

En el descanso del mediodía, y aprovechando el silencio en el circuito, me uní a mi compañero de TVE, Ramón Carreras, en su expedición destinada a conocer a este joven talento. Nos acercamos a su box, donde Trevor Carlin, responsable del equipo, tuvo la gentileza de presentárnoslo. Se expresaba en un todavía parco inglés, y sus gestos delataban una timidez extrema. Venía con ganas de divertirse e intentar hacerlo bien, decía, pero sin aspiraciones concretas... 

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Sebastian Vettel en julio de 2006 después de su accidente en Spa

Bien. Al día siguiente se hizo con el cuarto crono en los ensayos, y por la tarde ganó. Bueno, en realidad no ganó en la pista, ya que vio el banderazo en segunda plaza a seis segundos de Pastor Maldonado, pero los comisarios excluyeron al venezolano tras descubrir una anomalía en sus ruedas delanteras que le permitían disfrutar de una caída superior a la reglamentaria. El domingo, Vettel alzó la segunda victoria consecutiva, esta vez de la forma a la que tanto nos está acostumbrando en la F1: dominando de principio a fin. Dos de dos en el fin de semana del debut y un severo varapalo a un paddock que se frotaba los ojos ante el huracán de Heppenheim.

La explosión de Vettel era un hecho, y qué mejor lugar que el trazado de Spa-Francorchamps para consolidarla. Sin embargo, un accidente en Eau Rouge en plena carrera casi le cuesta el dedo índice de la mano derecha. El aparatoso vendaje que lució ese fin de semana en Bélgica fue el germen del actual gesto del dedito, ese que tanto irrita al alonsismo.

El talento del joven Sebastian era ya incuestionable, y BMW se apresuró en hacerse con sus servicios. Era el más rápido en las situaciones más inversemblantes, como, por ejemplo, su triunfo en la cita de la F3 en el trazado nacional de Montmeló, en septiembre de 2006, en la que aplastó a la oposición bajo un tremendo aguacero. En contrapartida, los chispazos de talento amagaban una cara oscura, la de un piloto irregular en los momentos clave, como prueban los resultados de las seis citas que siguieron a la victoria de Barcelona: un tercer puesto, tres novenos y un 12º lugar. Consecuencia: campeonato para Di Resta.

La siguiente temporada, Red Bull lo inscribió de nuevo en las World Series, donde partía como hombre a batir. Pero de nuevo el fantasma de la irregularidad en sus siete actuaciones volvió a adueñarse del joven Sebastian, y cerró con un balance por debajo de lo esperado: apenas 1 victoria, 4 podios, 1 pole y 1 vuelta rápida. En su descarga hay que decir que su mente planaba ya lejos de la Renault 3.5 para instalarse en la Fórmula 1, donde ejerció la tarea de piloto de los viernes para BMW Sauber hasta su debut en Estados Unidos por la baja de Robert Kubica. El 8º puesto en la última prueba de la categoría reina en Indianapolis precipitó su adiós a BMW, la escudería en la que Sebastian dio sus primeros pasos en la cumbre. Red Bull lo quería en exclusiva.

Sustituto de Scott Speed en Toro Rosso a partir de Hungría, Vettel pasó a ser el nuevo adalid de la bebida energética. Quemó etapas con rapidez, aprendió a erguir la cabeza y a dejar en casa su apocado carácter para transformarse en el rostro divertido del paddock. Hasta la cita de Monza, donde dio un puñetazo a la historia de la F-1 con una carrera perfecta y lograr, en su 22ª salida y a los 21 años, el triunfo más precoz de todos los tiempos. Calzando gomas intermedias, su serio mensaje de radio tras cruzar la bandera a cuadros poco o nada tiene que ver con los actuales: "Grazie Mille, grazie mille. Un gara perfetto (sic)".

La graduación a Red Bull llegó al final de la temporada y como regalo de fin de curso, y el resto de la historia es de sobras conocida. Tres títulos y camino del cuarto, y todos ellos con un antagonista claro: Fernando Alonso. Las comparaciones entre ambos se han sucedido de temporada en temporada, casi todas ellas con respuestas favorables al español. Permitidme discrepar....

En realidad, la disquisición sobre quién es el mejor piloto no tiene sentido, porque la individualidad hace años que se volatilizó de la categoría reina. ¿Habría ganado Ayrton Senna el título de 1988 al volante de un Williams-Judd? No. ¿Y Fernando Alonso el de 2005 al volante de un Red Bull? Tampoco.

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Fernando Alonso felicita a Sebastian Vettel por su victoria en Monza 2013

De mi época en el equipo de comunicación de Jaime Alguersuari aprendí una gran lección: un equipo de Fórmula 1 es como una orquesta. El solista es una de las piezas clave, quizá la más importante, pero su impecable concurso puede quedar arruinado si trompetistas, violinistas o percusionistas desafinan o yerran la interpretación. Es el buen trabajo conjunto el que esconde la clave de la ovación de la audiencia. Y es posible que Ferrari tenga el mejor solista de la parrilla, pero sus instrumentos deslucen la sinfonía.

La irregularidad y las inseguridades del Sebastian de las World Series o la F3 son ya una cosa del pasado. Su tándem con Adrian Newey y Red Bull ha evidenciado que estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado, a saber, en una era de congelación de desarrollo de motores y con neumáticos de control, la aerodinámica ha resultado clave, y en esta ciencia no hay alumno más aventajado que el ingeniero inglés. Ante ello había poco que hacer. Quizá esta aseveración sea la causante de la sempiterna cuestión del carisma de Sebastian. ¿Cierto? Alonso o Schumacher escucharon el mismo cuento en 2005 y 1994, respectivamente, y lean hoy día a quienes escribían cosas así en la época...

En 2014 inicia una nueva era, que parte de una hoja en blanco y en la que los equipos contarán con nuevas variables iniciales al margen de la parte aerodinámica, como el motor o el chasis. La nueva F1 encierra el reto de verdad para los dos polos de la F1 de los últimos tiempos. Uno, alemán, buscará igualar el pentacampeonato consecutivo de Schumacher y acallará con la estadística a quienes, todavía, siguen dudando de su talento. Otro, español, apurará su enésima opción para solventar las urgencias históricas. Ambos necesitarán más que nunca a su equipo. Sin su concurso, ninguno de los dos podrá ser el mejor.

PD: Permitidme la licencia personal de recordar con estas líneas a nuestro compañero Manolo Doménech, fallecido el pasado domingo. Podría agradecer a Manolo la infinidad de lecciones que disfruté a su lado en mi época como periodista del motor en la parte de producto. Pero por encima de coches, motores y lanzamientos, me quedo con su cátedra en humanidad. En mis inicios, la mayoría de compañeros veteranos nos miraban a nosotros, los pipiolos, con evidente desprecio. Éramos la competencia, el problema a aniquilar. No para Manolo; él dialogaba con unos y otros, sin distinguir origen, procedencia o experiencia. Tendía ayuda y consejo a quienes los necesitaran, y siempre sin pedir nada a cambio. Siempre me quedé con esa lección y a fuego la llevo grabada para mi futuro personal y profesional. Gracias, Manolo. Nunca te olvidaremos.

5 comentarios
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27 Sep 2013 - 11:30
#3 Muy buen artículo, solo me gustaría añadir una cosa: el campeonato de las WSR del 2007 no lo perd ... Ver comentario
Totalmente de acuerdo, y lo he matizado en el texto (editándolo otra vez) porque no lo había expresado bien. En realidad me refería a su irregularidad en las 7 carreras que corrió, en las que estuvo por debajo de las expectativas en relación a sus rivales.
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26 Sep 2013 - 23:00
Pero sí que me queda ese recuerdo, st99, esa inconsistencia… que llegó hasta la F1, e incluso en 2010 hizo mejor temporada Webber… hasta que le entró el miedo escénico.
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26 Sep 2013 - 17:41
Muy buen artículo, solo me gustaría añadir una cosa: el campeonato de las WSR del 2007 no lo perdió por su irregularidad si no porque solo compitió en cuatro de los nueve eventos ya que fue llamado para competir en Toro Rosso. De hecho cuando marchó iba líder del campeonato con más de 20 puntos de diferencia con el segundo.
26 Sep 2013 - 16:13
Buena radiografía de Vettel, sí señor. Es verdad que al principio cometía errores de principiante, muy al estilo Lewis Hamilton pero ¡vamos si lo ha ido puliendo! Ahora a por el cuarto...
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26 Sep 2013 - 13:22
JAJAJAJA, enormeee!! Por eso se le ha quedado recto el dedo en las celebraciones… gracias Cristian, todo el mundo lo conoce pero no todos han hablado ocn él.
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