La F1, pendiente del anuncio de los planes de futuro de Renault: podrían provocar el adiós

Afortunadamente la implicación acaba aquí. Como motorista Renault no tiene en estos momentos clientes en óptica 2021. McLaren, su único cliente actual, debe pasar el próximo año a disfrutar de motores Mercedes.

Aunque Luca de Meo no ha tomado aún posesión de su cargo al frente de la compañía –no lo será hasta el 1 de julio–, la decisión sobre la continuidad en la categoría reina del automovilismo depende mucho de lo que se anuncie este 29 de mayo.

Las palabras del ministro francés de economía, Bruno Le Maire, no dejan demasiado margen al optimismo. Le Maire habla a la vez como responsable económico del gobierno y como accionista de la compañía: el 15% de las acciones pertenece al estado. Y como tal ha dicho algo duro: "Renault podría desaparecer, los grandes constructores podrían desaparecer. Hay que ser lúcidos".

No es ni un farol ni algo probable, desde luego. Pero sí un serio aviso de que los recortes y las decisiones sobre el futuro de la empresa serán duras, muy duras. Entre otras cosas porque Renault ha pedido un crédito de 5.000 millones avalado por el Estado, una petición que Le Maire todavía no ha satisfecho. Y el gobierno francés, principal accionista y que podría aumentar su presencia hasta el 20% del capital, quiere que el plan de salvación contemple el mantenimieto del máximo número de puestos de trabajo en Francia, relocalizando cuando sea posible la producción en el hexágono. Y sobre todo, que las ayudas dadas a la empresa queden en Francia.

Los rumores lanzados en Francia señalaban el cierre de cuatro fábricas en el Hexágono, del cese de la producción de algunos modelos, entre ellos la berlina Megane y el Koleos, así como abandonar el proyecto de resurrección de Alpine. Todo ello junto a dar un salto en la electrificación de las gamas restantes. De la marca no ha salido ninguna comunicación oficial.

Actualmente Renault produce el Clio exclusivamente en Bursa –Turquía–, fabrica en Eslovenia y en Argelina; plantas de nuevo cuño más eficaces que las francesas y con menor costo salarial. Y por supuesto tiene tres importantes plantas en España. Obviamente el estado francés no desea que su dinero sirva para financiar estas plantas y a la par tener que apechugar con el desempleo en su país. Y esto, obviamente, debe preocupar también al sector español de la automoción.

En estas circunstancias, la F1 es un gasto difícilmente justificable y la cancelación del programa se ve como un ahorro importante. ¿Su cuantificación? Es difícil decirlo, quizás 150 millones de euros. No es mucho si se quiere, pero sí una cantidad lo suficientemente elevada como para ser tenida en cuenta en estas circunstancias. Sobre todo si tenemos en cuenta que la continuidad sería por la duración del futuro nuevo Pacto de la Concordia.