La sombra de la quiebra amenaza a SsangYong

Pese a que su primer coche eléctrico asoma ya en el horizonte, el futuro más inmediato de SsangYong no parece ser nada halagüeño. El pasado 14 de diciembre el fabricante estaba obligado a saldar su deuda de unos 55 millones de euros con Bank of America, BNP Paribas y JP Morgan, sus principales acreedores. Al no poder afrontar el pago ni existir la opción de renegociar las deudas, la firma asiática ha solicitado una especie de concurso de acreedores que le permita afrontar una reestructuación autónoma. Es decir, sería la propia empresa la que negociara con sus acreedores.

En el caso de que este movimiento no llegue a buen puerto, será un concurso de acreedores real el que entre en juego. De esta forma SsangYong se declararía en quiebra. Salvo giro de los acontecimientos existen grandes posibilidades de que éste que será el final de esta historia, puesto que los ingresos de la marca no son a día de hoy suficientes como para saldar deudas.

El bote salvavidas para SsangYong puede llegar de la propia Corea del Sur, país que cuenta con paquetes de ayudas estatales para resolver situaciones así. Eso sí, para acceder a ellas se deben cumplir una serie de requisitos, como son paralizar la venta de activos, continuar con su actividad comercial y no dejar de pagar ni a sus empleados ni a los suministradores.

La pandemia de coronavirus es la principal causante de los malos números de SsangYong en 2020. Durante los primeros 11 meses del año ha vendido en todo el mundo 96.825 unidades, es decir, un 20% menos que el año pasado. Anteriormente a esto la marca ya acumulaba pérdidas. Además, Mahindra, propietaria del 75% de SsangYong, no quiere saber nada del asunto y busca desde hace tiempo un comprador.