Silverstone alarga el piano de Becketts

La obra alarga el piano de salida varios metros. Varios pilotos colocaban sus neumáticos izquierdos en la hierba para ir más deprisa, salir más rapidos de Becketts y trazar Chapel antes, pero a costa de arrojar tierra y alguna piedra a la pista.

Aunque Pirelli ha asegurado que la razón de los pinchazos de Hamilton, Bottas y Sainz es que posiblemente se usaron las gomas más vueltas de las previstas y se ha mostrado lo suficientemente tranquila al respecto como para mantener su elección de neumáticos más blandos que los del GP de Gran Bretaña para este fin de semana –con la única precaución de aumentar la presión mínima–, se cree que los pianos pudieron ejercer también un papel en la debacle.

Las grandes velocidades de Silverstone, sus rapidísimas curvas, obligan a las gomas a encajar esfuerzos laterales excepcionales y los impactos con los pianos son también más estresantes.

Hamilton y Bottas seguro que tendrán más cuidado con los pianos en esta ocasión. De hecho ya en Austria, al menos en la prueba de apertura, debieron tener especial cuidado, pero en ese caso porque las vibraciones producidas al pasar sobre ellos dañaban un sensor del cambio.

Es el eterno problema con los pianos. Se supone que representan el límite lateral de la pista y no deberían usarse, pero los pilotos intentan aprovecharlos para poder elegir trayectorias más amplias y rápidas. Se ha convertido en un hábito tal que ya sólo se sanciona el poner las cuatro ruedas sobre el piano y aún se efectúa una advertencia previa.

Ésta es la razón por la que equipos y pilotos se quejan tanto cada vez que se instala un nuevo elemento disuasorio, una salchicha o cualquier otra cosa. En aras de la seguridad, protestan porque pueden hacer perder el control o bien porque pueden dañar ya sea el ala, el fondo plano o el difusor.

Pero con ellos pasa lo mismo que con las escapatorias de asfalto: los errores, involuntarios o no, no pasan factura y, por el contrario, se reflejan de forma positiva en los tiempos.