Por qué el F1 2019 sí es un simulador interesante

El nuevo F1 2019 supone el equilibrio perfecto para el que quiera disfrutar de un título de conducción profundo y duradero sin que eso signifique tener que convertirse prácticamente en un piloto virtual profesional. No, no es un simulador como rFactor o Assetto Corsa, ni tampoco lo pretende. Sin embargo, eso no significa que los monoplazas sean fáciles de controlar si desactivamos todas las ayudas disponibles o que los más exigentes vayan a aburrirse a las pocas partidas. De hecho, éste es uno de los grandes puntos fuertes del juego. Es capaz de divertir tanto a los jugadores noveles como a los más expertos y exigentes.

¿JUGAR A SER PILOTO O SER PILOTO?

De un tiempo a esta parte, los modos Multijugador –más abajo detallamos el de F1 2019– de los juegos de Fórmula 1 y de conducción en general han adquirido un gran auge. Tanto que se llevan a cabo competiciones a nivel mundial en lo que se conoce como eSports. ¿Convierte a los campeones de esta disciplina en pilotos aptos para realizar un buen papel en la vida real? No, rotundamente no. Algún caso aislado puede aparecer, pero baso mi argumentación en mi experiencia en el mundo de los videojuegos de carreras desde que tengo uso razón y en los circuitos reales desde hace más de 15 años, los que hace que compito en diversas categorías del karting nacional –actualmente KZ2, la clase reina de nuestro país con karts de dos tiempos, 125 centímetros cúbicos, seis marchas y unos 50 caballos de potencia–. F1 2019 recrea muy bien todo el universo de la Fórmula 1, sí, pero la dureza de las reacciones de los monoplazas se ha suavizado lo sufiente para que, aún dotados de cierto realismo, todos podamos controlarlos.

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Puede que otros simuladores cierren más la brecha entre el mundo real y el virtual, pero en ningún caso se llega a sentir lo que en un coche de carreras de verdad. Y ya no hablamos de las reacciones del mismo, que también, sino de la propia tensión que genera y el esfuerzo físico que demanda, a lo que hay que sumar ese pequeño porcentaje de miedo –todos lo sentimos, que no os engañen– que da la posibilidad de tener un accidente. Así que sí, F1 2019, como otros títulos similares, nos permite jugar a ser pilotos, que no serlo de verdad por muchos campeonatos del mundo que se celebren. En definitiva la real y la virtual son disciplinas automovilísticas diferentes, lo que no quita que la segunda sea tan o más competitiva que la primera.

• F1 2019, UN PASO ADELANTE

En lo que se refiere al control del monoplaza, F1 2019 es una clara evolución del buen trabajo realizado durante los últimos años. Se aprecian pasos adelante en todos los apartados, pero ninguna mejora radical. Por ejemplo, el sistema de suspensiones introducido el año pasado para ganar realismo está ahora mucho mejor implementado. El comportamiento del coche sobre los pianos y demás imperfecciones del trazado es más natural. Se gana realismo además en el control del ERS, que en esta edición debemos gestionar mucho mejor en carreras de larga duración, algo que no sucedía en un F1 2018 donde podíamos completar grandes distancias con una gran parte de la potencia de la batería desplegada.

La configuración de los reglajes del monoplaza sigue los mismos patrones que vemos desde hace años en las diferentes ediciones del juego de Codemasters, salvo por un detalle. Se ha eliminado la posibilidad de jugar con el lastre del vehículo, algo que en lugar de facilitar la puesta a punto del mismo, la dificulta. Antes era posible modificar este balance para hacer que el coche girase más o menos en un determinado circuito sin tener que tocar el resto de reglajes, algo que no resultaba fiel a la realidad. Ahora habrá que romperse más la cabeza para lograr esas décimas extra en cada circuito a través de retoques en las suspensiones, las caídas o la aerodinámica. Ya no podremos salir con una configuración similar en Monza o en Suzuka, por citar dos ejemplos de pistas que demandan reglajes bastante diferentes.

No obstante, donde más mejora se nota en F1 2019 si hablamos de jugabilidad pura y dura es en la Inteligencia Artificial de los rivales. Un servidor no recuerda juego de conducción en el que los adversarios controlados por la CPU se comporten de manera tan realista. Atacarán de una forma mucho más agresiva que antes –ojo a las salidas, que nos pasa hasta el apuntador en la primera frenada–, mientras que sus defensas tienen un comportamiento más realista. Tanto a la hora de tapar huecos como cuando toca aguantar en paralelo, con lo que no hay que dar nunca por consolidado el adelantamiento hasta que no veamos al rival por el retrovisor. En el debe sólo hay que apuntar que a los pilotos que controla la IA aún les cuesta bastante lidiar con el tráfico, algo que se hace especialmente notable cuando se detienen pronto en boxes en las carreras largas donde esto es obligatorio. Hacer un 'overcut' muchas veces es la mejor decisión.

• LOS MODOS DE JUEGO

El gran reclamo de la Legends Edition de F1 2019, la sorpresa de la que hablábamos al principio, son Ayrton Senna y Alain Prost, algo que Codemasters ha publicitado hasta la saciedad. Sin embargo, algo que a priori parecía un punto muy a favor del juego se ha acabado por convertir en uno de sus grandes lunares. Sí, podemos pilotar el McLaren y el Ferrari del año 1990, pero no recrear momentos históricos como aquella famosa colisión en Suzuka que decidió el título de aquella temporada. Hubiese sido perfecto que F1 2019 nos dejase cambiar la historia, pero finalmente los duelos entre Senna y Prost quedan reducidos a una serie de desafíos sin mucha profundidad.

Dicho esto, el gran modo de juego de F1 2019 es, de nuevo, el de carrera profesional, más profundo que antes. La carga narrativa de la historia ha crecido considerablemente, de tal forma que ahora se crean nuevas rivalidades o nuestra interactuación con la prensa tiene más peso. Y todo con un comienzo en la categoría de plata, la Fórmula 2, que por desgracia se ha desaprovechado enormemente. Que conste que el campeonato se puede disputar por separado, pero en este modo carrera sólo es una introducción que no influye nada en el devenir de los acontecimientos. Nos limitamos a jugar sobre una serie de escenarios predefinidos que, independientemente del resultado, acaban en una carrera final en Abu Dabi en la que curiosamente nos jugamos el título. Ganarlo o no es lo de menos, porque igualmente vamos a tener la opción de elegir cualquier escudería para comenzar nuestra andadura en la clase reina. Una pena que Codemasters haya prescindido de esta forma de dar aún más profundidad y dificultad a la historia. Al menos el control de los monoplazas de F2 no tiene nada que ver con los de F1, de tal forma que los que vengan de ediciones anteriores del juego oficial tendrán que acostumbrarse si quieren ser rápidos con ellos.

El resto de modos off-line son los de siempre, de tal forma que pasamos a destacar el otro punto fuerte en este sentido el Multijugador. De nuevo vuelve a poner en marcha la ya conocida Superlicencia, que una vez más sirve para crearnos una reputación como piloto y poder competir contra gente del mismo nivel. Y no sólo hablamos de rendimiento, sino también de limpieza en la pista. Además el juego permite personalizar los colores de nuestro monoplaza a partir de unos diseños predeterminados, con lo que ya no estamos obligados a defender los colores de nadie. Por supuesto, podemos jugar 'eventos semanales' en los que entre semana se busca el mejor tiempo para, el fin de semana, competir contra rivales de nuestro nivel. Además están las 'ligas', que pueden disputar hasta 20 jugadores.

• UNA CONSIDERABLE MEJORA GRÁFICA

Una de las críticas recurrentes que se les hace a los videojuegos que salen anualmente es su falta de mejora en el ámbito visual. Pues bien, en F1 2019 esto no es posible porque Codemasters ha dado el 'do de pecho' con su nuevo producto. Todos los circuitos tienen un mayor grado de detalle, mientras que la iluminación se ha mejorado. Esto último tiene una especial incidencia en las carreras nocturnas, que son un auténtico espectáculo de destellos y reflejos que apreciaremos incluso en plena carrera cuando nuestra atención esté centrada principalmente en nuestros rivales.

Mención aparte en el apartado gráfico merecen los neumáticos. El acabado brillante que tienen los Pirelli de 2019 cuando son nuevos queda perfectamente reflejado en el juego. Éste se pierde paulatinamente incluso mientras respeta el ángulo de caída de la goma, de tal forma que la parte interior es la que se ve castigada principalmente. Además, este desgaste tiene una incidencia clave en el devenir de las pruebas, sobre todo en aquellas de suficiente longitud como para que haya paradas en boxes. En este sentido, recomendamos carreras al 50% de su duración real, pues el propio sistema del juego vuelve a adecuar a la perfección la vida útil de los neumáticos, de tal forma que ya se pueden llevar a cabo diferentes estrategias que nos lleven a la victoria o al ridículo más absoluto sin tener que estar casi dos horas con el mando/volante en la mano.

En definitiva, F1 2019 puede que no sea el simulador más realista del mercado, pero sí que podemos decir sin miedo a equivocarnos que se trata del mejor juego de Fórmula 1 que haya existido jamás. Cuesta dominarlo, sí, pero cuando uno lo logra es de lo más gratificante. Recordemos que en las plataformas Xbox One y PS4 ya se encuentra a la venta la versión Legends Edition a un precio de 79,95 euros, mientras que la versión convencional del juego sale este mismo viernes 28 de junio –ofrece lo mismo salvo por los desafíos de Senna y Prost, por desgracia prescindibles– a 69,95 euros para las dos videoconsolas y a 49,95 para PC. Eso en cuanto a tiendas especializadas porque en grandes superficies –todos sabemos sus nombres– podemos arañar unos cuantos euros a la factura.