Barcelona restringe el tráfico en su primera 'superisla'

Las ciudades del futuro serán lugares apacibles donde la polución y el estruendo no tendrán cabida, pero mientras esperamos a que el parque móvil se renueve por completo con vehículos más eficientes y silenciosos, y a que las mecánicas híbridas y eléctricas reemplacen a los motores de combustión, algunas ciudades ya han tomado algunas primeras medidas.

El consistorio de la ciudad condal ha iniciado un Plan de Movilidad que propone la creación de 'superislas' –superilles en catalán– formadas por grupos de edificios próximos entre sí y entre los cuales está restringida la circulación de vehículos a motor.

El primero de estos bloques a modo de supermanzana ya se encuentra delimitado como proyecto piloto en el barrio de Poblenou, y de su éxito depende la creación de nuevas super-islas. En esta primera iniciativa no se ha prohibido completamente el tráfico, pero sí se ha acotado el estacionamiento y los peatones y bicicletas cuentan con prioridad sobre los vehículos a motor.

El Plan de Movilidad de Barcelona proyecta decenas de 'superisla' por toda la ciudad con el objetivo de disminuir la contaminación y crear numerosos espacios para los peatones y ciclistas, lo que supondrá cortar el tráfico en 120 intersecciones.

Esta idea no es completamente nueva, ya que en 1993, Salvador Rueda –director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona desde 2000– creó este concepto como un conjunto de nueve bloques de edificios de tamaños similares y disposición regular, lo cual es posible dada la distribución en cuadrícula del Ensanche de Barcelona.

La ciudad de Nueva York ha anunciado que está estudiando el modelo catalán y valora su implementación en la isla de Manhattan. Parece que en esta ocasión Barcelona es un referente para la Gran Manzana.