Ferrari F40: ¿valor refugio o mera especulación?

Hace apenas unos días el emblemático modelo de Ferrari rompía su propio récord al pagarse 1.120.000 euros –sí, no sobra ningún cero- por una unidad de 1992 con menos de 5.000 kilómetros en su marcador.

En los tiempos de crisis, donde los ricos son cada vez más ricos y los mercados son más volátiles que nunca, existen alternativas como refugio de valor para aquellos que quieren tener su dinero a buen recaudo. En los últimos años, para algunos tenerlo en el banco no parecía la mejor opción por temor a corralitos, quiebras y otros problemas derivados de la situación económica.

Los coches clásicos han pasado a ser uno de los valores refugio –inversiones que aún en tiempos de crisis tienen alta probabilidad de mantener sus beneficios- más allá de los típicos como el oro. Pero en este caso no hablamos de clásicos populares como pueda ser un Seat 600, sino de unidades especiales muy exclusivas y de tirada limitada.

El caso llevado al extremo lo tenemos en el Ferrari F40. No hay otra forma de explicar como una unidad en buen estado valía unos 300.000 euros en 2010 y ahora superan el millón. Es uno de los superdeportivos más míticos y reconocidos, cada vez quedan menos y cada vez son más caros.

No sólo los superdeportivos clásicos suben, modelos como el Honda S2000 son ahora mucho menos accesibles

Esto me lleva a dos conclusiones. Primera, todo lo que sube baja. La burburja actual de los coches clásicos también se pinchará cuando la economía vuelva a su cauce y se recupere la confianza en el sistema. A quién le toque pagará el pato, aunque realmente no creo que alguien que se puede permitir invertir 1 millón de euros en un F40 vaya a verse realmente afectado si baja su valor un 50%.

Pero indirectamente si que nos afecta al resto de aficionados, ya que no sólo los superdeportivos clásicos suben. También se ha contagiado a otros modelos que en pocos años han duplicado sus precios y ya no resultan tan accesibles. Hablo de modelos como el Honda S2000, el BMW 635 o los R5 GT Turbo, entre muchos otros.

En segundo lugar, el lugar donde un coche debe estar es en la carretera. El miedo a estampar –literalmente- la inversión ha llevado a que cada vez los clásicos se utilicen menos y, en muchas ocasiones, también estén mal mantenidos, ya que no son verdaderos aficionados los que los adquieren, sino meros especuladores.