Cada vez más dudas: Porsche también rebaja sus expectativas sobre el coche eléctrico

El crecimiento exponencial de Tesla a finales de la última década propició que la mayoría de fabricantes redoblaran sus esfuerzos en el coche eléctrico, temiendo quedarse obsoletos y perder el tren de la electrificación. Es por eso que multitud de grandes nombres hicieron anuncios de gran calado. Audi, por ejemplo, dijo que lanzaría su último modelo nuevo con motor de combustión en 2026 y la Unión Europea llegó a confirmar que, a partir de 2035, ya no se podrían comprar coches de gasolina y Diesel.

Sin embargo, según pasan los años parece cada vez más obvio que las previsiones iniciales eran demasiado optimistas. Las marcas no dudan de que el coche eléctrico vaya a ser una realidad factible, sino que creen que su adopción será más lenta de lo que habían pensado en un primer momento. Y por eso algunos fabricantes ya se han empezado a desdecir de sus objetivos originales, toda vez que constatan que no los podrán cumplir.

El último caso es el de Porsche, que ha declarado a la agencia Reuters a través de un portavoz que “la transición a los coches eléctricos llevará más tiempo de lo que creíamos hace cinco años”. Dicho de otro modo: que no se podrá cumplir el objetivo de que cuatro de cada cinco Porsche vendidos sean eléctricos en 2030. Desde Stuttgart no apuntan a una nueva previsión de ventas.

Hasta nuevo aviso, sin embargo, Porsche mantiene su estrategia de producto. Y eso comienza con las entregas del nuevo Porsche Macan a partir de este mes de septiembre, lo cual es una decisión atrevida en tanto que se trata del modelo más vendido de toda la marca y que la nueva generación está disponible única y exclusivamente con motorización eléctrica.

GENERAL MOTORS TAMBIÉN REBAJA EXPECTATIVAS

El posicionamiento de Porsche ocurre apenas una semana después de que la consejera delegada de General Motors, Mary Barra, admitiera públicamente en una entrevista que no podrán cumplir su objetivo de fabricar un millón de coches eléctricos antes de finales de 2025.

Barra adoptó un discurso idéntico al de Porsche: no dudó de la viabilidad del coche eléctrico a largo plazo, sino que dijo simplemente que necesitarían más tiempo para cumplir sus metas. Lo cual no es la confirmación de que la mayoría de marcas se han visto sorprendidas por la respuesta de los clientes, más reticentes a la transición de lo que habían imaginado.

De hecho, este mismo mes de julio se ha sabido que en Audi están muy decepcionados con la recepción de su buque insignia eléctrico: el Audi Q8 e-tron. El restyling del e-tron original es el mayor coche eléctrico de la marca de los cuatro aros, pero la demanda es tan pobre que ahora mismo se plantean terminar su vida comercial antes incluso de lo previsto.

Y a principios de año fue el turno de Mercedes-Benz, que también ha visto cómo fallaban sus cálculos. Según sus previsiones, en 2023 sus ventas eléctricas tenían que suponer el 20% del total de la marca. En vez de eso, están al 12%. Y las dudas que eso ha generado en el seno de la marca ha motivado que su consejero delegado ya se haya desdicho públicamente del objetivo de llegar a 2030 con un 100% de ventas eléctricas. En vez de eso, la nueva meta es llegar al 50% en algún momento de la segunda mitad de esta década.