Mercedes o cuando los podios se gestan a 2.000 kilómetros de distancia y con el piloto reserva

El elogio ha puesto de nuevo en evidencia algo que se ha olvidado con facilidad: el papel de los garajes remotos y el del piloto de simulador.

Obviamente, Mick no estaba en Montmeló, sino en Brackley. Los datos de los ensayos libres del viernes no eran muy positivos o al menos no lo suficiente. Mientras los mecánicos respetaban el toque de queda y se iban al hotel, los ingenieros con sus portátiles mantenían contacto con la fábrica.

Y allí, más ingenieros comenzaban a buscar soluciones que de inmediato probaba Mick Schumacher en el simulador. “Mick hizo un gran trabajo el viernes por la noche”, sentenció Hamilton.

El coche el sábado era otro. Eficaz, predecible, equilibrado. Una noche de trabajo a 2.000 kilómetros de distancia que dio sus frutos. Por la mañana, los ingenieros tenían las instrucciones para los cambios en el set-up a falta del ajuste final a los gustos de cada piloto. Y funcionaron.

Todos los equipos tienen ese ‘ejercito en la sombra’, comunicado en tiempo real durante los ensayos y la carrera. Puede disponer de todos los datos y, sobre todo, de una capacidad de cálculo mucho mayor en los mega ordenadores de fábrica, cosas que no se tienen en el circuito o que ahora ya no se llevan. Por eso, los equipos que se desplazan pueden ser más pequeños.

En plan ‘teletrabajo’, aunque sea en la fábrica, se hacen muchas cosas. Incluso durante la carrera se ayuda a tomar las decisiones tácticas.

La eficacia de este ‘box a distancia’ depende mucho de los medios de cada equipo. Sobre todo, de la fiabilidad del simulador, es decir de la correlación de sus datos con los de la pista, y también del piloto probador.

Pedro Martínez de la Rosa sabe perfectamente lo que es eso. Él fue un adelantado en el tema de la simulación, cuando McLaren era el pionero en esta vía. Por eso cuando Alonso fue a Ferrari, llamó a Pedro.