El verdadero problema de la clasificación: el peligro de los coches lentos

Me gusta el actual formato, lo reconozco, pero llevamos algún tiempo viendo situaciones de ‘alto riesgo’, sobre todo en los instantes finales de una tanda.

En Abu Dabi se ha puesto en evidencia sobre todo en los momentos finales de la última tanda, cuando Sebastian Vettel, a toda máquina, debió sortear hasta tres rivales que iban excesivamente lentos… por no decir virtualmente parados. Pedro de la Rosa, en el directo de la Clasificación, recalcó que algunos de los accidentes más graves de F1 se han producido por una diferencia de velocidades excesiva. No me extrañaría que en Abu Dabi este delta estuviera sobre los 200 kilómetros/hora.

No sé si Vettel perdió mucho tiempo en este incidente, ocurrido en las últimas curvas del trazado. Quizás eso sea lo de menos, sobre todo porque lo que importaba en ese momento era pasar a la siguiente tanda y lo consiguió. Seguro que más de un piloto se hubiera quejado, hubiera hecho atronar la radio, pero no fue así.

La raíz del problema es triple. De una parte, que la mayoría de pilotos esperan al final de la tanda para su intento definitivo "porque la pista va mejorando" gracias a la goma que se va depositando. De otra, el interés en dejarse espacio con el que precede, para procurarse un flujo de aire lo más limpio posible… salvo que el de delante sea tu compañero y está pactado que te dé rebufo. Y el tercer lugar, mantener las gomas en la temperatura idónea, la que ofrece el equilibrio óptimo entre adherencia y degradación. Y esto era complicado en Abu Dabi, con un sector central propenso a causar sobrecalentamiento de las gomas y era imprescindible ‘refrigerarlas’ yendo muy lento al final.

La suma de estos factores es lo que provoca estas situaciones. El que va en vuelta debe cruzar los dedos tanto para no encontrarse un piloto que va lento porque ya ha hecho su intento y va camino de boxes como el que prepara su intento y va intentando dejar las gomas a la temperatura idónea.

No es sencilla la solución, salvo que se retorne a los tiempos de un solo intento en solitario, no tan lejanos. Interesante, pero bastante menos espectacular y televisiva.

También se podría poner un tiempo mínimo para hacer los dos últimos sectores (o en los últimos sectores, porque los equipos de F1 manejan al menos una docena de sectores) en la vuelta de calentamiento, un crono lo suficientemente rápido como para que el delta de velocidad resulte asumible.

O quizás hacer que las gomas ‘soft’ no fueran sencillas de calentar ni se degradaran tanto. Algunos pilotos llegaban ya sin ‘goma’ a las curvas finales.

Es más importante solucionar este problema que sancionar al piloto que provoque una amarilla o roja en Clasificación. Después de todo, si se va al límite, el error está al acecho.