De la astucia de McLaren a la presunta trampa de Red Bull, caso cerrado

Esto es, más o menos, lo que sucede con Red Bull ahora. Les han encontrado ‘la chuleta’, pero no les han pillado utilizándola… "y resulta imposible saber si lo han hecho". No es lo mismo consultar el libro en un examen teórico que en uno práctico, donde se usan libros y apuntes. Tienes el problema del examen en la colección.

Así que, caso cerrado… problema arreglado, sin necesidad de recurrir a la Dra. Polo del programa de dicho nombre, mal que le pese a Zak Brown o Ferrari, sobre todo a los primeros.

Bueno, el dicho del colegio, en realidad, no tenía en cuenta una cosa: si te encontraban la chuleta o el libro en una posición sospechosa, aunque estuviera cerrado, bastaba. Pero en el caso de la F1, hay que pillar al infractor ‘con las manos en la masa’.

Brown lo sabe muy bien. Algunos le recordaban que sus coches, los McLaren, también llevaban una astucia, la del ‘difusor flexible’ o como quieran llamarle. Ambas cosas son irregulares, pero una está hecha para posibilitar una acción prohibida, mientras que la otra se acerca más a lo que es una laguna o zona gris del reglamento, susceptible de interpretación, para conseguir un efecto prohibido.

Si me lo permiten, diría que una cosa está hecha para burlar el control del reglamento, como en su día aquel ‘depósito extra’ de los BAR Honda que permitía ir la mayor parte de la carrera por debajo del peso mínimo o aquellas bolitas de hierro, bolas de cojinete, que Tyrrell usaba con el agua de refrigeración justo antes de la verificación final. Eran tiempos, los de Tyrrell, en los que se permitía reponer aceite y agua antes del pesaje final, porque los coches consumían mucho de estos elementos… y si con el agua añadimos esas bolitas, pues llegamos al peso que, de otra forma, no alcanzaríamos.

Lo otro me recuerda al ‘mass damper’ de Renault en los años dorados de Fernando Alonso: un amortiguador de inercia que, en última instancia, servía para mantener la aerodinámica en su lugar. En este caso, no hubo sanción, sino prohibición ‘a partir de…’, porque era una cuestión alambicada de interpretación de reglas.

Las zonas grises están ahí; las interpretaciones de las reglas, también. Aunque el reglamento dice que se podrá prohibir cualquier cosa contraria al ‘espíritu de la norma’, a veces, algo no se prohíbe de inmediato. No sucedía así con el doble difusor que dio el título a Brawn; simplemente, era un punto no imaginado por los redactores de las reglas, un área libre de regulación.

Uno de los trabajos de los ingenieros de F1 es buscar el ‘beneficio secundario’. Es decir, diseñar una pieza no solo para que cumpla su función, sino para que además proporcione beneficios adicionales en áreas donde, en teoría, la pieza en cuestión no debería intervenir.

El alerón de McLaren —abandonado ya en esta prueba, donde estrenan nuevos perfiles de ala— era algo así. Como lo fueron en su día las alas delanteras flexibles. Se juega con la resistencia y flexibilidad de un elemento para que supere la verificación, pero si se somete a cargas mayores, la flexión juega de forma que mejora la aerodinámica, ya sea con el ‘DRS extra’ de McLaren o con las alas delanteras que rozan el suelo en sus extremos.

En la F1, todo o casi todo vale. Como quien dice, ‘el más tonto hace relojes de precisión’ y los equipos buscan en todo momento la forma de rodear, evadir o burlar cualquier norma restrictiva de las prestaciones. De la astucia a la trampa, a veces, el hilo es muy fino.