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Paul Frère: el periodista más rápido del mundo

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José Miguel Vinuesa
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30 Ene 2017 - 14:10

La excelencia en una faceta de la vida es algo complicado, sea la que sea. Hacerlo en dos, es prácticamente imposible. Pero a veces hay conjunciones, talentos capaces de destacar en dos o más actividades. Uno de ellos fue Paul Frère: ingeniero, periodista y piloto.

Nacido en Le Havre, Francia, un 30 de enero de 1917, su nacionalidad era sin embargo belga. Fue de hecho en Bélgica cuando la chispa por el automovilismo se encendió: su tío le llevó a ver una carrera en Spa-Francorchamps cuando tenía nueve años. No podía saberlo por entonces, pero el circuito de las Ardenas sería su hogar deportivo, su talismán.

De niño, era capaz de reconocer las marcas y modelos sólo con un primer vistazo y sus conocimientos mecánicos, durante la Segunda Guerra Mundial, se profundizaron mientras trabajaba en un garaje en Francia. Aunque la ingeniería y el periodismo empezaban a ser dos materias que le generaban un gran interés, la ambición competitiva estaba en su interior. Pero sin grandes pretensiones.

“No deseaba ser campeón del mundo. Sólo quería formar parte”, contó una vez Frère, que tuvo sus primeras experiencias al volante con el coche de su madre, por Bruselas. Pero las primeras carreras fueron sobre dos ruedas, sobre una Puch de 125cc, con la que logró incluso algunos récords de velocidad. Ahí fue clave una figura que le ayudaría en otros momentos de su carrera: Jacques Ickx, respetado periodista belga del mundo del motor y padre del gran Jacky Ickx.

El primer contacto serio con las cuatro ruedas fue en 1948, cuando convenció al entonces estudiante Jacques Swaters - que acabaría siendo un importante concesionario Ferrari en Bélgica y fundador de la Ecurie Nationale Belge y de la Ecurie Francorchamps - para participar con un MG PB de 1936 en las 24 Horas de Spa.

Por entonces, empezaba a ser un reputado periodista, cuyas pruebas de automóviles eran precisas y descriptivas, Pero con la cuarta posición en su categoría en aquél viejo MG, en un circuito como el viejo y rápido Spa, las perspectivas deportivas de Frère florecieron. En 1950 y 1951 venció a los mandos de un Dyna Panhard el GP de Coches de Producción en Spa-Francorchamps.

Sin embargo, no fue hasta 1952 que eclosionaron. Fue de nuevo Jacques Ickx el que recomendó a Frère para que formara parte de un equipo totalmente belga, junto a Swaters, Johnny Claes y André Pilette, para que a los mandos de un Oldsmobile participasen en el GP de Coches de Producción. El detonante fue en Spa, en 1951. Frère trabajaba para el agente de Jaguar en Bruselas y la marca había enviado algunos XK120 a la prueba, uno oficial para Claes y dos privados. Uno de ellos para el Baron Jean Dufour, que se encontraba incapaz de acercarse a los tiempos de Claes. Frère cubría el evento y le pidieron que probase el coche.

Spa le gustaba. Spa le encajaba como un guante. Con aquel deportivo de gran rendimiento, Frère no sólo marcó buenos tiempos: al acabar las tres vueltas de prueba, había marcado el mejor tiempo absoluto para la carrera. Eso llamó definitivamente la atención de todo el mundo y aunque parecía que con las carreras de turismos Frère estaba satisfecho y de hecho, ganaron con el Oldsmobile la carrera de Spa de 1952, el automovilismo de alto nivel le estaba esperando.

Porque esa victoria le llevó a una invitación para el Gran Premio de Bélgica y a que se pusiera en contacto con HWM para correr con ellos. La prueba para darle el volante fue en el GP des Frontières, en Chimay, el uno de junio. Allí, Frère ganó tras remontar desde la octava posición y adelantar a Kenneth Downing en la última curva. Era su primera victoria en un monoplaza. En el GP de Bélgica, el día 22 del mismo mes, bajo una intensa lluvia y en su primera carrera mundialista, Frère acabó en quinta posición con el HWM 52 y logró los primeros puntos de su carrera y mientras tanto, su reputación como periodista estaba al alza y por esa razón, nunca quiso un programa de carreras completo, que llenase todo el año de actividad. Sí, tenía calidad, era rápido, pero se debatía entre el circuito y las letras:

“Todavía considero mi carrera deportiva como una actividad de ocio en la que tomaba parte para relajarme. No quería estar comprometido a hacer un programa completo de eventos. Sólo quería hacer las carreras en las que disfrutaba, desarrollando mi carrera de periodista pero manteniéndome esencialmente como un deportista”, relataba.

Y así es como en 1953 ganó en su categoría una carrera tan dura como la Mille Miglia en un Chrysler de turismo, tras rechazar la oferta de Jaguar de correr en un Mk7 en la categoría principal. En 1954, en el ámbito de la Formula 1, se enroló en el equipo de Gordini, pero la experiencia, como casi la de todos los que pasaban por el equipo francés, fue traumática. Era puntualmente más rápido que la estrella francesa Jean Behra, hasta que en el Nürburgring, en la rápida sucesión que lleva de Bergwerk al Karussell, una rueda se desprendió y a duras penas pudo evitar un fuerte accidente. Se juró a sí mismo no volver a tocar un Gordini. Y no lo hizo.

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Inauguración del monumento a Frère durante el GP de Bélgica 2008, en Spa-Francorchamps

Pero en vez de suponer un descenso en el nivel de los coches que ponían a su disposición, llegó la llamada de Ferrari. Para la Formula 1. Como piloto oficial. Era 1955: “Nello Ugolini me invitó a probar los “Super Squalo” en Imola, y me dijo que el plan del equipo era darme un coche para el GP de Bélgica. Cuando quedó claro que también me querían para el GP de Mónaco, rechacé esa propuesta", contó.

Así que para Mónaco sería tan sólo piloto de reserva. Y ahí se vio la habilidad como ingeniero de Frère. Alli, en las prácticas, descubrió un coche muy sobrevirador y pidió probar el vehículo sin barra estabilizadora delantera, pero el ingeniero se aterrorizó. “No, es parte del diseño, no podemos tocar eso", decía. El coche no era malo, según Frère, pero Ferrari era algo reacia a los cambios. En la carrera, finalmente tuvo que conducir, cuando Piero Taruffi le entregó el coche a mitad de carrera, tras muchos problemas que les hicieron rodar retrasados. Frère se dedicó a aprender el coche y acabó octavo. Cosas de la vida, la carrera la ganó su compañero Maurice Trintignant.

En Spa, el Ferrari 555 parecía otro, mejor adaptado a las rápidas curvas del circuito belga. Frère sólo pudo ser octavo en la clasificación, pero con el chasis 555-1 remontó hasta el cuarto lugar, detrás de Fangio, Moss y su compañero Farina. En su circuito fetiche, había sacado lo mejor del coche, mientras que Farina se quejaba amargamente de todo.

Pudo haber corrido Le Mans con Mercedes y probó con ellos, pero finalmente rechazó la oferta y los alemanes optaron por Pierre Levegh. Frère haría pareja con Peter Collins en Aston Martin y conseguiría un gran resultado en la prueba cumbre del automovilismo: segundo clasificado. Sin embargo, un accidente con un Ferrari Monza en el GP de Suecia para coches deportivos, le dejó apartado casi todo lo que restaba de año tras romperse la pierna y dejarle algunas preocupaciones. Porque Frère seguía escribiendo en  periódicos de prestigio como L’Equipe y Le Sport. Tenía mujer e hijos y 39 años y el automovilismo empezaba a ser demasiado activo.

Sin embargo, 1956 fue uno de sus mejores años, con victoria en la carrera de turismos de Spa, segundo en las 12 horas de Reims y participando con un Dauphine Renault en la Mille Miglia. Pero Frère pensaba en la retirada: “Estaba intentando retirarme del automovilismo, algo que no lograría en los siguientes cuatro años", compartió.

De hecho, rechazó una oferta de Ferrari para correr con los D50 en Bélgica. Luigi Musso se había lesionado en los 1000 km. de Nürburgring y Frère era el seleccionado. Estaba allí, en Spa, en los entrenamientos, cubriendo el evento y viendo un Ferrari parado en los boxes. Los coches pasaban rugiendo en mitad de la lluvia y Frère quiso probar el coche ideado por el gran Vittorio Jano. Casi sin darse cuenta, estaba en la pista, y enrolado en el GP.

Una carrera que fue la mejor de su trayectoria en F1. Fangio y Moss se escaparon y Frère estaba en lucha con Behra, Trintignant y Schell. Los dos primeros tuvieron problemas, como también Moss y Fangio, pero Frère iba muy rápido y marcó el tercer giro más veloz, sólo tras Fangio y Moss. Cruzó la línea de meta en un impresionante segundo puesto, sólo superado por su compañero Collins. Era su primer podio en la F1 y el último porque a finales de 1956, tomó realmente la decisión de reducir drásticamente su actividad deportiva y centrarse en su carrera periodística. Era tan bueno al volante como frente a la máquina de escribir. Pero la segunda tenía menos riesgos. Y aún así, participó en algunas carreras. Por ejemplo, en Sudáfrica.

El Equipe Nationale Belge quería probar dos Cooper-Climax de F2 que había comprado y Frère quería saber cómo se conducían esos nuevos coches que estaban dominando en la F1, así que se fue a East London para el GP de Sudáfrica de 1960, prueba no puntuable para el Campeonato. Probó el coche y la misma curiosidad le acabó viendo en la carrera, en la que consiguió doblegar, nada más y nada menos, que a Stirling Moss, considerado entonces el mejor piloto del momento.

Eso le acabó llevando, vía la petición del equipo nacional a la Scuderia Ferrari, a participar en las 24 Horas de Le Mans junto a su compatriota Olivier Gendebien. El coche era el Testa Rossa y juntar a un gran especialista en carreras de gran distancia como Frère, con el que por entonces era el mejor absoluto en este tipo de pruebas como Gendebien, dio como resultado la victoria en la legendaria prueba de resistencia. Más aún, su compatriota le cedió el turno para que fuera él el que cruzase la línea de meta. Tenía 43 años, y esta vez sí, decidió poner punto final a las carreras. Había conseguido mucho más de lo que jamás hubiera deseado.

Pero eso no significa que un hombre curioso como Frère se estuviera quieto. Probó otros coches de carreras, siguió con crónicas y análisis y se forjó una reputación envidiable como periodista, fue el editor europeo de la prestigiosa Road and Track. Escribió varios libros, destacando uno dedicado a explicar la conducción deportiva: 'Sports Cars and Competition Driving', así como algunas de las referencias literarias en el mundo de Porsche, del que se hizo un especialista, usando un 911 como coche personal. De hecho, probó todos y cada uno de los Porsche desde 1970 hasta su muerte, y todos es todos, hasta los de carreras. Fue miembro del Comité Técnico de la Commission Sportive Internationale y director de carrera del GP de Mónaco.

Apasionado de la música - “nada salvo Mozart” - y del arte, educado, humilde y cercano, a la edad de 86 años se puso a los mandos del Audi R8 de Le Mans para probarlo. Marcó 280 km/hora en Les Hunaudières: “pese a que no he tocado ni un solo botón durante mis vueltas, ha sido interesante para entender las posibilidades del coche”. Con 89, tuvo un fuerte accidente en el Nordschleife mientras probaba un Honda Civic Type R, que se saldó con varias lesiones.

Pero nada podía apartar a Frère de su espíritu curioso y de su alma joven. Falleció a los 91 años, un 23 de febrero de 2008, en Saint-Paul-de-Vence, en la Provenza francesa, lugar en el que residía. En su honor, la ligera curva a derechas después de Stavelot en el circuito de Spa lleva su nombre. Fue un magnífico piloto que nunca pretendió serlo. Posiblemente, el periodista más rápido del mundo.

4 comentarios
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30 Ene 2018 - 22:17
Excelente artículo, siempre quedará la duda, de si como piloto en tiempo de ocio, consiguió lo que consiguió, lo que habría podido ser de dedicarse profesionalmente a ello.... grande Paul Frère...
Dancor
30 Ene 2018 - 13:54
Buena pluma José Miguel
30 Ene 2017 - 16:28
Gran artículo, Vinuesa. Curioso caso el de Frère, un gran periodista que, pese a haber podido correr a tiempo completo, prefirió dedicarse al periodismo durante el resto de su vida. Saludos Compañeros.
30 Ene 2017 - 16:03
Articulo muy interesante!
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