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Gran Premio de Italia 2015: Autopista al título para Hamilton

Si tienen valor, que quiten este circuito, que cercenen la catedral de este deporte
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José Miguel Vinuesa
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08 Sep 2015 - 19:29

Era una delicia visual. Una entrada en curva decidida, una trayectoria en la delicada de derechas precisa, y una resolución de la maniobra en la rapidísima curva a izquierdas estable, sin correcciones, mordiendo apenas el piano interior y llevando el coche hacia el exterior con aplomo.

 

Era Lewis Hamilton. En la 'Variante Ascari', la zona más complicada de Monza. El movimiento de sus manos calmado, como si con el volante acariciara las tres curvas. A veces, muy pocas, la trasera ligeramente descolgada en la traicionera parte de derechas (una situación clásica en esa zona, propiciada por la escasa carga aerodinámica de esta pista). Incluso ahí, esa situación servía para apuntar el coche hacia la salida. Nada de aspavientos. Paso firme.

Otros, fundamentalmente quien no llevaba un chasis Mercedes, no disfrutaban tanto de la curva. Sí, Rosberg no desentonaba, pero el viernes reconocía que tenía que mirar la cámara subjetiva de Lewis para saber qué hacía tan bien en el tercer sector (que comienza precisamente con Ascari). No tenía el mismo paso, y el resto tampoco.

Así que Lewis estaba trabajando un fin de semana perfecto. En la Q3 pudo hacerlo mejor (falló ligeramente en la 'Variante della Roggia', saliendo un poco descolocado), pero nada podía separarle de una Pole que estaba en su horizonte durante todo el Gran Premio. Para Rosberg, el estudio, quizás la incredulidad. Y un fallo en la unidad de potencia, la evolucionada, que le obligaba a usar la versión anterior. Un inconveniente. Pero el segundo lugar era factible. Sus primeros dos sectores eran muy buenos, a la par con Lewis, sin grandes fisuras.

Pero en clasificación apareció Ferrari, también con su motor evolucionado. Y Nico sudó para estar en segunda línea. Ahora tenía a dos Ferrari delante, y seguramente los podría pasar, pero iban a ser una piedra en el zapato, una molestia mientras, puede, Lewis se escapaba.

No, los Ferrari no estaban amenazando en ritmo a Mercedes, pero sí que estaban lo suficientemente cerca como para tener que estar alerta. Y que salieran segundo y tercero, era un peligro: los fantasmas de Silverstone, y especialmente de Hungría, estaban invitados a una salida tensa. El paso del Ferrari por las curvas del circuito no era malo: podían atacar los pianos, y Vettel también podía divertirse en Ascari, algo más que Räikkönen. Podía ser una carrera intensa.

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Las expectativas se disolvieron tan rápido como Kimi se quedó clavado en la salida, y Vettel no estuvo en disposición de atacar a Hamilton. Räikkönen, según él mismo, hizo todo correcto pero el embrague no hizo nada, y salió con retardo, cayendo al último lugar y obstruyendo de paso a Rosberg en su salida. Más problemas para el alemán, pasando al sexto lugar detrás de Pérez (lo adelantó pronto) y los Williams. Silverstone en el recuerdo. el campeonato se estaba complicando más todavía.

Vettel lo intentó, claro. Intentó seguir el ritmo del Mercedes, pero éste se distanciaba con mucha velocidad, a veces cerca de un segundo por vuelta. La esperanza del DRS se desvanecía también sin remedio. Y ya no hubo carrera con Lewis, que se fue haciendo pequeño, mezclándose entre sombras y destellos en mitad del Parco Reale, exprimiendo la velocidad de su coche y disfrutando de cada momento.

Kimi iba trepando con mucha velocidad: el Ferrari funcionaba muy bien, y los rivales caían con cierta facilidad. Su carrera fue muy buena, pero con el clamoroso error en la salida, se queda en decente, porque perdió una gran oportunidad (una más). En positivo queda un fin de semana en el que demostró ser el piloto rápido que conocíamos, superando a Vettel, corriendo sin errores. 

Y Vettel era un martillo cronométrico, como acostumbra. Se afianzó en la segunda posición, que no estaba en riesgo hasta que Rosberg se colocó tercero y empezó a acercarse, especialmente al final de la carrera. Era un poco (poco) más rápido, pero el Ferrari era una presa asequible, y era necesario cobrarla para enmendar un fin de semana débil, minimizando así los daños en el campeonato. Pero en la vuelta 50, al salir de la primera curva, y pasar por la 'Curva Grande', la infalible unidad de potencia alemana dijo basta, y cada metro hasta quedar parado, con la banda sonora de las gradas que celebraban la seguridad del segundo puesto de 'su' Ferrari, eran un mazazo en la cabeza de Nico: 53 puntos, más de dos carreras.

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Entonces, Felipe Massa y Valtteri Bottas se enzarzaron en la lucha por el podio. Pero Felipe tiene tomada la medida del finlandés, y con una carrera discreta (buena salida de ambos, eso sí) celebraban su renovación con un gran resultado conjunto. Felipe repetía el podio del año anterior, pero sobre todo mantenía a su joven compañero a raya, y estaba lógicamente feliz.

Pero si la pista es el juez natural y definitivo en las carreras, la que pone a cada piloto y su coche en el lugar que se han ganado, los despachos se empeñaron en poner entre paréntesis lo visto. Otra vez los neumáticos Pirelli como protagonistas, como en Spa. En un campeonato de carreras de coches, el neumático es una pieza indispensable, pero no puede ser protagonista. O no tanto. Ahora los Mercedes no tenían las presiones mínimas recomendadas por el fabricante milanés por razones de seguridad tras las explosiones de Bélgica. En el caso de Hamilton, algo irrisorio, un poco más en el de Rosberg. En cuanto a rendimiento, poco significativo en ambos casos: los Mercedes iban a estar delante sin necesitar hacer uso de trucos. Pero incumplían una recomendación (que no el reglamento, porque en esta F1 tan regularizada, este elemento no consta en la parte técnica de la normativa), y el riesgo de perder la victoria era más que posible. 

Lewis no podía hacer nada al respecto. Había hecho su impecable trabajo en la pista. Incluso Vettel le reconocía como justo vencedor. Las victorias en los despachos son victorias legales, en el más estricto sentido, pero no son lo mismo. El público aplaudió (y abucheó al principio, algo absurdo por más que no sea un piloto de Ferrari, pero las tradiciones son las tradiciones) al que había dominado la carrera (segundo Grand Chelem para Lewis: Pole, victoria, vuelta rápida y toda la carrera liderando). Claro que, si se tratara de una infracción seria que generase una gran ventaja, se debería sancionar sin que tiemble el pulso: las normas son para todos.

Sin embargo, la FIA da bandazos decisorios sin inmutarse. Así que los dirigentes de Mercedes tenían el semblante serio: habían incumplido el reglamento. Tenían sus argumentos, pero tenían que convencer. Y lo hicieron. Las justificaciones complacieron a los comisarios (que en esta misma cita, en la categoría de GP2, sí que habían sancionado a dos pilotos por el mismo motivo: presiones bajas). Todo en orden, pese al ridículo.

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Retrasando el reloj, volviendo al podio, tres pilotos estaban felices por méritos propios. Una victoria que abre el peaje de la autopista hacia el título para Hamilton. Una segunda posición vestido de rojo para Vettel, en Monza, convirtiéndose en el piloto con más puntos de la historia, desbancando a Fernando Alonso en esta desequilibrada estadística que poco importa, pero ahí queda de momento. De Alonso y sus circunstancias, mejor correr un tupido velo. La crisis es profunda.

Y la afición llenando la recta principal para estar cerca de sus héroes. El verdadero corazón de este deporte demostrando su incondicional amor por las carreras, más allá de todas las incoherencias de estos tiempos. No desfallecen, y menos en Monza. Y ahora, si tienen el valor de hacerlo, que quiten este circuito del calendario, que cercenen la catedral de este deporte. Que nos lleven a un moderno circuito (urbano a ser posible, y con diseño de línea de autobús, por favor), vacío, lejano, pero que por circunstancias macroeconómicas se encuentre en un país que tiene el poder financiero para asumir los cada vez más elevados costes de organizar un Gran Premio. Es el futuro, dirán. Hay que globalizarse, dicen. Mientras, en los lugares del pasado los trazados emocionan, y el público crea el ambiente festivo que siempre ha sido eso de ver a unos coches dar vueltas en círculos.

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