Bienvenidos a 2021: Sainz en Ferrari, Alonso en Alpine...

Cierto es que la teoría dice que estamos ante un año previsible y de transición. Previsible porque los coches serán una versión 2.0 de los de 2020 y es difícil que alguien dé la campanada. De transición porque los equipos tienen en su punto de mira el cambio reglamentario de 2022, que puede ser lo único que acabe con Mercedes, consagrada ahora como la mejor escudería que ha conocido este deporte.

A estas alturas de la película, se hace difícil pensar que alguien pueda evitar el octavo título de Hamilton. Ferrari tuvo destellos importantes entre 2017 y 2019, pero en 2020 dimitió de la contienda con un chasis deficiente y un cambio de unidad de potencia que cortó la que había sido su gran ventaja competitiva. Visto lo limitado del desarrollo de este invierno, si el SF21 se cuela entre los tres primeros del Mundial ya será un triunfo.

Mattia Binotto ha confirmado que el motor será completamente nuevo, por lo que en principio recuperará parte de la potencia que perdió tras la directriz técnica del invierno pasado. Y también que han corregido el drag de su predecesor, de modo que se espera un coche mejor. Cuánto mejor, esa es la incógnita. Pero una cosa es segura: Maranello no quiere que su desarrollo comprometa el proyecto de 2022, de modo que sacrificarán este año si lo ven necesario.

Eso no quita que todos nos emocionemos con la llegada de Carlos Sainz a la Scuderia, porque su fichaje es la culminación de un proceso de maduración y de constante mejora que ahora nadie discute. Su duelo con Charles Leclerc, líder oficioso de Ferrari tras la salida de Vettel, será crucial para evitar que se establezcan jerarquías y para espantar el fantasma de Mick Schumacher, al que los rumores no tardarán en vincular a Ferrari a poco que lo haga bien en su debut con Haas.

A favor de Sainz juegan la experiencia de seis temporadas y el periodo que pasó como compañero de Max Verstappen en Toro Rosso, donde vivió en primera persona un ambiente hostil y tuvo que lidiar con la presión de la trituradora de Red Bull. Ferrari es Ferrari, pero haber sobrevivido a Helmut Marko es quizá el mejor entrenamiento que uno puede concebir para afrontar la responsabilidad de vestir de rojo.

Con Ferrari previsiblemente fuera de la contienda, Red Bull está llamada a convertirse en protagonista para animarnos las carreras de este 2021. Y aquí sí podemos entusiasmarnos, porque los de Milton Keynes se han atrevido a poner al mexicano Sergio Pérez al lado de Max Verstappen. Por primera vez desde Daniel Ricciardo, el holandés tendrá un compañero de nivel que podrá –esperemos– ponerle en apuros.

Tras romper psicológicamente a Pierre Gasly en 2019 y hacer lo mismo con Alexander Albon en 2020, Red Bull ha recordado que los pilotos necesitan preparación y tiempo antes de dar el salto a la primera línea. Afortunadamente, esta sequía de talentos se traduce en una oportunidad de oro para Checo, que ha desarrollado toda su trayectoria alejado de los coches que por sus manos merecería.

Quizá la pelea por el tercer puesto del Mundial de Constructores sea uno de los frentes más volátiles, porque hay muchos equipos que pelean por el mismo premio.

Éste es naturalmente el objetivo de mínimos que ha fijado Mattia Binotto para Ferrari, que quiere pasar página después de firmar su peor temporada desde 1980.

Pero lo cierto es que, al menos a día de hoy, McLaren es el tercer mejor equipo. Y este año McLaren vuelve a los motores Mercedes –‘roda el món i torna al Born’, que se dice en catalán para decir que, por mucho que uno explore, al final acaba volviendo a casa–. Ese cambio a Mercedes y el salto de potencia que supone pueden darle un plus de rendimiento respecto a sus rivales habituales, que estarán limitados a trabajar en el chasis.

Aston Martin es otro rival a tener presente. Es verdad que el respeto que inspira el nombre es inversamente proporcional al estado en el que se encuentran las finanzas de la empresa matriz, que en estos momentos es un pozo sin fondo. Pero el equipo de Silverstone fue la revelación de 2020 y su equipo humano es de un nivel incuestionable. Las incógnitas son si podrán replicar el éxito del RP20, sutilmente inspirado en W10, y si su alineación estará a la altura de sus rivales. La irregularidad de Lance Stroll es conocida y Sebastian Vettel tiene que reencontrarse con sí mismo para ser el piloto que fue en sus primeros años en Ferrari, no en los últimos.

Y, por si todo esto no fuera poco, Fernando Alonso vuelve a la Fórmula 1 con Alpine. Lo hace como campeón del mundo de Resistencia, con dos triunfos en las 24 Horas de Le Mans, con una participación meritoria en el Rally Dakar y la sensación general de que su momento todavía no ha pasado, a pesar de que ya tiene 39 años y que lleva dos años alejado de los circuitos del Mundial.

Alonso y Alpine sueñan con el cambio normativo de 2022, pero lo cierto es que hay motivos para creer que pueden dar de qué hablar esta misma temporada. El coche de 2020 fue competitivo e incluso subió al podio de la mano de Daniel Ricciardo, y eso ya es más que cualquiera de los McLaren que el asturiano conoció durante su segundo paso por el equipo de Woking.

Será importante ver cómo gestiona y proyecta su ambición de cara a la opinión pública, porque fijarse unas metas demasiado altas para el potencial de Enstone quizá quite valor a sus actuaciones por más meritorias que sean. Según pasan los años más se acepta que son los intangibles los que hacen indiscutible el peso que tiene en este deporte, no el palmarés por el palmarés.

Bienvenidos a un nuevo año de Fórmula 1. Sólo han pasado tres semanas desde Abu Dabi, tampoco lo habrán echado tanto de menos.