La esencia del Dakar africano, en 527 páginas

Las comidas o cenas de la prensa del motor son el escenario perfecto para tertulias y discusiones, pero también para recordar ‘batallitas’ de los que están o estuvieron en el sector. A veces, la charla puede resultar aburrida o mareante; otras, sin embargo, alguno de los comensales es capaz de crear un silencio sepulcral a su alrededor y dejar a los demás con la boca abierta mientras escuchan su discurso. Es un patrón que siempre se repite cuando en la mesa hay un ex piloto del Dakar reconvertido a periodista o simplemente uno de los nuestros que se atrevió a participar –no necesariamente a lomos de un vehículo– en la aventura más grande del siglo XX.

Esa fantástica sensación, pero multiplicada por la abundancia y con la ventaja de poder volver a ella cuando se desee, es la que se vive al leer ‘Cuando éramos pilotos’ (Plaza & Janés, 527 páginas, tapa blanda). No es solamente un homenaje a la historia de los pilotos españoles en el París-Dakar africano, sino un extracto de la esencia de esta extraordinaria carrera vista por ellos, especialmente durante el período en el que se disputó a través del continente africano, como lo pensó el legendario Thierry Sabine. No pretende ser una obra enciclopédica, ni contiene estadísticas ni resultados. Ni siquiera sigue estrictamente una línea temporal. Este libro es una larga ‘sobremesa’ con personajes del Dakar, nada menos.

El autor es José Antonio Ponseti, periodista madrileño con larga trayectoria en medios como la Cadena SER, Canal+, Radio Caracol, entre otros. Su amplia vida profesional a ambos lados del Atlántico y, sobre todo, sus vivencias en el motor y su propio carácter le han facilitado ir mucho más allá de lo deportivo en esta obra que nace de los testimonios directos de decenas de participantes en el París-Dakar, de uno u otro modo. Prueba del cariño puesto en su elaboración es que pudimos hablar con varios de los protagonistas del libro en el bivuoac del Dakar 2025, y a todos se les pintaba una sonrisa cuando hablaban de sus conversaciones con Ponseti, el germen del libro.

El paso de Nega, el desierto del Teneré o Tombuctú son algunos de los escenarios que pilotos de coches, de motos, camiones, pero también jefes de equipo, mecánicos o periodistas retratan desde su memoria. Ellos hablan –y el autor traslada, mayormente en estilo indirecto–, de perseguir la victoria, pero también de pelear contra los elementos, de orientación, planificación, alianzas, héroes, villanos. Se habla de superación, de supervivencia y también de la muerte, que ha jalonado la historia de esta mítica prueba, incluida la de su propio fundador.

Resulta interesante conocer distintas perspectivas sobre un mismo episodio de la carrera, contadas por personas que estuvieron todas allí para vivirlo, aunque quizá llegaron en distinto momento, jugaron un papel distinto o simplemente vivieron la misma anécdota pero con distinto grado de agotamiento. Pese a ello, en ningún momento resulta repetitivo para el lector y, de hecho, ayuda a la comprensión de los hechos, nos pone casi ‘in situ’ en episodios de esta loca carrera acaecido hace décadas, sin cámaras ni registros más allá de la memoria de quienes lo vivieron.

PARA 'CAFETEROS' Y DEBUTANTES

Una de las ventajas de esta obra, además de su lenguaje sencillo y directo, es que no necesita a un lector experto en la materia. Quien lo sea, disfrutará con la lectura de muchas historias conocidas y algunas otras desconocidas o sólo parcialmente recordadas. Los legos en la materia, sin embargo, recibirán las descripciones y las explicaciones suficientes como para entender la dinámica de la carrera y su dificultad, y también para sentir el frío de las noches en el desierto o la alegría desbordante de llegar al Lago Rosa de Dakar tras superar una infinidad de trampas.

Sólo una advertencia: aunque sus más de 500 páginas están llenas de sufrimiento, será difícil terminar el libro y no sentir ganas de atravesar África en algún vehículo, de conocer vidas y pueblos exóticos o sencillamente de conocerse mejor a uno mismo en situaciones extremas. Porque, en el fondo, ‘Cuando éramos pilotos’ es un canto al optimismo y a la vida, como el propio Dakar. Y por eso todos deberíamos leerlo.