Historias del Dakar: Jacky Ickx, un dakariano confeso

Quizás le hubiera gustado más celebrar sus 80 años como piloto, regalándose una última participación en el Dakar, como hizo Paul Newman con las 24 Horas de Daytona, pero obviamente la edad no perdona y el esfuerzo físico de un Dakar no es diez veces superior al de Daytona, sino 100.

Ickx es un ‘dakariano’ convencido desde que probó la prueba. “He hecho muchas cosas en la vida, pero el Dakar fue como volver a nacer. ¡África! Te hace bajar y poner los pies en el suelo”, explicaba Ickx en el campamento. Y valora mucho a los amateurs, “que vienen a vivir su aventura, a explorar sus límites y vuelven año tras año”. Arabia está bien, es un terreno apto para ponerse a prueba, pero para él, el África es el hogar del Dakar, lo fue durante 30 años, de 1979 a 2007.

Es algo que tiene muy en su interior. “Creo que mi descubrimiento de África es la parte más interesante de mi existencia. África te desnuda. Te pone en tu lugar. Cuando te vuelves un poco introspectivo y realista, ocupas en esta Tierra un lugar muy diferente del que creías ocupar antes. A través de situaciones desafiantes como las que viví en África que uno se descubre a sí mismo, no cuando las cosas son sencilla. Correr en África no tiene término medio: lo amas o lo odias. En una carrera como el Dakar uno no puede hacer trampa", dijo hace unos años.

Lo afrontó con un Citroen CX, con un Mercedes 280GE al que equipó con un habitáculo presurizado y aire acondicionado, fue el motor del debut de Porsche en el Dakar, corrió con Peugeot. Ha conocido éxitos, golpes duros y tragedias. Lo ganó una vez, en 1983 con el Mercedes.

Uno diría que la victoria de 1983 es su punto culminante. Pero sé que no es cierto. Importante sí, culminante no. Vivió en África algunos episodios trágicos: la ‘traición’ de René Metge para ganar con Porsche o la famosa moneda al aire de Jean Todt, que dio la victoria a Ari Vatanen en detrimento suyo... la trágica muerte de su copiloto Christian Tarin cuando volcaron un un Rally Faraones y el coche se incendió.

Pero siguió amando África de una forma espectacular. Volvió al Dakar en 2020 para correrlo con su hija Vanina de copiloto. “Uno debería correr una prueba así con su hijo al menos una vez en la vida. Es una experiencia única”, me dijo un año después en una noche serena en Mauritania. En esta ocasión, Ickx se enfrentó al Dakar con un Toyota de serie, sin asistencia. Lo encontró por casualidad, un poco alejado del núcleo central del campamento, de noche, con la linterna en su cabeza mientras cambiaba pastillas de frenos. ¡No la olvidare nunca!".

"No he hecho muchos Dakar, pero las cuatro o cinco veces que he ido he notado un halo mágico, especialmente tras cruzar el Atlas y en Niger o África negra. Es algo que sólo he sentido una par de veces más en mi vida: viviendo unos días con una familia aborigen en Australia y en el Monte Sinaí, donde empezaron muchas cosas".

Ickx, ganador en F1, cinco veces ganador de Le Mans, una del Dakar, grande en resistencia y en los circuitos, humilde y cercano en el Dakar. Tan cercano que en sus años de Peugeot rehusaba ir a los hoteles que el equipo tenia preparados para sus hombres. Prefería la gran jaima/cantina y dormir, en su tienda, al aire libre o incluso en su propia jaima.

Hace ocho años, con 72 años, quiso regalarse algo similar al Dakar con su hija. Corrió las 25 Horas de Spa, la prueba cumbre de la Fun Cup, competición reservada a VW ‘escarabajos’ preparados al efecto, llevando a sus cinco hijos como compañeros, turnándose al volante.