Miguel Molina, segundo en Kyalami; sus compañeros se hacen con el título

Molina ayudó a que sus compañeros Côme Ledogar y Alessandro Pier Guidi, con los que compartía el Ferrari 488 GT3, consiguieran el título de la categoría. Pero no pudo impedir que Audi se llevara la corona de constructores.

De hecho, hacerlo era misión imposible porque Audi llevaba 36 puntos de ventaja cuando sólo quedaban 43 en juego y el número de participantes era muy reducido –sólo 11 coches, pero algunos de ellos eran coches que no siguen el campeonato, sino que corren habitualmente en Sudáfrica–.

El Ferrari 488 GT3 Evo del piloto de Lloret entró en la meta a 15 segundos del ganador, el Mercedes de Jules Gounon, Raffaelle Marciello y Timur Boguslavskiy. Tres Audi se clasificaron a continuación, lo que llevó el título de constructores a la marca de los aros.

En esta última prueba se dieron sorpresas. Tanto Ferrari como Audi repartieron sus equipos… en un intento de tener doble baza en el campeonato de pilotos. Así, los de Maranello –representados por AF Corse– decidieron que Nicklas Nielsen dejara su asiento a Miguel Molina y tomara el de Molina en el otro coche. En caso del abandono de uno de los Ferrari, como sucedió, siempre quedaría otro para intentar conquistar el título de pilotos.

El Ferrari que esta vez llevaban Nielsen, Fuoco y Rovera –los habituales compañeros de Molina– abandonó al sufrir un problema de cambio al cumplirse las tres horas y media de carrera. En aquel momento, Molina era líder, pero el coche de AF Corse debió hacer más paradas en boxes que sus rivales.

Los equipos que siguen la Intercontinental GT Challenge mostraron gran igualdad. Los cuatro primeros de la clasificación, todos de la categoría Pro, entraron en meta en 45 segundos. Los demás, acabaron muy lejos.

CLASIFICACIÓN