Roba un coche y quiere disculparse ¡21 años después!

Corría el año 1.998 cuando el señor Freeman, que entonces tenía 17 años, se había quedado sin coche por chocar con una vaca. Así que pidió prestado el coche a un compañero de trabajo para hacer algunas gestiones. Éste, sin pensarlo, le dio las llaves de su coche.

Se trataba de un Ford Taurus, un coche de lo más común en los años noventa, con motor V6 y transmisión automática. Un sedán de gama media, sin más pretensiones. Así que Freeman se dirigió al parking, donde vio un Taurus blanco con las ventanillas bajadas y las puertas sin el cierre activado. Pensó que era el coche de su compañero, y entró sin más.

• Te interesa: Así se roba un Tesla Model S en poco más de tres minutos

Por cosas de los coches de los años noventa de la marca Ford, las llaves y cerraduras no eran totalmente individualizadas y seguras entre los distintos modelos, así que Freeman introdujo la llave, y aunque le costó un poco, logró arrancar un coche que no era el de su compañero de trabajo. Pero se dispuso a cumplir sus recados.

El asunto se pone interesante cuando Freeman paró en la comisaría de policía a pagar una multa. Al volver al coche, volvió a encontrar dificultades en el arranque, así que un policía se prestó a ayudarle, logrando volver a arrancar el coche que había sido sustraído, aunque fuese involuntariamente. Con las tareas completadas, volvió al lugar de trabajo para devolver el coche a su compañero.

Temía haberlo dañado al forzar el contacto, pero la sorpresa de su compañero no fue por eso, sino al ver que venía en un coche que no era el suyo. Dejó el coche donde lo había encontrado, y se marchó, sin que viese al propietario ni supiese nada de él. Tampoco si había denunciado, o si había recuperado el coche sin más. Pero a Kevin Freeman la conciencia no le deja dormir tranquilo.

Así que ha decidido pedir la colaboración ciudadana para encontrar al dueño de un Ford Taurus blanco de mediados de los años noventa en Manitoba, Canadá, para pedirle formalmente disculpas y explicarle todo lo sucedido. Su conducta le honra, pero es como buscar una aguja en un pajar. Y al fin y al cabo, sólo tomó prestado un coche unas horas.