La onerosa libertad de elegir matrícula

El 1 de enero de 2016, las matrículas personalizadas empezaron a poder solicitarse por encargo en algunos países de la Unión Europea, donde es posible grabar combinaciones con números y letras al gusto en función de los requisitos de cada país. Recientemente, Andorra y Bélgica también se unieron a esta moda que nació en Estados Unidos hace prácticamente un siglo.

La nación de Europa pionera en ofrecer este tipo de customización de forma legal y homologada previo coste de 370 euros, fue la República Checa. Las matrículas de este país, tienen un orden de disposición de un número, una letra, un carácter aleatorio, dos pegatinas de la inspección vehicular y, por último cuatro números de serie.

Pero desde el año pasado, contar con una matrícula con una composición sencilla o llamativa como, por ejemplo, varios dígitos repetidos, se transformó en una obsesión para determinados checos, lo que derivó posteriormente en una especie de demostración de poder en la carretera o al menos de pertenecer a un grupo privilegiado de la sociedad –las imágenes siguientes pertenecen a matriculasdelmundo.com–.

Generalmente, los dueños de modelos específicos de marcas exclusivas exhiben placas con una combinación muy poco fortuita, dado que en casi todos los casos hace referencia a su potencia, su cilindrada o su denominación, entre otros. Así, este fenómeno trendy comenzó a evidenciar cierto grado de corrupción en las instituciones de tráfico de Chequia, responsables de las matriculaciones.

No obstante, el Ministerio de Transporte del estado centroeuropeo puso ciertas limitaciones al diseño del código, pues quedan prohibidas las letras G, CH, O, Q y W. Esto es, a fin de cuentas, una solicitud de la Policía, quien sostiene que son caracteres difíciles de leer a cierta velocidad y, por tanto, fáciles de confundir. Además, las matrículas sólo disponen de ocho caracteres y, como mínimo, deben usar un número. Tampoco pueden contener palabras vulgares o acrónimos de instituciones existentes.

En cualquier caso, muchas menos de las limitaciones que tenemos en España para llevar a cabo este tipo de acciones, pues la Dirección General de Tráfico siempre las ha considerado no aptas incluso para el futbolista más famoso –Leo Messi llegó a conseguir una matrícula española con su dorsal repetido en su Maserati Gran Turismo MC Stradale: 1010 HHW–.