El homenaje de la Nascar que pasó desapercibido

Un detalle, 'The Real Heroes' no es un producto de consumo, ni un apelación a los pilotos de la Nascar, sino un homenaje a los médicos y enfermeros por su lucha contra el covid-19. Es algo muy de Estados Unidos, donde vemos coches Nascar patrocinados por la Marina, la Fuerza Aérea, el Ejercito, incluso la Policía u otros cuerpos de seguridad y hay coches que apoyan a políticos en campaña –Donald Trump sabe de eso–, allí el himno estadounidense es sagrado y es un orgullo para cualquier cantante que le inciten a entonarlo.

Cada uno de los 40 coches en Darlington llevaba escrito el nombre de un médico o un enfermero que ha participado en esta batalla contra la pandemia o ha sido víctima de ésta. Los nombres de los pilotos en el coche se taparon con cinta adhesiva en la que estaba escrito el nombre de un médico y algunos pilotos, además, lo llevaban bordado en su mono. El ganador, Kevin Harvick, homenajeaba al doctor Josh Hughes. Es un homenaje más, pero que debe servir de ejemplo.

Thank you to the heroes that have supported and continue to support everyone during this COVID 19 crisis!

Give a shout out to your own personal hero! @FordPerformance pic.twitter.com/Yms1x482oL

— Kevin Harvick (@KevinHarvick) May 16, 2020

En el paddock sobraba espacio, mucho espacio. Apenas 900 personas en él, ya que se había reducido a 18 el número de personas por equipo. Faltaron, claro, las imágenes de los pilotos con su familia; los gestos de alegría de sus esposas o novias cuando ganaban posiciones y estaban cerca de atravesar la línea de meta y las de miedo cuando surge un incidente.

Se vieron mascarillas, incluso en el piloto ganador tras atravesar la meta y el único toque de atención fue a media carrera cuando algunos spotters –las únicas personas en las gradas– estaban demasiado cerca unos de otros.

De 1.800 personas de equipos y organización a sólo 900, un 50% menos. Y por supuesto, sin visitas de aficionados. Poca prensa, que tenía vetada la asistencia al paddock. El himno no fue en vivo y directo, sino a través de un audiovisual.

También ausencia de invitados, claro, salvo por algo de personal de la IndyCar. Habían venido para comprobar cómo funcionan las medidas y tomar ejemplo ante su próxima cita en Texas, el 6 de junio.

No hubo entrenamientos, directamente a la carrera. Parrilla por sorteo, que mañana –cuando vuelvan a correr en Darlington– será invertida: los 20 primeros en las 20 primeras plazas, pero invertidas y los 20 últimos, según su posición en la carrera del domingo.

La ausencia de entrenamientos no fue un problema para los pilotos, que hacía 71 días que no tocaban el volante. Ni siquiera para el debutante Quin Houff, que jamás había corrido en este óvalo peculiar, ya que sus dos curvas son de muy distinto radio; simplemente no pudieron hacerse con todo el terreno que necesitaban, así que el trazado parecía un poco una cadena de bicicleta.