El circuito de Cheste cumple 18 años de emociones

Era un 19 de septiembre de 1999 cuando se producía la inauguración oficial de las instalaciones, con la presencia de un ilustre aficionado a los motores como es el Rey emérito Juan Carlos I. Era la culminación de una reivindicación histórica de los aficionados al motor, especialmente al motociclismo, de la región valenciana, y cuyo primer agitador fue el entonces presidente del Motoclub de Cullera, Salvador Gascón, que luego sería de la Federación Valenciana de Motociclismo, y que en 1974 propuso la idea de un trazado permanente.

Hasta entonces, en la Comunidad Valenciana, había trazados urbanos, y precisamente el de Cullera era el más famoso de todos. Pero con el advenimiento de los nuevos tiempos, y la presencia de interesantes pilotos de dos y cuatro ruedas del territorio, la necesidad de un circuito se hizo cada vez más patente. El proyecto tuvo buena acogida, pero poca viabilidad económica, y siempre se demoraba. Mientras tanto, se pensaba en la ubicación: Cullera, Benidorm, Gandía, Sueca, L’Alcudia, entre otros lugares.

No sería hasta 1984 que el proyecto tomó forma, tras una reunión entre el Conseller de Deportes, José Antonio Ibars, con los pilotos Ricardo Tormo y Jorge Martínez ‘Aspar’, en Valencia. De ahí nació el compromiso, diez años después de la iniciativa, de construir el trazado valenciano. Y finalmente, la ubicación seleccionada fue Cheste, en parte por su cercanía con el aeropuerto y la autovía A3, para lo que se expropiaron los terrenos que hoy ocupa el circuito.

Sin embargo, la falta de presupuesto, unido a la aparición de otras pistas como Jerez, Albacete o Montmeló, dejaba al trazado valenciano fuera de juego. Sí, en 1990 el entonces presidente autonómico, Joan Lerma, colocó una primera piedra simbólica, pero ni una máquina acudió al lugar a iniciar las obras. Ante tal situación, de forma espontánea, durante los años 90, casi todos los domingos se reunían en el centro de Valencia numerosos moteros y aficionados para reivindicar el inicio de las obras.

El cambio de color político en el año 1995 vio el proyecto con buenos ojos, pero la situación seguía siendo precaria en lo presupuestario, y nadie esperaba ya ver con sus propios ojos un circuito permanente en Valencia. Sin embargo, en 1997 el gobierno autonómico dio inicio a las obras, y eso supuso un profundo alivio para todos los aficionados al motor. Cheste iba a ser una realidad y los aficionados iban a ser premiados por su paciencia de décadas.

Porque el proyecto nació con la mirada puesta en él, el aficionado, como un regalo magnífico por su pasión y paciencia. No iba a ser un trazado al uso, sino dentro de un estadio, en una concepción absolutamente novedosa no sólo en España, sino en Europa, y que aún hoy no ha sido replicada. La pista en el centro, las gradas abrazándola. El resultado: desde cualquier punto habilitado para el público, puedes ver entre un 80 y 90 por ciento de la vuelta. Una maravilla que permite seguir con precisión el devenir de cualquier carrera sin perderte detalle.

Una instalación moderna, con una pista de 4.005 metros de carácter muy técnico –con cuatro variantes posibles de trazado–, que se inauguró ese 19 de septiembre con la disputa del primer Gran Premio de motociclismo de la Comunidad Valenciana, prueba que se ha mantenido desde entonces en el calendario, aunque pasando a ser la que cierra la temporada. Ese día, una lluvia torrencial cayó sobre el Circuit. Esa lluvia que tanto gustaba a quien daba el nombre al circuito.

Porque Ricardo Tormo, que había luchado sin descanso por el circuito, no pudo verlo realizado, tan sólo comenzado. El 27 de diciembre de 1998, la leucemia se llevaba al magistral bicampeón del mundo valenciano, auténtico maestro en agua –habría que imponer por decreto el visionado de su carrera en el viejo Spa-Francorchamps en 1978, cuando metió una distancia abismal a todos sus rivales–. Así que, ya que Ricardo no estaba, el sello del agua sí que estuvo presente.

También fue el lugar que vio el despuntar en monoplazas de Fernando Alonso, que en noviembre de ese año se adjudicaría en el trazado valenciano el Open Nissan, trampolín que le lanzó con fuerza hacia la Fórmula 1. Y luego le patrocinaría tanto en la F-3000 como en su desembarco en el equipo Minardi, como ya había hecho con Marc Gené. Pero narrar una a una las vivencias en el trazado sería tan largo como los 18 años que ahora cumple.

© José Manuel Zapico

El circuito, instalación que tiene una ocupación anual de 320 días entre actividad deportiva, entrenamientos de equipos, actividades de marcas, y eventos empresariales, es un ejemplo de gestión, y nutre a la zona con una ocupación turística notable, especialmente en los días del Gran Premio de motociclismo. Y ahora mira hacia el futuro con el objetivo firme de ser el primer circuito del mundo sostenible, que compense sus niveles de emisiones por la actividad, para lo cual se han plantado una gran cantidad de árboles que empiezan a tener ya un tamaño respetable, se hace uso de instalaciones eléctricas de bajo consumo, la prevista instalación de paneles solares que generen la electricidad que necesita todo el circuito o la reducción de la contaminación acústica. Y como impulso para ello, la llegada de los entrenamientos oficiales de pretemporada de la Fórmula E a principios de octubre es casi como un empujón para seguir por esa vía.

Y por supuesto, el Circuit cuida nuestra cantera, sea de automovilismo o de motociclismo, con la Fórmula de Campeones de karting y la Cuna de Campeones, respectivamente, de la que han salido pilotos hacia la escena internacional, formados de manera profesional pero también humana en su andadura hacia el éxito, por lo que le debemos agradecer el mimo con el que sigue promocionando la continuidad del deporte en nuestro país.

Cheste, hecho por y para la afición. Un patio de recreo para todos los aficionados al motor. Se nos hace mayor de edad, y la piel de su asfalto guarda en cada pequeña arruga –pese a que tenga un periódico lifting para alisarlo en forma de reasfaltado– una larga historia que no hace sino crecer. Gracias por las emociones, y por las que vendrán.