Surrealismo en el WRC (VII): una barbacoa acaba con 20 coches calcinados... y un camión de bomberos volcado sobre los dos Škoda oficiales

A principios de este siglo, la pelea por entrar en la zona de puntos en cada rally del Mundial era extremadamente ajustada. Conviene recordar que sólo los seis mejores participantes de cada prueba sumaban puntos y era una época con muchas marcas en liza: en 2001, por ejemplo, estaban Peugeot, Subaru, Mitsubishi, Ford, Hyundai, Škoda… y empezaba a asomar la cabeza un temible equipo Citroën. Todo esto, en un momento en el que era habitual recurrir a ‘especialistas’ para ciertos tipos de rallies y también había una gran cantidad de equipos privados –no era difícil encontrarse más de 30 ‘World Rally Cars’ en las listas de inscritos–.

Esta exhaustiva pelea por el Campeonato del Mundo ponía al límite a todos los participantes, tanto a los pilotos como a los equipos y las máquinas. Marcus Grönholm y Peugeot venían de dominar la temporada 2000, si bien el elenco de rivales era interminable. En una situación complicada se encontraba Škoda, con un Octavia WRC que no estaba al nivel de sus rivales y tampoco era de los más fiables. Luis Climent lo ‘sufrió’ de primera mano en la temporada 2000, pero para el año siguiente la firma checa se aventuraría a realizar la campaña completa con Armin Schwarz y Bruno Thiry como pilotos –también Roman Kresta y el gran Stig Blomqvist en algunas pruebas–.

Lo que no sabían los integrantes de Škoda era lo que se les vendría encima, literalmente, en el Rally de Argentina 2001. Tras un inicio no demasiado prometedor, Bruno Thiry marchaba en décima posición a mitad de rally y Armin Schwarz decimotercero, pero algo se estaba ‘cociendo’ por otro lado, nunca mejor dicho. Unos espectadores decidieron hacer una barbacoa –o un asado, mejor dicho, algo habitual en tierras argentinas– para deleitar sus paladares mientras veían los coches pasar, pero perdieron el control del fuego y, una vez expandido, más de 20 coches de aficionados acabaron calcinados.

Hasta ahí, los únicos afectados eran los espectadores y no hubo ningún herido de gravedad. El problema viene cuando uno de los conductores de los camiones de bomberos voluntarios quiso ‘emular’ a los pilotos de rallies y, a mayor velocidad de la cuenta cuando pasaba por la zona de servicio, volcó… con la mala suerte de caer encima de los dos Škoda Octavia WRC oficiales. Para la magnitud del asunto, hubo poco que lamentar –Jens Dietrich Pohlmann tenía algunas costillas rotas y otras lesiones– gracias a que algunos estuvieron muy avispados y lo vieron venir. Bruno Thiry no daba crédito a lo que habían visto sus ojos.

"Estaba sentado en el coche y también Stéphane –Prévot, su copiloto– cuando, de repente, he escuchado a la gente llorando. Entonces he visto ese enorme camión que venía hacia nosotros y, por suerte, no tenía los cinturones abrochados, así que me ha dado tiempo a moverme cuando el camión ha volcado. Por desgracia, he visto también cómo ha golpeado a nuestro jefe, el señor Pohlmann. Recordaré esta imagen durante toda mi vida, es increíble", comentó Bruno Thiry en relación al incidente que había vivido en primera persona.

Y la peor de las noticias para la marca checa es que, obviamente, después de caer un camión de varias toneladas encima de sus dos coches y dejarlos completamente destrozados, se vieron obligados a decir adiós al rally inmediatamente. Un rally que, por cierto, ganó Colin McRae para cortar una serie de desafortunados resultados –muchas averías mecánicas en el inicio de temporada–. Unos años más tarde, Jens Dietrich Pohlmann denunció a varias organizaciones –a los bomberos, al Club del Automóvil Argentino y a la provincia de Córdoba– con el fin de recibir una indemnización por los daños y perjuicios sufridos, pero la resolución del caso nunca trascendió… o al menos no la conocemos.

El Rally de Argentina es, también a día de hoy, uno de los más espectaculares de la temporada. Es una de esas pruebas en las que siempre ocurren cosas, tanto en el ámbito deportivo –a toda una leyenda como Sébastien Ogier se le resiste la victoria– como fuera de las pistas. Petter Solberg aún recordará la piedra que le lanzó un espectador e impactó en el parabrisas de su Ford Fiesta WRC en la edición del año 2000; pero también a Kris Meeke le llovieron objetos en alguna ocasión por su condición de británico, aunque ninguna llegó a impactar. Y cómo olvidar la superespecial de Villa Carlos Paz del año pasado, en la que Jari-Matti Latvala se encontró un perro en su camino y, por suerte, pudo esquivarlo. Vendrán más ‘batallitas’.