Las razones por las que España tendría que copiar a Portugal para aprobar en movilidad eléctrica

España tiene una renta per cápita aproximadamente un 20% mayor que Portugal y, sin embargo, el país vecino ha conseguido evolucionar en materia de movilidad eléctrica con bastante más acierto que nosotros. 

Basta con mirar los datos de los últimos meses o incluso años. En 2022, España registró algo menos de 36.500 matriculaciones de vehículos eléctricos, mientras que Portugal cerró el ejercicio cerca las 18.000 unidades. A priori, podríamos pensar que nos fueron mejor las cosas aquí pero no es así. Si tenemos en cuenta que en España viven casi cinco veces más personas que en territorio luso, las cuentas son bien distintas.

Esos datos suponen que el año pasado el porcentaje de coches eléctricos respecto al total representó más de 11%, cuando en España no llegó ni al 4%. Una situación que en 2023 no está siendo distinta. En nuestro país no se venden muchos más vehículos eléctricos al mes que en Portugal y, si tenemos en cuenta el acumulado, en el territorio español se han registrado no más que un 25% de matriculaciones por encima. Y, volvemos a repetir, con una población multiplicada casi por cinco.

El indicar global de electromovilidad publicado por Anfac lo deja claro. España está en un nivel de 13 puntos sobre 100 en relación al objetivo anual en Europa, mientras que Portugal logra 25,8 puntos. Si bien, no está entre los primeros puestos del continente, en los que se mantienen Noruega, Países Bajos y Alemania, con 106,9, 68,4 y 37,6 puntos, los lusos sí que rozan la media europea, que al cerrar septiembre estaba en los 27 puntos.

No podemos hablar de unos precios más bajos para justificar que nuestros vecinos compren más coches eléctricos. De hecho, allí la compra de un vehículo 'cero emisiones' sale de media por un precio mayor. La diferencia principal es que tanto los automóviles eléctricos como los híbridos enchufables están exentos del impuesto de matriculación. A esto, hay que sumarle que el 100% del IVA, hasta modelos de poco más de 62.000 euros, se puede deducir.

Choca con el Plan Moves III que rige en España, con ayudas que reparten las comunidades autónomas, que pueden tardan hasta un año y medio en llegar y que resultan bastante menos atractivas que las que ofrece Portugal. No contentos con esto, toca declararlo como ganancia en la declaración de la renta correspondiente y tributar por ello. Y por eso, entre otras razones, nuestro vecino lleva unas ventas casi 3,4 veces mayores.

Pero hay más cosas, como una red de carga pública Mobi.E, que gestiona el estado y que lleva preparando al país desde 2008. Así han conseguido disminuir la preocupación que hay en territorios como el nuestro, por escasez de instalaciones de recarga. Si los lusos cuentan con más de 6.000 puntos, en España se contaron un total de 18.128 tras el cierre de septiembre. De todos ellos, 7.052 se han puesto en marcha entre enero y septiembre de este año, y no son suficiente para llegar al objetivo de 45.000 estaciones de este tipo en total antes de 2024.

Recargar el coche eléctrico para puede costar entre 35 y 40 euros de media, cuando nuestros vecinos lo hacen por entre 15 y 20 euros.

Más puntos de recarga, más facilidad, mayor potencia y velocidad de carga y menor coste hacen que Portugal tenga un indicador de estación de carga de 8,1 puntos, frente a los 6 de España, menos de la mitad que los 13,4 puntos que registran los países europeos de media.

La situación se puede entender mejor con la última noticia que asegura que un 26% de los puntos de carga instalados con ayudas estatales no están en funcionamiento.

Quizá lo más inteligente sea tomar nota de lo que hace Portugal, aunque con un cierre en septiembre de poco más de 88.000 coches electrificados vendidos, ya no hay tiempo de lograr las 190.000 matriculaciones objetivo.