Lightning GT: anti–Tesla cocinado a fuego lento

A lo largo de los años recientes han aparecido una cantidad ingente de fabricantes de vehículos eléctricos de nueva hornada, a los que se suman los desarrollados por los gigantes de la automoción. Muchos de ellos son pequeñas empresas, algunas de ellas dedicadas a las conversiones de modelos al formato eléctrico.

Sin embargo, la idea de Lightning con este deportivo casi se podría considerar pionera, pues sus orígenes eléctricos se remontan casi al año 2006. Y la cosa no termina ahí, pues la historia del modelo en sí comienza nada menos que durante los años 90.

Ronart era un pequeño fabricante artesanal británico dedicado a la creación de kit cars con la apariencia de modelos de carreras de los años 40 y 50. Pero en 1999, en el Salón de Londres presenta algo novedoso. El Lightning V8, apodado así por el azul relámpago que lucía el prototipo, causa sensación con su diseño inspirado en el Jaguar XJ13.

Estuvo a la venta entre los años 2001 y 2003 con un motor V8 prestado del Ford Mustang SVT Cobra preparado hasta los 505 caballos, cambio manual y carrocería artesanal hecha en fibra de carbono con chasis tubular. Como es comprensible de un fabricante tan pequeño, únicamente se hicieron siete unidades antes de que cesase su producción.

EL PASO A LO ELÉCTRICO

No fue hasta 2006 cuando uno de los clientes se hace con los derechos de la marca para, en 2007, hacer renacer el proyecto con una estética actualizada y con la premisa de ofrecer un tren de propulsión eléctrico. Tras pasar los años 2008 y 2009 en circulación por los diferentes salones del automóvil con gran éxito entre el público, en 2010 realizan un prototipo funcional.

En este aspecto y actualmente, cuenta con una mecánica que hace uso de baterías y electrodos con nano–partículas de titanio en lugar de grafito, así como una unidad motriz compacta en cada rueda trasera que aglutina el motor y los distintos elementos de transmisión y electrónicos. En total, es capaz de ofrecer hasta 500 caballos que, junto a un conjunto de menos de 1.900 kilos, anuncia una velocidad máxima limitada a 250 kilómetros/hora.

Entre los años 2011 y 2013 es puesto a prueba por la agencia EEMS del Reino Unido. Ésta se encarga de medir y registrar las emisiones de vehículos, entre otros. Para ello se sometió a un test de larga duración –12 meses– junto a otros modelos, un test que superó con nota, pues cubrió más distancia que los demás coches juntos, con una fiabilidad a prueba de bombas, pues únicamente tuvieron un problema con un amortiguador al pasar demasiado rápido por un badén.

Tras este período, no obstante, entró en una etapa de silencio de la que apenas se supo nada, más que seguía en estado de pruebas. Es comprensible que, a pesar de la buena acogida del vehículo, las posibilidades de llevar a cabo la producción de un coche eléctrico de estas características queden algo limitadas en términos económicos y productivos para un pequeño fabricante, como es el caso.

Fue precisamente el período en el que Tesla impulsó su oferta con el Model S y sus consiguientes versiones más prestacionales, así como el Model X. Todavía no habían saltado a la palestra modelos como Rimac o los próximos Pininfarina Battista y Lotus Evija.

Pero, a pesar de lo que pueda parecer y para alegría de los aficionados, el proyecto no está muerto ni detenido indefinidamente. Anunciaron que para 2020 comenzarían una relación comercial con la marca Continental –presente, por ejemplo, en la Extreme E– para el suministro de trenes motrices y plataforma.

Es posible que, tras este anuncio, el coche cambie por completo bajo su carrocería y que el desarrollo se demore más, pero todo sea por tener un deportivo biplaza de corte británico con una propulsión de futuro. Veremos qué le depara los próximos meses al proyecto.