En Italia señalan que Ferrari y Newey negocian desde hace tiempo y están cercanos

Cuando a Newey le ofrecieron diez millones anuales, por ir a Red Bull muchos se llevaron las manos a la cabeza y se preguntaron si alguien ‘se había bebido el entendimiento’.  A la vista de los resultados obtenidos, valió la pena el millonario fichaje. Ocho títulos de pilotos y siete de constructores -ya contamos el de este año- en 20 años.

Inversión de riesgo, quizás, pero muy rentable.  Si en aquel  momento fueron diez millones, está claro que ahora debe cobrar más en Red Bull, así que quizás la oferta no sea tan descabellada.

Hoy en día, el coche es clave para los resultados. Y hablo del coche en su conjunto, chasis/aerodinámica y motor. Desde el primer título de Sebastien Vettel, Red Bull sólo se ha visto apeado de lo más alto del podio cuando no ha dispuesto de motor. Es decir, cuando Renault se durmió en los laureles y en los primeros años con Honda, en el que los ‘japos’ debieron afinar su motor.

Ta lo dijo -perdón porque me repito- Flavio Briatore: "Perder un buen piloto es malo, pero perder un gran ingeniero es mucho peor".

Pero también en Italia aseguraron 24 horas más tarde que las conversaciones entre Adrian y Ferrari están muy avanzadas. Incluso que el ingeniero tiene su corazoncito puesto en Maranello. Es posible, incluso probable, que todo eso sea así, que los dos rumores sean ciertos. 

En alguna ocasión Adrian ya ha dicho que le hubiera gustado recalar allí pero no se dieron las circunstancias. Incluso hace poco más o menos un mes, un viaje de Newey a Italia levantó la polémica sobre que iba a hablar con Ferrari, aunque luego se aclaró que las razones del viaje eran otras. 

De hecho, Newey completaría -bueno, este es el objetivo de todos- un palmarés envidiable: Ha ganado títulos con Williams, McLaren y Red Bull; le falta sólo Ferrari. Ha hecho campeones a Mansell, Prost, Damon Hill, Jacques Villeneuve, Mika Hakkinen, Sebastien Vettel y Max Verstappen; podría añadir a Lewis Hamilton o Charles Leclerc a la lista.

Nadie esperaba que Lewis Hamilton dejara Mercedes por Ferrari., pero las conversaciones vienen de hace tiempo, según admitieron tanto Lewis como John Elkann.

Dice formulapassion que Newey no sería el director técnico del equipo, sino un ‘superconsultor’ o un ‘supervisor técnico’. Un rol que dejaría mucho tiempo libre a Adrian para imaginar nuevas y geniales creaciones.

Podría suceder lo mismo con Newey. En el fondo ha habido algunas ‘señales’ de que Adrian podría dejar Milton Keynes. Señales que quizás no fueron bien interpretadas. Desde las críticas de Newey a las reglas, al deseo de Horner de relegar a Newey a otros proyectos fuera de la F1, para que su presencia no incidiera en el límite presupuestario sobre todo cuando la FIA ha puesto en el ojo en los ‘contratos a tiempo parcial’, pasando por los tiempos en los que ha estado entretenido con el proyecto Valkyrie o el RB17, no sé si también en la Copa América. Y, sobre todo, lo que dijo Newey el día de la presentación del actual Red Bull: “es el primer día que lo veo”. Como si hubiera sido más consultor que ejecutor.

Newey en teoría debería ser uno de los tres altos cargos de Red Bull que no contabilizan para el techo presupuestario, pero tenerlo apartado de la F1 permitiría a otro subir de escalafón y ocupar ese lugar.

Todos estos detalles, la batalla interna en Red Bull y quizás el hecho de que dude sobre donde estará el motor Ford-RBPT que se prepara para 2026 -uno de los detalles que seguro Verstappen está valorando- son elementos que pesan en la decisión.

El tema del contrato actual de Newey con Red Bull no es baladí. A la hora de calcular el tiempo de ‘gardening’ no es lo mismo si tiene un contrato a tiempo completo o a tiempo parcial, no es lo mismo si tiene competencias oficiales con la F1 o es sólo consultor. Y sobre todo, si tiene cláusulas de escape. Pero a buen seguro que los abogados de Adrian, Lawrence Stroll y John Elkann lo estarán teniendo en cuenta.

Y en Red Bull tienen que sospesar así mismo la incidencia de los pagos a Adrian por el tiempo de ‘gardening’ sobre el techo presupuestario.