Arabia Saudí, del petrodólar a las energías renovables

Ellos, que pueden permitirse pagar la Fórmula 1 y que en su día fueron los que impulsaron la ascensión a la cima de la F1 del equipo Williams gracias a Sudia, TAG, Ablidad o Bin Laden, entre otros patrocinadores de aquel monoplaza blando en manos de Keke Rosberg.

Parece, a priori, un contrasentido que los reyes del petróleo apuesten por la energía eléctrica como la idónea para la movilidad. ¿Dispararse al pie? ¿Tirar piedras a su propio tejado?

No diría eso, sino de una visión estratégica de los gobernantes de la zona del Golfo, países cuyas estructuras políticas difieren de nuestro concepto de democracia y quizás se acerquen más a un régimen feudal. Pero países cuyas economías producen excedentes espectaculares o al menos lo han hecho hasta ahora.

Unos excedentes que los gobernantes han sabido aprovechar para invertir en sectores claves de la economía occidental. Inversiones en algunos conocidas e impresionantes y en otros, más discretas, sin buscar la mayoría absoluta, pero sí tener una participación de control.

Después de todo, el petróleo lo siguen teniendo. Y sigue siendo imprescindible en muchos otros campos que no son exclusivamente energéticos. ¿Será el futuro de la alimentación? Sólo un ejemplo.

Los sectores en lo que han invertido son múltiples y variados e incluyen la automoción, con participaciones en algunos grupos grandes, pero quizás es menos conocido el hecho de que han ido tomando participaciones en empresas energéticas de todo tipo, vinculadas a la energía solar y las renovables, incluso alumbrando proyectos de utilizar sus desiertos como inmenso campo de captación de energía solar.

En suma, de proveedores de petróleo a proveedores de energía, en todas sus facetas. Es algo que algunas petrolíferas están haciendo. Repsol, sin ir más lejos, ofrece gas desde hace tiempo y ahora también electricidad. BP y Shell han comenzado su mutación y en algunos países han comenzado a implantar electrolineras.

Desde este punto de vista, la apuesta por la Fórmula E está más que justificada y al ser una apuesta de país, no de ciudad, es una apuesta a largo plazo. En un calendario en el que entradas y salidas son habituales, la firma por diez años de los saudís no sorprende.

Pero en el caso saudí no es la apuesta de una ciudad, sino de un país. Como para demostrar una apertura a la modernidad, a la industrialización, etc. Un nuevo barniz decorativo sin Yemen o  caso Kashoggi o como celebración –que eso serán los test de la próxima semana– de que las mujeres ya pueden conducir en el país.

Y así, han llegado a pactar con la UNESCO el trazado del circuito para preservar la riqueza histórica. Al Diriyah está considerada la joya de la corona. el lugar en el que nació el país, fundada en 1446 y capital hasta el siglo XIX. Una de las cuatro ciudades árabes protegidas por la UNESCO.

Es lo que han hecho Baréin, Abu Dabi, en cierto modo China o incluso Malasia. Y el camino seleccionado por Vietnam. Pero ellos se han decantado por la F1 como el camino a seguir. Arabia Saudí ha apostado, como en sus inversiones, por el futuro.