Almacén F1

Por qué 2017 puede ser el año de Max Verstappen

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José Miguel Vinuesa
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21 Mar 2017 - 15:55

Red Bull presentó su RB13 el pasado domingo 26 de febrero. Era posiblemente el coche más esperado de todos, incluso más que el actual detentor del título, Mercedes. El motivo es que cuentan en sus filas con Adrian Newey, el hombre que mejor ha interpretado en los últimos tiempos los cambios normativos en la Formula 1, con sólo Ross Brawn a la altura en el tiempo que coincidieron.

Es precisamente ese cambio normativo el que puede permitir al equipo austríaco –y a los demás- poner en jaque el dominio trienal que han ejercido los coches de la estrella de tres puntas en este tiempo. De hecho, de los tres años de la era híbrida, en dos Red Bull ha podido poner en algunos aprietos a los de Brackley, pero este año muchos parámetros parten de cero. Y ahí es donde Newey marca la diferencia.

Pero no basta con tener un buen coche. Hay que contar con el piloto que sepa sacarle todo el rendimiento que es capaz de ofrecer. Y Red Bull cuenta con ese hombre: Max Verstappen. ¿Por qué él y no Daniel Ricciardo? Ricciardo es un piloto de primer nivel, y con las condiciones adecuadas será campeón del mundo. Sin embargo, el año pasado pareció no ser capaz de extraer todo de su monoplaza, o no al menos al nivel en que lo hacía el recién llegado al equipo, Verstappen.

Max Verstappen demostró tener la velocidad innata, pero también ese algo intangible que tiene que tener un piloto a otro nivel: la capacidad de estar en el lugar adecuado y resolver las oportunidades que se le presentan de manera, generalmente, provechosa para sus intereses. Sin embargo, su padre Jos Verstappen prefiere rebajar las expectativas sobre su hijo, que sólo cuenta aún con 19 años. Lo llamativo es que Jos siempre se ha mostrado ambicioso en las declaraciones que atañen a su vástago, y sin embargo ahora prefiere tirar balones fuera, diciendo que el campeonato no entra en los planes para este año. "Es temprano", para ser exactos, son las palabras. Sólo piensa en lograr algunas victorias. Pero temprano es precisamente el calificativo que mejor define a su hijo.

La nueva normativa puede ayudar, y mucho, a Max. Lo que aprendió el año pasado fue a luchar con los mejores de tú a tú: los Hamilton, Rosberg, Vettel, Räikkönen e incluso su merecidamente bien valorado compañero de equipo. Puede que sólo le faltara la confrontación directa con Fernando Alonso. En ese aprendizaje en la cumbre, Verstappen tuvo la insolencia de ganarles la mano más de una vez. A los pilotos de Ferrari los desquició, especialmente a un Räikkönen al que fue capaz de retener en Montmeló para lograr la primera victoria de su carrera precisamente en la primera ocasión en la que se veía en la tesitura de poder ganarla. Ya sabemos que fue impresionante. Ese año de luchar en la zona alta le da un bagaje fundamental: ya sabe cómo y qué cartas juega cada piloto. 

Cierto, también viceversa. Pero los cambios normativos supondrán una manera diferente de pilotar. Un punto fundamental serán los adelantamientos. Con la nueva aerodinámica, el arte de superar a un rival se pondrá un poco más difícil que hasta ahora. Son de esperar mayores turbulencias y dificultades para seguir al coche que preceda. Se seguirá contando con el DRS, que es un cambio de posición en recta más que un adelantamiento en sí. Pero allí donde no se puede hacer valer el sistema, es donde Max tiene una ventaja. Su capacidad para encontrar huecos imposibles es ya notoria, y quedó demostrada en infinidad de ocasiones el pasado año. Ese talento para el adelantamiento al filo de la navaja distingue a los mejores pilotos, y es cierto que algunos de los pilotos con los que lucha Max lo tienen. Pero la madurez les hace ponerlo menos en práctica, sabedores de lo que se juegan. Verstappen, que también lo sabe, no duda, haciendo buena la famosa frase de Ayrton Senna –sin comparaciones que valgan- de que si ves un hueco has de ir a por él. Si no, no eres un piloto de carreras. 

Es precisamente esa impredictibilidad bajo control la que el propio Newey alaba en Max, comparándolo con uno de los grandes maestros de lo espontáneo: Nigel Mansell. "No voy a ser intimidado, voy a hacer lo mío y si no te gusta es tu problema", definía Newey a su piloto en comparación con el que lo fue. Y es justo a los que nos referimos. Impredecible. Y resistente a las intimidaciones de las vacas sagradas del campeonato.

Obviamente, esto no es lo definitivo para intentar lograr el Campeonato, pero es un ingrediente importante. El verdadero quid de la cuestión es cómo se adaptará a la nueva forma de conducir estos monoplazas, más exigentes en lo físico, pero sobre todo en el paso por curva. Lo físico se le supone preparado a él y al resto de atletas que se ponen hoy en día a los mandos de los monoplazas. Pero si el gran requerimiento va a ser en las curvas, es ahí donde el estilo de Max Verstappen puede jugar a su favor. 

Verstappen entra en curva retirando pronto la presión en el freno, anticipando la entrada y teniendo un paso por curva rápido sin apenas correcciones: una vez atacada la trazada, esta es limpia y precisa. Esa anticipación le permite un paso más rápido durante todo el ángulo que si entrase de manera un poco más tardía, alargando el ápice. Esa anticipación y el paso suave por la curva pueden ser determinantes, al igual que el control en la transferencia de pesos del monoplaza en estas situaciones. Dicho de otra manera: no depende tanto de controlar el coche por dejarlo ir, sino que el coche está siempre bajo control. Hablamos, por supuesto, de cuestiones mínimas, pero con tanto agarre aerodinámico para esta temporada, ese natural paso por curva rápido será clave para realmente sacar todo el partido el apoyo.

Es de esperar que los demás se adapten, como Kimi Räikkönen que tiene un modo similar de afrontar las curvas, mientras que Vettel, por ejemplo, se concentra más en la salida, retrasando el ápice. Al final se trata de adaptación en pos del rendimiento adecuado. Pero cuando tu estilo natural ya encaja de manera inmediata con lo debería esperarse este año, ayuda. 

Por supuesto, nada de esto tendrá valor si el Red Bull es un coche que no está a la altura. Pero sería incauto dudar del coche en sí, que ya el año pasado estaba a la altura del Mercedes, pero le lastraba la unidad de potencia. La pretemporada no ha sido ideal, pero la confianza en la capacidad de desarrollo de Renault es máxima. Y Red Bull ya ha demostrado en el pasado ser capaz de ganar sin el mejor motor. Claro, que si el Red Bull es tan bueno, Ricciardo podría ser el candidato. Lo que pasa es que el equilibrio en el equipo está del lado de Max de manera quizás imperceptible, pero también obvia. La seguridad y velocidad de Daniel no están en duda, pero es esa delgada línea entre sacar lo mejor del coche o no la que marca la diferencia. Max lo retuerce del cuello siempre. Daniel no. 

Eso nos llevaría a la gestión de los neumáticos, absolutamente nuevos para todos. Pero se prevén más duraderos, en consonancia con las exigencias de los nuevos monoplazas. En todo caso, el tratamiento de las gomas no ha sido nunca un problema que se haya hecho patente en Max Verstappen, que ha sabido cuidarlos cuando ha sido necesario, ayudado siempre por las bondades del chasis de su Red Bull.

El punto flaco a solventar para Max es que, si está en la lucha por el título, sepa calmar el ímpetu y conformarse con un resultado bueno a largo plazo, aunque en el Gran Premio concreto no sea el deseado. Ese famoso "no estoy aquí para ser cuarto", porque ese cuarto en un momento dado puede ser el mejor resultado. No se puede ganar siempre. Calmar ese ímpetu es quizás lo que pretende Jos Verstappen con sus palabras. El plano psicológico es determinante hoy en día, saber ganar pero más importante, perder. Y no caer en los duros juegos mentales que viejos zorros como un Hamilton, Vettel o Alonso podrían plantear a un adolescente como Max.

Así pues, si el Red Bull logra recortar la distancia con el Mercedes, podríamos estar ante el año de Max Verstappen. Pese a su juventud, está en el grupo de favoritos. No es lo mismo luchar por victorias que por títulos, y la exigencia que eso conlleva –veamos el ejemplo de Rosberg-. Pero Max Verstappen se ha movido desenvuelto por el selecto de club de egos que integran los pilotos de la parrilla. Ya no tiene que llamar la atención, ya no es una sorpresa sino una realidad. Y si Max juega en la partida por el título, es el tipo de piloto cazador incansable que no soltará a su presa hasta haberla poseído. Cuidado con Max.

1 comentarios
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23 Mar 2017 - 03:28
"A Red Bull le gustan mucho los records" dijo al término del GP de España Mark Webber que ya sabe como se las gastan en RB. Max va a ser el protegido como ya se vió el año pasado en los errores de estrategia que curiosamente, SIEMPRE perjudicaron a Ricciardo.
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