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El éxito de Racing Point cuestiona el futuro de la Fórmula 1

19/07/2020 11:20

El éxito de la filosofía de Racing Point, que este domingo tomará la salida del GP de Hungría F1 2020 desde la tercera y la cuarta posición con un coche que guarda grandes similitudes con el Mercedes W10 de 2019, pone en evidencia las contradicciones de una Fórmula 1 que debe tomar una decisión clara para definir cómo quiere que sea su futuro.

Históricamente, pero más intensamente en los últimos tiempos, han sido muchas las voces que han lamentado que es imposible que un equipo humilde dé la campanada en la categoría reina. La disparidad presupuestaria es tan grande que las escuderías pequeñas están condenadas a pelear por premios menores, siempre un paso por detrás de las ricas.

Esta circunstancia comenzó a cambiar en 2016, cuando Haas debutó en la Fórmula 1 con un coche inspirado en Ferrari e inmediatamente consiguió resultados deportivos excepcionales que no se correspondían con su presupuesto y escasa infraestructura técnica. Un sexto en su primera carrera y un quinto en la segunda, sin ir más lejos.

Las disfuncionalidades internas y una alineación inestable han impedido dar continuidad a esos éxitos, de ahí que Haas se haya convertido en un equipo de media tabla más. Pero en el caso de Racing Point la historia es distinta, porque ya en tiempos de Force India la de Silverstone era conocida por ser una estructura extremadamente eficiente.

Sólo la FIA podrá certificar si el RP20 es un Mercedes pintado de color rosa, pero el enfado de sus rivales es notorio y más público que nunca. Las similitudes estéticas sí parecen sugerir que, en esta ocasión, la colaboración ha sido cuanto menos estrecha. Aunque sería sorprendente que los de Silverstone no se hayan cubierto las espaldas de antemano.

A diferencia de Haas, los resultados son tan tangibles que han saltado todas las alarmas. Lance Stroll fue este sábado tres segundos más rápido que en la clasificación de 2019. Una progresión a todas luces extraordinaria. La que fue la referencia de la zona media el año pasado, McLaren, se quedó a seis décimas de segundo.

Lo delicado del caso es que Racing Point puede convertirse en un precedente que altere la filosofía del Mundial de Fórmula 1, porque los equipos pequeños no tendrán ningún aliciente para diseñar su propio monoplaza si ven que pueden colaborar estrechamente con las escuderías más poderosas de la parrilla.

Uno podría argumentar que tan sólo existen tres constructores que han defendido a capa y espada que quieren ser independientes. Son McLaren, Renault y Williams. Los siete restantes están interrelacionados en mayor o menor grado de dependencia: Mercedes tiene bajo su paraguas a Racing Point, Ferrari colabora con Alfa Romeo y Haas, y Red Bull con AlphaTauri.

Andreas Seidl ya ha avisado de que existe el riesgo de que la Fórmula 1 se convierta en un campeonato "de copias", pues él sabe perfectamente que más equipos seguirán el camino de Racing Point si la Federación no pone límites a la colaboración entre escuderías. Y si eso ocurre, la filosofía del deporte puede cambiar.

Es cierto que a menudo muchos aficionados echan en falta sorpresas en el orden de la parrilla, pero también es verdad que en ningún otro lugar hay tantos fabricantes con diseños originales en busca de la victoria, aunque en un deporte tan cruel como la Fórmula 1 eso implique celebrar un décimo como un triunfo. Y eso es algo que no vende en televisión, pero que aporta un plus de profundidad a la categoría.

Si la Fórmula 1 evoluciona al modelo Racing Point, quizá no volvamos a ver un Sauber con escapes Coanda o a un Force India con agujeros en su alerón delantero. La ingeniería siempre ha estado en el corazón del Gran Circo, pero ahora el espectáculo puede decantar la balanza.