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España 2001: Crueldad intolerable, deportividad insuperable

Schumacher y Häkkinen pelearon por la victoria en el primer GP de España de Alonso
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José Miguel Vinuesa
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20 Ene 2015 - 20:05

En la Fórmula 1, la suerte es un factor que juega sólo parcialmente en el devenir de los acontecimientos. No se puede confiar en ella, sino que lo que cuenta es el trabajo bien hecho. Pero a veces, la crueldad de un deporte en el que el piloto depende en alto grado de la máquina, es inconcebible, propio más de una película de terror e intriga que del mundo real.

Y muchos pilotos han probado ese amargo sabor a hiel que se queda recorriendo el organismo cuando ya podía sentir el perfume de la victoria. Algunos, digamos por ejemplo Chris Amon, jamás lograron aspirarlo en la categoría máxima, pese a estar muy cerca a menudo.

Uno de esos días en los que el destino de la Fórmula 1 decidió jugar con la moral de un piloto tuvo lugar en la nublada mañana del 29 de Abril de 2001 en el circuito de Montmeló, donde se iba a disputar el Gran Premio de España. Un día gris que quizás pretendía presagiar otra carrera de dominio de los Mclaren Mercedes, que en los tres años precedentes habían dominado con mano de hierro en el circuito catalán, siempre con Mika Häkkinen como vencedor en lo que ya parecía ser su patio de recreo particular. No en vano, el Gran Premio de España fue el que más veces ganó el piloto finlandés.

Pero esta vez, la carrera se presentaba mucho más cerrada, en lucha directa con su rival de los últimos tres años, Michael Schumacher. El alemán, reeditando la pole del año anterior, conseguía la primera posición de la parrilla por un exiguo margen: apenas 0.085 centésimas le separaban de Häkkinen. El resto, estaba casi a medio segundo. Realmente era cosa de dos.

Era además un Gran Premio de estrenos. Volvían las ayudas electrónicas a los monoplazas, fundamentalmente el asistente electrónico de salidas y el control de tracción, que emitía un áspero gruñido en cada curva. Era también el debut de Pedro Martínez de la Rosa con la prometedora escudería Jaguar, y el primer Gran Premio de España para un joven talento que aún pasaba bastante desapercibido: Fernando Alonso, que a los mandos de un Minardi con un motor de dos años de antigüedad, se había encaramado a la decimoctava posición de salida por delante de su compañero de equipo, pero también de De la Rosa y, más importante aún, de los dos pilotos del equipo en el cual estaba contratado como piloto de reserva, Benetton-Renault. Una verdadera hazaña.

Al apagarse los semáforos rojos, Schumacher tuvo que defender el interior de la primera curva del ataque de Häkkinen, comenzando así un duelo en el que el alemán apenas sacaba dos segundos al finlandés, mientras se distanciaban del resto. Un grupo que veía como Frentzen acababa con la carrera de De la Rosa en la quinta vuelta, al embestir el de Jordan al español mientras lo adelantaba.

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La carrera era un mano a mano vibrante entre los dos mejores pilotos del momento, aunque fuera a una distancia prudencial. Era vibrante también ver cómo Alonso atacaba al Benetton de Fisichella con ahínco, pese a la desventaja de potencia, pudiendo verse a simple vista que en muchos tramos el italiano retenía al asturiano, que estaba dando todo un recital. Pensaba el que escribe a cada paso por vuelta en una conversación que habíamos tenido el mes de Noviembre anterior en Cheste, con motivo de la carrera del Open Nissan, pero eso es otra historia. En definitiva, era una demostración palpable del talento que atesoraba.

Por delante, el Ferrari F2001 número 1 paraba en boxes, y Häkkinen estiraba cuatro vueltas más su parada, volando sobre el circuito como sólo él sabía hacer. Pero obtenía la respuesta del alemán tras salir de boxes, pues en la vuelta veinticinco marcaba el giro más rápido de la carrera. Tras la parada del finlandés, todo seguía igual. Ambos cerca. Ambos regalando al público allí congregado la excelencia de su pilotaje, sosteniendo otro de los duelos que desde hacía tres años los había convertido en acérrimos rivales en busca del título.

Schumacher extrajo la quintaesencia de su Ferrari y logró ampliar la ventaja a casi cinco segundos cuando se disponía a realizar su segunda parada, que fue sin sobresaltos. Häkkinen aprovechaba para subir su ritmo y enjugar la distancia, marcando su vuelta rápida personal, y segunda de la carrera, mientras el ritmo de Schumacher no era tan bueno como tras la primera parada. El resultado: liderato para Mika tras el paso por los boxes con casi cuatro segundos de ventaja. El finlandés volador lo había vuelto a hacer: su hipnótica velocidad natural daba resultado.

Sin embargo, había algo más. Cuando Schumacher pasaba, se oía un ruido extraño, y su ritmo era sensiblemente inferior al que había mantenido anteriormente. En una época en la que las pantallas de televisión para las gradas comenzaban a proliferar pero eran muy escasas, uno se tenía aún que fiar de lo que veían sus ojos y de lo que le decía el cronómetro, que era implacable: Häkkinen se distanciaba con autoridad, y a Schumacher le pasaba algo.

Una vibración en una de sus ruedas, que se iba haciendo más y más fuerte, le impedía mantener el ritmo a falta de apenas 15 vueltas para el final. En las rectas, por seguridad, y a fin de evitar un tercer paso por boxes, no aceleraba a fondo su monoplaza. En las curvas, trazaba con mimo para evitar daños que le produjeran el abandono. La carrera estaba sentenciada. Mika mantenía un ritmo competitivo, y Schumacher se adaptaba a la situación para mantener el segundo puesto, opción bastante segura por la distancia con el tercero, Montoya, en lo que era casi una situación similar a la vivida por el alemán en ese mismo trazado en el año 94, cuando su coche, entonces un Benetton, se quedó sólo con la quinta marcha pero se las arregló para llegar segundo.

¿Mika? Mika estaba imperial, en plenas facultades de nuevo tras un inicio de año bastante malo. Volviendo a plantar cara y a comenzar su remontada hacia la lucha por el título mundial. Poniendo tierra de por medio a pasos agigantados, cimentando una victoria que, aún ayudada por problemas ajenos, se había trabajado a fondo. Todos, salvo Schumacher, estaban ya a una vuelta del finlandés, mientras que un irreductible asturiano hacía las delicias de sus paisanos al ir en decimotercera posición con un Minardi por delante de los dos Benetton de Fisichella y Button.

Al llegar la última vuelta, con Mika ostentando una ventaja de más de cuarenta segundos sobre Schumacher (a quien las vibraciones al menos se le habían estabilizado y llevaban varias vueltas sin ir a más), todo indicaba un plácido fin de carrera para todos los participantes. El propio Mika pensaba: "Voy a ganar por cuarta vez en Barcelona, es increíble", mientras enfilaba la recta de meta para iniciar el giro final. Pero entonces…

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Una bocanada de humo surgió de la zaga del Mclaren. Preocupante, pero hizo la recta a buen ritmo. Sin embargo, en la primera curva, su ritmo descendió notablemente. El circuito exclamaba al paso del finlandés, mientras uno, controlando con la mirada el paso de los coches, se extrañaba del retraso de Mika. No podía ser, debía tratarse de la típica estrategia de última vuelta de ralentizar para no poner la victoria en riesgo. Era obvio con tal ventaja. Pero no llegaba. No llegaba. Hasta que un silencioso monoplaza que emanaba una ligera columna de humo apareció por la derecha y se posó despacio delante de donde me encontraba. El embrague de Mika Häkkinen había dicho basta, y varias piezas del motor se habían ido desintegrando en su lento camino hasta esa curva, donde expiró su último aliento. Sólo faltaban cinco curvas, apenas medio circuito, para la merecida victoria.

Puede que esperáramos a ver a Mika como en Monza, 1999. Furioso. Iracundo. Destrozado emocionalmente. Pasó Schumacher tomando el liderato, y Mika descendió de su Mclaren abriendo los brazos con resignación. Y su reacción le hizo grande: saludó a una grada que no podía sino aplaudir a rabiar la brillante actuación del finlandés, a quien sólo la mecánica le privaba de lo que se merecía. Allí, en aquella grada, no había colores, nacionalidades, ni rivalidades. Y había españoles, alemanes, colombianos, finlandeses, británicos; ferraristas, fans de Mclaren, de Williams, etc. No. Había un conjunto de aficionados que, guiados por el sentimiento básico de este deporte, reconocían, independientemente de cualquier otra cosa, el espectáculo que Mika nos había regalado. Reconocían su calidad como piloto, su increíble fuerza de voluntad, su entrega sin condiciones para satisfacernos a todos nosotros, que le observábamos. Y Mika saludaba, aplaudía el gesto de la grada, y les devolvía besos. Mika era un grande, y como grande se le reconfortaba por la afición en tan injusto trance.

Pasó en su vuelta de honor Schumacher, que ralentizó e hizo gestos al finlandés para llevarlo a boxes, pero desestimó el ofrecimiento, quedando a la espera de su compañero Coulthard, que llegó poco después y se llevó a Häkkinen en medio de otra ronda de aplausos.

Luego vino un gesto hermoso, de esos que se quedan en el recuerdo. Al llegar a boxes, le esperaba un Michael Schumacher que, rompiendo el estricto protocolo, se fue hacia su gran rival. Y se fundieron en un sincero abrazo, compartieron algunas palabras, y se lamentaron por lo sucedido. Un gesto deportivo que refrendaría con sus declaraciones: "Tengo que decir que lo siento mucho por Mika. Me sorprendí cuando ví que tenía que retirarse. Esta no es la forma en la que me gusta ganar, aunque estas cosas pasan en las carreras". Mika sólo podía decir que "a veces las cosas no salen de la forma en la que uno espera".

Crueldad intolerable la que tuvo que experimentar el brillante finlandés, que a finales de ese año diría adiós a la F-1: la de vivir en sus carnes de la forma más amarga la famosa frase de Enzo Ferrari de que "para llegar primero, primero hay que llegar". Pero aquél día, además de la preciosa impredecibilidad de las carreras, de la emoción suprema de dos pilotos en la cumbre de su arte, se regaló un ejemplo de grandeza deportiva de los que marcan para siempre. Gracias, Mika. Gracias, Michael.

11 comentarios
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03 Ene 2019 - 13:11
Habiendo seguido la carrera de Fernando desde la F 3.000, sus primeros test en F1 y lo hecho en su primera carrera con un auto más para F3 que para F1, me dije, este chico le complicará campeonatos a más de uno... Lo que no imaginaba era que retiraría a quien sería heptacampeón, el chico con carita de bebe superó todas mis ya optimistas espectativas....Qué Nano este! jejejejjj
Panchito
22 Ene 2015 - 06:45
jajajajajajajaja........!! No sabía?? jajajajajajaja....!! Salío 15° y con poco gas.... fue el primero en entrara pits.... Una vuelta después... El estrellón de Picket jr.... Y no sabía....?? jajajajajajajajajajajaja.......!! La peor cochinada en toda la historia...!!
Panchito
21 Ene 2015 - 18:13
Poner en peligro la Vida de compañeros pilotos....?? Break-tests al por mayor..!! Así que en pista? de los más cochinillas..!! Que se enteren..!! coulthard 2003-dornboos 2006 y dos veces.. Hamilton en brasil 2007- Hamilton en el 2008- schumi en imola 2005- (al año siguiente..? schumi se la regresó x el doble de vueltas... (ji ji ji) ...... incluso una vez .. Break-test contra Mansell con coches de pasajeros..!! Se salvaron ese día... (Nico prost) jovencito..!! era uno de los pasajeros... ¿La peor maniobra en pista? ¿Cual es? Los Break- Test..!! Alonso los ha usado mucho...!!
Panchito
21 Ene 2015 - 17:56
...... Y con la vida de los aficionados al lado de la pista...?? Crash-Gate .... Les suena...??
21 Ene 2015 - 14:59
Algunos son antideportivos en la pista... en caliente. Otros antideportivos en la mesa y ante los micrófonos... en frío. Saludos.
21 Ene 2015 - 14:56
Y gracias a tí JMV por tan grande exaltación del deporte y de los recuerdos. Dos gladiadores que exprimieron sus monturas al límite de sus capacidades, hasta que una se rindió. Saludos a todos los pilotos que vencieron, perdieron, vivieron y murieron por su pasión por la velocidad. GRANDES.
21 Ene 2015 - 13:41
#1 Luego vino un gesto hermoso, de esos que se quedan en el recuerdo. Al llegar a boxes, le esperaba un ... Ver comentario
El piloto mas antideportivo de la historia.
21 Ene 2015 - 12:54
Panchito, Síiiii, calidad moral enorme. Como la tuvo cuando chocó con Hilla en Adelaida 94, cuando intentó repetir lo mismo con Villeneuve en Jerez 97, el aparcamiento de la Rascasse Monaco 2006, llevar a Barrichello contra el muro en Hungría 2010 y mantenerse en sus trece diciendo que no tenía la culpa durante más de un día (luego se retractó claro, ante el clamor de toda la prensa internacional). Sí, una gran calidad moral, comparado con todas esas citas...
21 Ene 2015 - 11:07
#1 Luego vino un gesto hermoso, de esos que se quedan en el recuerdo. Al llegar a boxes, le esperaba un ... Ver comentario
¡Me haces llorar! ;(
21 Ene 2015 - 10:42
#1 Luego vino un gesto hermoso, de esos que se quedan en el recuerdo. Al llegar a boxes, le esperaba un ... Ver comentario
Soy fan de Schumi, pero si lo estás comparando con Alonso, piensa que es normal: todo piloto en su juventud es arrogante y piensa en la victoria antes que en sus rivales. Así fue Schumi, así fue Alonso y así fue Hamilton. En este caso, tanto Michael como Mika eran pilotos veteranos y experimentados, con la cabeza bien sentada. Saludos.
Panchito
21 Ene 2015 - 02:00
Luego vino un gesto hermoso, de esos que se quedan en el recuerdo. Al llegar a boxes, le esperaba un Michael Schumacher que, rompiendo el estricto protocolo, se fue hacia su gran rival. Y se fundieron en un sincero abrazo, compartieron algunas palabras, y se lamentaron por lo sucedido. Un gesto deportivo que refrendaría con sus declaraciones: "Tengo que decir que lo siento mucho por Mika. Me sorprendí cuando ví que tenía que retirarse. Esta no es la forma en la que me gusta ganar, aunque estas cosas pasan en las carreras". ............Que diferencia de persona...!! Que calidad moral...!! (comparando con suzuka 2006)
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