El WRC está bajo mínimos, ¿intentará repescar el Rally RACC de Catalunya?

Al anuncio de los organizadores de los rallies de Finlandia y Nueva Zelanda de la semana pasada, se ha añadido hoy la cancelación del Rally de Gran Bretaña, que ya ayer se daba como inminente. Anuncios consecutivos que ponen en jaque la validez del Mundial.

Sobre el papel sólo quedan tres pruebas en el calendario: Turquía, Alemania y Japón, aunque los organizadores italianos apuntan a la posibilidad de recuperar su rally, quizás en octubre o quizá aprovechando la fecha que deja libre Gran Bretaña.

En cualquier caso, las tres pruebas que aún quedan en el calendario están pendientes de confirmación. Que la Fórmula 1 no haya confirmado todavía el Gran Premio de Japón crea algunas dudas sobre la prueba nipona.

Los promotores del WRC trabajan para buscar alguna forma de completar el calendario y no es fácil. Organizar una prueba del Mundial de Rallies es labor de meses y el único recurso sería apostar por alguna prueba de renombre, de categoría, puntuable este año para el Campeonato europeo o nacional.

Estoy pensando que el Rally de Catalunya reúne todos los requisitos desde este punto de vista, pero ya cuando se anularon Chile y Argentina, declinaron el ofrecimiento de volver este año al Mundial. Las razones eran claras y las explicó Amán Barfull: "Todo lo que tenemos en marcha, los apoyos que tenemos, están en función de una prueba del Campeonato Nacional de Rallies. Negociar en estas fechas y en esta situación para volver a tener un mundial es inviable".

Incluso si el WRC optara por un rally reducido a dos días –lo que sería interesante como test para el futuro–, el incremento de costes sería muy elevado. Por ejemplo, el montaje del parque cerrado o la infraestructura mediática.

El montaje de una prueba del Mundial de Rallies es muy costoso y el organizador no puede contar con más ingresos que las subvenciones oficiales y el patrocinio.

Pero el problema es mayor para los participantes. Sólo hay tres marcas oficiales, como mucho nueve pilotos fijos. El resto son amateurs con diversos apoyos, en algún caso de las propias fábricas, pero que deben hacer frente a su presupuesto. El problema es que si no corren este año, no sabrán si podrán conservar todos estos apoyos el siguiente. Jan Solans, por ejemplo, se encuentra en esta tesitura.

El promotor del Mundial debe así pensar no en salvar esta temporada, sino en hacerlo con la siguiente porque las secuelas serán duras. Quizás ha llegado el momento de replantearse muchas cosas.

Los grandes años del Mundial, no lo olvidemos, coincidieron cuando además de pilotos de los equipos oficiales, había un buen puñado de pilotos de escuderías privadas con material similar –en ocasiones idéntico– al de la marca. Cuando los costes de correr eran asumibles con un patrocinador.

Aunque los futuros R1 híbridos se anuncian como más baratos que los actuales WRC –habrá que verlo para creerlo–, seguirán estando muy por encima de lo que pueden permitirse los privados.

Y entre tanto los promotores del Mundial desean volver a Estados Unidos y China… a la par que reducir el calendario a 12 pruebas, dos desplazamientos costosos justificados por la amplitud de los mercados locales y las repercusiones que pueden tener.

Me temo que en el contexto actual no puede haber muchas componendas, sino un replanteamiento total de la situación, pero a la FIA y los promotores les asusta siempre una reforma total.