Surrealismo en el WRC (IV): Elfyn Evans y la llave 'mágica' que actuó como brazo de suspensión

Elfyn proviene de una estirpe que huele a gasolina. Su padre, Gwyndaf, fue campeón británico de rallies en 1996 y corrió muchas pruebas del Mundial con varias marcas, entre ellas Seat. Pero muchísimo antes, concretamente en 1930, el abuelo de Gwyndaf –bisabuelo de Elfyn– estableció un concesionario en la localidad de Dinas Mawddwy, al sudeste de Gales, el cual se renombró a Gwyndaf Evans Motors en 1983 y, previo traslado al noroeste del país, ha apoyado siempre la carrera deportiva de Elfyn.

No en vano, la pasión por el automovilismo corre por las venas de Elfyn, pero sus inicios no fueron fáciles, sobre todo en la máxima categoría. Después de ‘arrasar’ en el Reino Unido y ganar el Mundial Júnior en 2012 –temporada en la que ‘Cohete’ Suárez fue segundo–, el galés se vio ascendido meteóricamente en 2014 –tras una temporada prometedora en WRC2– a la primera línea de batalla de M-Sport junto a un piloto de la talla de Mikko Hirvonen. Casi nada.

El piloto galés dedicó su primera temporada en la categoría reina al aprendizaje, aunque también tuvo tiempo para mandar algún que otro ‘mensaje’, como la cuarta posición en el Rally de Alemania con ‘scratch’ incluido en el Power Stage. Pero la temporada 2015 sería una historia diferente: ante la retirada de Hirvonen, Malcolm Wilson colocó a otra joven promesa como Ott Tänak al lado de Evans. El galés estaba ‘obligado’ a dar un paso adelante.

Y lo dio. Sin titubeos, consiguió sus dos primeros podios en el Campeonato del Mundo y resultados más que notables en su segunda campaña, pero también demostró que estaba hecho ‘de otra pasta’ en el Rally de Finlandia, cuando tuvo que ‘inventarse’ un brazo de suspensión para poder finalizar la prueba. ¿Cómo lo hizo? Con una llave de 19 milímetros, dos bridas… y mucha maña.

En plena época de dominio absoluto de Volkswagen, Elfyn Evans quería cuajar un buen papel en el siempre complicado 1.000 Lagos. El británico comenzó el viernes por la mañana con buen ritmo, en sexta posición, si bien su compañero Ott Tänak marchaba cuarto y muy cerca de las posiciones de podio. Entonces, Evans quiso apretar más de la cuenta las tuercas de su Ford Fiesta RS WRC… y se pasó de rosca. Apenas en el cuarto tramo, el galés golpeó una roca de grandes dimensiones y su rally parecía abocado al abandono.

"Golpeamos una roca enorme muy fuertemente y enseguida supe que algo estaba mal. Pero el coche seguía funcionando bien, así que continué la marcha a toda velocidad. Sin embargo, los saltos fueron demasiado ‘castigo’ y el brazo de suspensión se rompió. Cuando llegamos al final, el brazo trasero derecho se partió por la mitad y la rueda podía moverse libremente en el arco tanto hacia atrás como hacia delante", comentó en su día Elfyn para la web oficial del WRC.

El galés se vio al término de la cuarta especial con un brazo de suspensión completamente destrozado y, para más inri, aún tenía que completar seis tramos más para poder finalizar la etapa y llegar al parque de asistencia. Cualquiera en su lugar habría abandonado, ¡y más en un lugar como Finlandia, repleto de saltos! No obstante, el piloto de M-Sport, muy aficionado a la mecánica, hizo honor a la leyenda de cualquier ‘manitas’ que arregla cualquier problema con bridas o cinta aislante y tiró de ingenio. Colocó una llave de 19 milímetros haciendo las veces de eje y, con dos bridas, hizo una ‘chapuza’ que le sirvió para, al menos, continuar la marcha.

"Nuestro juego de herramientas contenía cuatro o cinco llaves y algunas bridas. La llave fue la primera solución que se me ocurrió, así que cogí la más grande y la sujeté al brazo de suspensión con las bridas. Luego la amarramos bien y eso fue todo. En realidad fue un poco de ‘trampa’, porque una vez usé una llave como ésta para arreglar un engranaje", agregó Elfyn sobre la improvisación que maravilló a Malcolm Wilson.

Pero ahí no acaba la historia. Los saltos de Finlandia son durísimos para las suspensiones y Evans tenía que hacer frente a casi 90 kilómetros cronometrados hasta la conclusión de la jornada. Por ello, después de cada tramo, Elfyn y su copiloto Daniel tenían que revisar su solución improvisada. "Volvimos a hacer la reparación después de cada tramo. Fue una tarde muy larga con la rueda colgando, pero de todas maneras teníamos que ir rápido para no perder demasiado tiempo. Teníamos que hacer todo lo posible para que el coche llegase y afortunadamente lo hicimos", expresó el galés para concluir.

Una solución muy ingeniosa que le sirvió para, dos días más tarde, finalizar el rally, aunque no pudo materializar su hazaña con puntos. Por supuesto, el Mundial de Rallies nos ha regalado a lo largo de su historia reparaciones improvisadas –Colin McRae y Nicky Grist eran especialistas en ello– y momentos surrealistas que quedarán grabados en nuestras retinas para la eternidad. La de Evans es una de ellas, quizás una de las más creativas de los últimos tiempos, pero antiguamente estas ‘chapuzas’ eran más habituales… hasta tal punto de que la Coca-Cola llegó a servir para solucionar problemas de embragues. Y las historias que vendrán. ¡A más ver!