Renault Rafale: Este es el híbrido que yo me compraría porque tiene todo lo que me gusta –incluido un bajísimo consumo–

No os voy a engañar: no me llevaría un coche híbrido para mi garaje o, si tuviera que hacerlo –coche de empresa, por ejemplo– lo haría sin ganas. ¿Por qué? Porque su conducción, o es cero emocionante o consumen más de lo debido. Y me explico. Desde el primer Toyota Prius tengo esa sensación de que el coche cumple con su genial cometido: consumir poco y con bajas emisiones, pero al volante es un coche pesado, lento y que en autovía odia ir rápido. Es perfecto para la mayoría del público, y la mayoría están encantados con su híbrido, pero los que añoramos aquéllos TDI de bajo consumo y buenas prestaciones, cogemos un híbrido que anuncia un potencia similar y es un drama: a sus motores no les gusta ir deprisa y, cuando llegan las curvas dan ganas de ir a pie.

Y han evolucionado, ¡claro que sí! Pero en esencia todos son lo mismo: coches con motor atmosférico a los que les cuesta tener buenas sensaciones de conducción en carretera o, los que tienen buenas prestaciones, como los Hyundai Tucson y Kia Sportage, por ejemplo, lo hacen a base de motores turbo que no rebajan el consumo lo que esperábamos. Y si vas rápido, gastan tanto que, para este viaje, no hacían falta alforjas.

LLEGAN NUEVOS HÍBRIDOS

No todos son así y Toyota ya tiene híbridos con el apelativo ‘GR Sport’, tanto el Corolla de 180 caballos como el nuevo CH-R con esa misma mecánica: un dos litros atmosférico e híbrido. Y van mucho mejor para los que nos gusta, además de un bajo consumo, unas buenas prestaciones, pero el Corolla tiene el puesto de conducción es un poco angosto para mí, y el CH-R… ¡me encanta! pero igual es un poco caro para sus tamaño.

¡Vaya turra para empezar a hablar del Rafale! Pero es que lo he devuelto con pena, porque el coche me ha encantado. Y no voy a haceros leer hasta el final si no queréis: el diseño mola muchísimo, el interior es súper tecnológico y muy fácil de usar, el chasis con dirección a las cuatro ruedas es una maravilla de agilidad y el motor híbrido, aunque no es un avión, corre lo suficiente y, sobre todo, gasta muy poco. Así que, lo uno por lo otro. ¿Tiene defectos? Sí, pero para eso sí tendrás que leer esto hasta el final.

EL ÚNICO SUV COUPÉ 'POPULAR'

El diseño es… ¡wow! Y es que Renault está en racha y le está echando narices a sus propuestas. No hay ninguna marca generalista, ni siquiera en el todopoderoso grupo Volkswagen o en el gigante Stellantis, que tenga una carrocería SUV coupé en este segmento de precio. Y Renault tiene ¡dos! La del Arkana y ahora, este Rafale, más grande en tamaño, plataforma y tecnología. Y eso que el Arkana ya me parece un muy buen coche. En este caso deriva de la plataforma técnica del Austral y eso se nota en una planta excelente: grandes llantas de 20 pulgadas, una carrocería muy coupé que no desentonaría en Audi o BMW y un nuevo diseño en la marca.

Y es que Renault ‘robó’ al diseñador de Peugeot para dar algo más de carácter a sus coches, y lo ha conseguido: el Rafale tiene el nombre de los aviones de combate del ejército francés, fabricados por Dassault y que están sustituyendo a los Mirage, y aunque esto no se plasma mucho en el coche, es un detalle que gusta, como el resto del coche: muchas aristas, detalles muy cuidados –no hay más que ver la parrilla delantera de rombos, nada que envidiar a las estrellitas de Mercedes– y una zaga que impacta, y estas líneas no perjudican la practicidad, con amplias puertas, manetas a la vista y un muy buen maletero.

INTERIOR: TAN FÁCIL DE USAR COMO UN MÓVIL

Vamos al interior, donde para mí un coche tiene que ser amplio, cómodo y fácil de usar, y el Rafale lo consigue. Los asientos son buenos, porque tienen incluso iluminación trasera de la A de Alpine impresa en su tapizado. Los materiales que nos rodean son similares a los de los modelos premium, y no vemos apenas nada donde digamos: “aquí han ahorrado dinero”. Al contrario, muchos cromados oscuros en los botones, muchos detalles bien hechos… se nota que hay horas de diseño detrás.

El cuadro se ha pensado y diseñado para ser totalmente digital, con una preciosa pantalla tras el volante cuyos gráficos, siempre muy trabajados en Renault, se leen muy bien, especialmente la velocidad y ayudas a la conducción. La pantalla central es la mejor del mercado: tiene Google Auto, lo que permite que el coche te cuente un chiste, llame a tus contactos, llame a un restaurante de forma directa al decirle su nombre o nos indique con Google Maps cuánto falta a nuestro destino. Alrededor, ergonomía, calidad y el punto exacto entre lucecitas y buen gusto.

¿Tiene defectos? ¡Todos los coches los tienen! En este caso, la palanca de cambio en la parte derecha del volante se ha implementado sin quitar la de los limpiaparabrisas y, si tenemos dos coches en casa, vamos a darle a los limpias en lugar de al cambio más de una vez. Para compensarlo tiene un gran detalle, y es que, ya que la regulación europea exige que los coches nos avisen con tres sonidos cuando superamos la velocidad de la vía –y eso en las calles de 30 por hora es un drama–, este Rafale avisa muy bajito y tiene un botón a la izquierda para desconectar este sonido, ¡chapeau!

LA TRASERA, MUY CUIDADA

Detrás tiene muchísimo espacio a lo largo, bastante a lo alto y un poco menos en cuanto a anchura. Dos irán tan cómodos que Renault les ha puesto un reposabrazos central con conexiones USB y portapantallas para los pequeños. Miedo me dan las viciadas que se pueden pegar aquí los más niños. Sus maletas, con las consolas y demás, irán a buen recaudo en un maletero de 520 litros que se amplía a 1.600 y que tiene algunos huecos aprovechables bajo el piso. Hora de ponernos en marcha.

UN HIBRIDO DIFERENTE

El tren motriz de este híbrido es diferente de todos los demás del mercado. En lugar de un motor sin turbo, de ciclo Atkinson y mucha cilindrada, que es lo que llevan casi todos los híbridos, aquí se apuesta por un 1.2 turbo de tres cilindros y 130 caballos, que no es muy potente, pero que tiene muy buen par motor. Se suman dos motores eléctricos, el de 34 caballos que actúa en el arranque y otro de 68 caballos que se suma en marcha para alcanzar los 130 por hora en modo eléctrico. Una de las claves es la batería, de 2 kilovatios hora y de ión-litio, lo que permite una rápida carga y descarga y hace que se aproveche mucho más la parte eléctrica. Y todo con una caja de cambios también peculiar, porque no hay una caja como tal, sino un conjunto de engranajes. El caso es que el coche homologa 4,7 litros de promedio y muy rara vez superamos los seis litros, sea en ciudad –donde estaremos entre 5,2 y 5,5 litros– o en carretera, devolviéndonos aquellos consumos que teníamos con los diésel de antaño, consumos que ya no existen porque los diésel tienen mil filtros anticontaminantes que aumentan su consumo.

UN CHASIS A LA ALTURA

Nos queda por saber si es dinámico, y aquí entra en acción la dirección a las cuatro ruedas, de serie en casi todos los Rafale y que da un dinamismo extra e inesperado. El Rafale mide 4,7 metros, y es por tanto un coche largo, y pesa 1.700 kilos. Renault se ha gastado un dineral en dotar al coche de puertas y capó de aluminio y de un portón trasero de plástico termoformado –el acero es mucho, muchísimo más barato–, pero al final el coche se siente muy ágil en carretera, toma curvas con rapidez porque la dirección gira, hasta 50 por hora, hasta cinco grados en posición contraria a las delanteras y, a partir de 120, un grado en el mismo sentido que las delanteras. Para mí, que apenas hago ya carreteras de curvas y sí mucha autovía, es perfecto; en ciudad o en aparcamientos me ahorra unas cuantas maniobras de garaje vaya donde vaya, y en carretera a alta velocidad consigue un aplomo desconocido.

El motor turbo tira bien, no es un avión Rafale, pero sí permite mantener unas buenas prestaciones sin que parezca que la mecánica se queje, como ocurre en los cambios de variación continua de muchos híbridos, donde ir rápido es un martirio en cuanto a ruido. Eso sí, la respuesta no es ‘limpia’, y al acelerar el coche se toma un segundo en hacer algo así como reducir una marcha y entregarnos sus prestaciones. Hay que acostumbrarse a este retraso de respuesta, particularmente negativo si vamos a adelantar en una carretera de doble sentido, porque exige anticipar un poco más la maniobra.

Otra cosa mejorable es que el freno, aunque funciona muy bien, sigue teniendo un pedal que hace cosas raras, ya que, por ejemplo, cuando ponemos el control de velocidad de crucero, el coche frena moviendo también el pedal, y es extraño cuando estás pisando y el pedal baja por sí mismo más de lo que estás pisando. Esta ‘rareza’ es en el Rafale mucho menor que en los primeros Austral, y en general toda la mecánica se nota mucho más fina en su funcionamiento que cuando se lanzó hace tres años en el 'hermano' SUV del Rafale.

CONCLUSIÓN: UN MUY BUEN COCHE PERO…

Corre, consume poco, se sujeta bien, es amplio y es muy bonito. Vamos al tema del dinero. El Rafale ‘base’ se llama Techno y cuesta 42.000 euros. Bien, pero habrá que sumar, para mi gusto, el portón trasero automático de 500 euros, la dirección trasera de 1.500 y algún detalle más que nos lleva a los 44.000 euros, cerca de los 46.000 que cuesta este Esprit Alpine, al que solo le pondríamos, los que así lo quieran, el techo solar ‘solarbay’ sin cortinilla pero con oscurecimiento electrónico.

¿Buena compra? Pues… –y aquí viene el 'pero'– depende, porque cuando ya tenía decidido mi coche aparece la versión híbrida enchufable: con 300 caballos, tracción total y nada menos que 121 kilómetros de autonomía –aquí la video-prueba de Jorge Morillo– y que cuesta, tachán, 4.500 euros más, justo la ayuda que podemos recibir del Plan Moves, y aún podemos sumar 2.500 euros más de ayudas, lo que lo dejaría ¡más barato que el Esprit Alpine híbrido! Y con etiqueta cero. Así que mi híbrido favorito es posible que se venda poco, porque el híbrido enchufable es un ‘chollo’.

Entre sus rivales hay híbridos como el Honda ZR-V o el Lexus NX, menos emocionantes, o el BMW X2, Audi Q3 Sportback, que sí son coupés y tienen versión híbrida enchufable pero no ‘full hybrid’ como este Renault. ¿Un Renault en lugar de un Audi o BMW? Sí, este es el nivel que tiene este Rafale.