Probamos el Citroën C3: eléctrico o gasolina, te contamos cómo cuida tu bolsillo sin faltar a lo que promete

Peculiar y llamativo, muy llamativo. Así es el nuevo Citroën C3, un utilitario que acabada de estrenar su cuarta generación y que tiene en su precio de lanzamiento su principal punto de interés. No obstante, con la factura a pagar iremos al final del artículo porque las cifras de partida llevan consigo algún hándicap.

El habitáculo del nuevo C3 –o ë-C3, ya que apenas hay diferencias entre el de gasolina y el eléctrico– apuesta por la funcionalidad sobre todas las cosas. No hay lujos, pero tampoco se echa nada en falta. Eso sí, el la versión con el acabado superior, porque la de acceso, por ejemplo, carece de pantalla multimedia –es de 10,25 pulgadas y, sin florituras, funciona correctamente– y viene con un soporte para que el Smartphone de cada uno haga sus funciones. El espacio en la parte delantera es notable para un coche así, mientras que en la zaga sorprende por su amplitud. Dos adultos de estatura normal pueden ir cómodos sin problema, ya que el diseño exterior del coche ha permitido aprovechar muy bien esta zona. Un servidor mide 1,74 y sentado detrás del asiento del conductor aún tenía un espacio libre desde las rodillas hasta éste de casi un palmo.

Llamativo como las formas exteriores del vehículo es su volante, achatado en sus partes superior e inferior y similar al de los Peugeot con su i-Cockpit al ser pequeño. Por suerte, en el caso del C3 no hay problemas a la hora de visualizar el cuadro de mandos, que no es uno convencional y sí una especie de head-up display incrustado en el salpicadero en el que se muestra la información básica. En el debe hay que apuntarle un aro excesivamente grueso que no permite un agarre cómodo.

Los asientos del C3 son confortables, de nuevo sin alardes, mientras que entre los materiales utilizados predominan los plásticos duros, eso sí, sin defectos relevantes en las terminaciones. También es interesante el maletero, que con sus 310 litros y la opción de abatir los asientos traseros está bien aprovechado.

GASOLINA Y ELÉCTRICO PARA EMPEZAR

La versión de gasolina se impulsa gracias a un 1.2 litros de tres cilindros con 100 caballos y cambio manual de seis velocidades –el microhíbrido que está por llegar contará con cambio automático–. Se trata de un motor que permite lograr consumos por debajo de la frontera de los 6 litros a los 100 kilómetros con relativa facilidad. Eso sí, hay que tener en cuenta que la prueba realizada durante la presentación internacional del modelo tuvo lugar en Austria, concretamente en una zona muy plana y por tanto que favorece los consumos contenidos. En cuanto al rendimiento hay que decir que es muy progresivo, si bien requiere, en situaciones como los adelantamientos, jugar con el cambio porque a bajas revoluciones tiene poca fuerza. Además, como buen motor de tres cilindros, su sonido es peculiar y más perceptible de la cuenta desde el habitáculo cuando se le exige.

Por su parte, el eléctrico tiene 113 caballos y es más agradable de conducir, por su suavidad y precisamente por la ausencia del sonido metálico del motor de gasolina. De nuevo es complicado valorar el consumo por la orografía del lugar donde se llevó a cabo la prueba y, en este caso concreto, por los pocos kilómetros completados. Sobre el papel tiene una autonomía de 320 kilómetros, lo que convierte a esta versión en un coche de claro carácter urbano.

El comportamiento dinámico de ambas versiones es similar, aunque al eléctrico se le notan los aproximadamente 270 kilos extra que tiene que mover. En todo caso no pasa de la frontera de los 1.500 y su desempeño resulta aceptablemente fluido incluso en carreteras secundarias viradas. Las unidades que hemos probado, eso sí, contaban con la suspensión Advanced Comfort, responsable entre otras cosas del buen filtrado de las irregularidades de la carretera pero cuya verdadera incidencia no podemos valorar al no haber probado unidades que no la llevasen.

¿CUÁL DE LAS DOS VERSIONES MERECE MÁS LA PENA Y... ¿REALMENTE ES TAN 'BARATO'?

El Citroën C3 es un coche interesante para aquellos que busquen una opción funcional por encima de todo con un precio asequible. ¿Es mejor con motor de gasolina o el eléctrico? Depende del uso que se le vaya a dar. Si es totalmente urbano, el ë-C3 es interesante, mientras que la versión de gasolina salva los muebles mejor si también se quieren hacer viajes largos.

En cualquier caso hay que tener en cuenta que los 14.990 euros desde los que parte el C3 y los 23.800 desde los que empieza el ë-C3 –de momento, porque más adelante llegará una versión eléctrica de menor potencia y autonomía por debajo de 20.000 euros, que si se tiene cargador en casa y para una vida urbana será suficiente– carecen de elementos interesantes como la pantalla multimedia o la suspensión más confortable. Si se quiere comprar el C3 con el acabado más completo estas cifras ascienden hasta 19.200 y 28.300 euros respectivamente.