Historias de F1: Roscoe no fue el primer 'can' en los paddocks; muchos años antes estaba el perro de Carlo Chiti, Lina

Carlo Chiti ha sido uno de los grandes ingenieros del automovilismo. Un ingeniero incomprendido en ocasiones, errático en otras, apasionado siempre… y un tanto ‘sulfuroso’ en sus reacciones de trabajo; dicen que sus gritos resonaban en toda la fábrica. Pero tras la tempestad venía la calma y podía ser encantador.

Sus obras están ahí, son claras. Hablan de la pasión. De Alfa Romeo a Ferrari y retorno a Alfa. Fue encargado de proyectar, entre otros, el Ferrari 156 Sharknose, el primer Ferrari F1 de motor trasero, campeón del mundo con Phil Hill; fue mentor de Mauro Forghieri y Gianpaolo Dallara, incluso trabajó en el famoso Ferrari GTO. Un desencuentro con Ferrari le llevó a dejar Maranello y fundar ATS, de efímera historia.

De retorno a Alfa Romeo, como director de Autodelta, tuvo a su cargo el proyecto del 33, convertir el primer 33 con motor V8 de dos litros, en un coche ganador absoluto; y los dotó de motor boxer. El famoso 33 TT 12 fue campeón del mundo en 1977. Incluso realizó y probó un Alfa Romeo 33 de seis ruedas, que hizo test en Sebring. Pero también desarrolló el TZ, los GTA y GTAm, etc.

El motor boxer 12 de Alfa Romeo fue a parar asimismo al Brabham, fue campeón del mundo con Niki Lauda y el motor que equipó al famoso BT46 del ventilador. Y cuando Brabham decidió abandonar Alfa, convenció a los dirigentes italianos para correr con coche propio.

Su pasión por los motores boxer era evidente. Tras abandonar Alfa Romeo fundó Motori Moderni, con el que intentó la aventura de un motor destinado a los equipos privados de F1.

En la presentación del coche, el motor no arrancó. El técnico estaba asombrado, el propietario del equipo entre confuso y cabreado, y los mecánicos queriendo ‘meterse bajo tierra’, pero intentando mostrar qué era lo que no funcionaba en el sistema eléctrico, que parecía el ‘sospechoso habitual’.

Todo hasta que alguien se dio cuenta de que el problema era, de tan simple, absurdo. Los mecánicos, con la emoción de la presentación, habían olvidado retirar los tapones de las trompetas de admisión. ‘No air, no oxygen, no fire’, simple y llanamente.

Chiti se lo tomó con humor. Se dirigió a Giorgio Piola y le dijo: "Piola, usted no ha visto nada, ¿verdad?".

Su último motor, un boxer 12 para Subaru que resultó un fiasco… pero cuyo proyecto fue comprado más adelante por Koenigsegg, que quería un motor ‘propio’ y distinto para el CC, aunque finalmente lo aparcó.

Niki Lauda contó una vez que Chiti acudía a boxes con su perro –ya ven, Roscoe no ha sido el primero– y lo dejaba deambular solo. Una vez lo descubrió haciendo sus necesidades junto a su Brabham y se lo recriminó de forma amable. Pero el orondo Carlo ni se inmutó: "¡Déjalo, no pasa nada!".

Chiti era gran amante de los animales, especialmente los perros. Dicen que cuando encontraba un perro, también gato, abandonado cerca de la fábrica o incluso en Milán, lo adoptaba inmediatamente. Estaban en la fábrica y comían las sobras de la cafetería. Y si estaban enfermos o convalecientes no dudaba en llevarlos a su apartamento hasta que se curaban.

Pero ‘su’ perro, una perra, se llamaba Lina. Le puso el mismo nombre que su mujer. Su paciente esposa se acomodó cuando al responder a la voz de Lina, Carlo le decía, "tú no, la otra".

En la F1 también estuvo Buggy, el perro de Michael Schumacher. Michael y Corinna lo encontraron en Brasil, estaba abandonado, prácticamente ciego, y lo adoptaron. Lo rescataron y llevaron en su avión privado de retorno del GP de Brasil. Luego, viajó a muchos Grandes Premios con la familia y hacía las veces de guardián de aquel gimnasio rodante de Tecnogym que seguía a Michael a todos los Grandes Premios.