Un invento que no prosperó: la quinta rueda que te ayudaba a aparcar

En los albores del automóvil, la inventiva estaba a la orden del día. No sólo se desarrollaba el propio vehículo, el coche en sí, sino que aparecían toda clase de gadgets y elementos que buscaban hacer del coche un invento más especial si cabe. Fue entonces cuando aparecieron los limpiaparabrisas o los indicadores de dirección y de freno, elementos que no siempre han formado parte de los elementos de forma un automóvil.

Sin embargo, han existido otros inventos que no llegaron a buen puerto, en unos casos por ser un poco descabellados, y en otros, porque no se implementaron bien o, simplemente, eran demasiado complejos para los resultados obtenidos. Cosas tan peculiares, por ejemplo, como una quinta rueda, que surgía en la parte trasera del coche, para ayudar al estacionamiento. Un dispositivo que actualmente, con las direcciones super-asistidas y las múltiples cámaras y sensores equipados en un coche, no tiene mucho sentido, pero que en la década de los 30 parecía ser un sistema de lo más interesante.

La idea surgió en la mente de Brooks Walker, quien montó un sistema muy ingenioso en un Packard de cuatro puertas allá por 1933 –a juzgar por la matrícula, según informan desde Hagerty–. Brooks registró una patente para su invento en 1938, más de seis años después de su presentación, que se llevó a cabo el 21 de marzo de 1932. El sistema aprovechaba la rueda de repuesto, que los coches de la década de los 30 llevaban montada en la tapa del maletero –como los todoterreno actuales–, y mediante una serie de bombas hidráulicas y un engranaje, esa rueda bajaba hasta tocar el suelo y levantar la parte trasera, para acto seguido, hacer pivotar el coche sobre las ruedas delanteras y terminar de meter el vehículo en el hueco elegido para estacionar.

Actualmente, gracias a Internet, podemos encontrar en Youtube dos vídeos que muestran lo que parecen dos sistemas distintos, aunque en realidad es el mismo. Uno de los vídeos está fechado en 1933 y el segundo se grabó en 1952. La revista Life mostró el invento en su edición del 17 de noviembre de 1952 e identificó al inventor como "el maderero de California Brooks Walker". La revista Life también mencionó que llevó el invento a Detroit, sin que hubiera ningún tipo de éxito entre los fabricantes. Uno de los motivos que se argumentan para el rechazo es el precio que tenía el invento: 175 dólares de la época, unos 1.630 dólares actuales, por coche. Un coste prohibitivo, que había que sumar a la pérdida total del maletero, ya que era ocupado por toda la maquinaria necesaria.

No obstante, el señor Walker nunca cejó en su empeño y continuó con el desarrollo del sistema hasta la década de los 70. Por desgracia, Brooks Walker falleció sin ver cumplido su sueño.