Indianápolis ha invertido en el acceso seguro de los aficionados

Roger Penske, que en la actualidad tiene 82 años, trabaja habitualmente en Detroit. Pero una vez por semana acude a Indianápolis y, junto a Doug Boles, da un largo paseo por las instalaciones, tanto por el interior como por el perímetro exterior, inspeccionando detalles.

El reasfaltado de algunas vías interiores o zonas alrededor de los puestos de comida y refrescos, la renovación de algunos servicios o habilitar más zonas para aparcar caravanas se deciden en estos paseos. También hacer más ‘colinas’ para ver la pista desde el interior, donde no hay gradas, o la renovación de marcadores y colocación de más pantallas gigantes.

Y este año ha introducido un nueva, que pasará quizás desapercibida, aunque los espectadores la notarán y agradecerán. Un elemento de seguridad nuevo. No está en la pista, ni en la torre de control, sino en las puertas de entrada que comenzaron a actuar la semana pasada en el Gran Premio de Indy.

Se trata de un sofisticado control de metales para agilizar la entrada de espectadores. Es capaz de distinguir las botellas y latas de refresco, las neveras portátiles, de otros elementos. Si alguien intenta entrar con un arma, aunque sea una navaja, inmediatamente saltará la alarma. Se acabaron los controles manuales de las neveras de los aficionados.

Seguro que no es una inversión barata porque hay nada menos que 220 carriles de acceso en Indy… aunque para esta instalación ha tenido que reducir a 175 el número de carriles, pese a lo cual el acceso será mucho más ágil para todos.

Pero en un país donde últimamente los tiroteos son frecuentes, la seguridad es algo que el público agradece. Desea un espectáculo seguro para él y los suyos.