Arenas movedizas
Hubo un tiempo en el que la arena que visitaba la pista de un circuito no era la del desierto, sino la de una playa. Un enclave turístico en plena costa del Mar del Norte. Era Zandvoort. Un circuito trepidante, que se desplegaba ante el piloto con curvas rápidas que le hacían un trazado rápido y vertiginoso, con una larga recta de meta que acababa en una horquilla fuertemente peraltada. La arena era a veces un problema, porque el circuito estaba en plenas dunas. Tenía (tiene, pese a la remodelación) carácter.