Vettel y su Ferrari con mando a distancia

Un circuito donde los Red Bull pueden asumir su papel de árbitros y podrían restar puntos importantes a unos u otros. Y sobre todo, un trazado donde adelantar es harto complicado, por no decir imposible, especialmente ahora cuando las variaciones tácticas que posibilitan las gomas Pirelli son casi inexistentes, lo que da a la Pole un valor superior al habitual.

Pronósticos cumplidos al ver la parrilla de salida del GP de Singapur, aunque no de la forma en la que se esperaba. La Pole de Sebastian Vettel en Singapur ha sido para muchos la 'Pole' del milagro.

El viernes, los bólidos rojos estaban desaparecidos. El sábado por la mañana, el panorama no era mejor, e incluso en la Q1 Vettel y Raikkonen pasaron algunos apuros y pocos apostaban verlos superar la Q2.

Fue entonces cuando, de repente, por arte de magia, reaparecieron los 'Cavallino Rampante'.  Bajaron casi tres segundos de golpe y apuntaron ya directamente a la Pole, que al final fue de Sebastian Vettel. La primera reacción, incluso la mía, fue la de pensar "¡qué bien han ocultado sus cartas!".

Sin embargo, poco después recordé una situación similar: la del GP de Hungría de este mismo año, cuando los Ferrari sufrieron el viernes lo indecible, monopolizaron la primera línea de la parrilla y al final Vettel se hizo con la victoria por delante de Räikkönen. Un importante doblete.

"El viernes tuvimos un día difícil y esta mañana las cosas no iban tampoco muy bien. Pero de repente, en la clasificación, el coche resucitó", apuntó Vettel tras la clasificación.

Recordé entonces el artículo que escribí el sábado del GP de Hungría –Giovanazzi, la clave de la primera fila de Ferrari– en la que explicaba cómo la joven promesa italiana, tras efectuar los ensayos del viernes por la mañana como tercer piloto de Sauber, voló a Maranello para subirse al simulador y trabajar con los ingenieros del 'garaje remoto' en busca de la competitividad perdida. Los datos de estos ensayos fueron los que permitieron a los ingenieros de pista aflorar la competitividad del coche.

Y esto es lo que sucedido de nuevo ahora. En Singapur, Sauber no tenía previsto tercer piloto y tampoco había carrera de Fórmula 2. Así que Antonio Giovanazzi y Charles Leclerc, el dueño y señor de la F2, estaban en Maranello y trabajaron ininterrumpidamente 24 horas para dar con la llave que desbocara al Cavallino.

Vettel lo admitió en Marina Bay sin rubor: "Todo lo que hemos conseguido lo debemos al intenso trabajo que realziaron por la noche Antonio Giovanazzi y Charles Leclerc. Ambos se fueron turnando en el simulador y sus impresiones han sido vitales para nosotros. Pudieron ayudarnos a solucionar muchas de las dudas que teníamos y que aquí no podíamos resolver por su gran número y la falta de tiempo. Les estamos muy agradecidos”.

Apunten estos dos nombres –si es que no los tenían ya– porque en el paddock de Marina Bay se da como seguro que ambos serán la dupla de Sauber en el Mundial tras los recientes acuerdos firmados entre el equipo suizo y Maranello.

Aunque en Ferrari niegan que Sauber vaya a ser su equipo satélite, parece que va a convertirse en el 'Toro Rosso' de Maranello. Un papel que ya ha cumplido en otras ocasiones: cabe recordar sin ir más lejos que Ferrari le encargó la recuperación y formación de Felipe Massa.

Quizás muchos se sorprenden todavía de que se ruede poco en los entrenamientos libres. Si las cosas no van bien, parece lógico rodar el máximo tiempo posible en busca de soluciones, pero estas son muchas veces complejas. Con la electrónica actual es inútil rodar más, sino que hay que analizar los datos tomados y simular los cambios para no perderse por el camino. Y si los problemas son graves, el análisis se hace a distancia, en forma de realidad virtual.

A Ferrari le costó mucho adaptarse a esta nueva realidad. Parece que este año por fin lo han conseguido, tanto que el ingeniero español Iñaki Rueda diseña las tácticas desde el garaje virtual de Maranello.